El florecimiento de mi amor...

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Si hubiera sabido que esto pasaría, nunca hubiera entrado en ese edificio. Me hubiera alejado antes de siquiera sospechar de tu existencia.

1.

De pie, con el frío viento atravesando mi chaqueta y la gran edificación de JYP ante mí, me sentí aterrorizada.

Era el miedo que siente uno cuando va a exponer (aquellos que sean introvertidos o tímidos me entenderán), pero peor. Tuve ganas de salir corriendo, de alejarme de esa calle donde se alzaba JYP Entertainment, aunque sabía que era una idea estúpida e infantil. El carro de mi padre era ya una mera mota en la lejanía de la avenida, y definitivamente no volvería caminando a mi casa, en Gangnam. ¿Qué le diría a mis padres? ¿"Lo siento, es que me dio miedo entrar al edificio"?

«Qué estupidez», pensé.

Sacudí la cabeza, apreté los puños y crucé la calle con resolución. Así como el miedo y el nerviosismo desaparecían una vez que uno empezaba a exponer, estos sentimientos también lo harían una vez entrara al edificio.

Sin embargo, aún con esa mentalidad, no pude evitar frenarme y quedarme viendo JYP una vez más. Estiré el cuello hacia atrás conforme mi vista iba subiendo, hasta topar con el cielo encima del edificio. Era grande, salpicado de ventanas, y ni siquiera los posters de los grupos de antiguas generaciones lograban espantar la sensación... ominosa que desprendía el sitio.

Miré en rededor. Gente entraba y salía de la edificación, y gente pasaba de izquierda a derecha y de derecha a izquierda por la acera. Casi nadie le echaba un vistazo a JYP, y aquellos que salían del edificio no lucían expresiones preocupadas o aterrorizadas, sino expresiones normales: seriedad, concentración, distraimiento... Nada fuera de lo común.

Entonces, ¿por qué me sentía yo como si estuviera entrando al matadero?

«Llegarás tarde.»

Mi mente me arrojó el pensamiento con irritación. Era comprensible: estaba parada como una idiota sin moverme, tan solo mirando los ladrillos que componían este lugar.

Exhalé hasta que mis pulmones se desinflaron lo más posible, como intentando desechar mis tétricos y tontos pensamientos. Ya, ahora sí.

Entré al edificio.

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Al entrar, mi cuerpo se tensó involuntariamente, por instinto. Era el estado de alerta de un venado que presentía a un depredador acechándolo.

«¿Dónde está el tigre?», pensé con cierta gracia. Cálmate, chica. Nadie va a saltar sobre ti.

Giré a la izquierda en una esquina, y mi corazón se hundió en mi pecho cuando vi unos ojos rasgados y peligrosos mirarme directamente.

El pensamiento del tigre me atacó y estuve a punto de echarme a correr por donde había venido, sintiéndome más que nunca como un venado.

-¡Ah! -exclamó una voz femenina.

No aparté la mirada en ningún momento de los ojos felinos que estaba a un metro de mí, ni siquiera cuando di un respingo y me aparté del camino de esos ojos.

-Lo siento -dije mientras me inclinaba un poco, rompiendo contacto visual con la chica.

-Tranquila -respondió, y sus ojos dejaron de parecer amenazadores conforme los suavizaba-. No te había visto nunca por aquí.

Ahora que el susto había pasado, reparé en que era una chica linda. De hecho, bendita sea la ironía, sus ojos eran muy bonitos. Era más alta que yo, y vestía ropajes blancos apagados.

Degollada por el filo de un pétalo || 2ShinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora