...el marchitamiento de mi vida.

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Los guardias lucieron muy sorprendidos de verme. Creí que no me dejarían entrar, pero sí lo hicieron, con ceños fruncidos.

Me dirigí directamente al dormitorio, sintiéndome algo mareada. Beber. Beber para disfrutar estaba bien, pero odio beber para ahogar problemas. Es de cobardes.

La puerta estaba cerrada. Por fortuna tenía llaves. Estuve cerca de bendecir mi suerte, pero recordé que tenía flora creciendo en mis pulmones y no lo hice.

No había manera de decir que Shin Ryujin tenía buena suerte.

Las luces del pasillo, la cocina y la sala estaban apagadas. Me alumbré el camino con el celular, queriendo llegar directo a mi cama. Eché una breve mirada a la puerta tras la que dormían Yuna y Jisu. No pude evitar una mueca, recordando la pelea de la azotea.

Estaba tan sumida pensando en Yuna que no noté que las luces de mi cuarto estaban prendidas hasta que entré. Yeji estaba sentada en el borde de la cama, la cual estaba empotrada contra la pared de tal manera que lo primero que veías al abrir la puerta era la cama al fondo.

Maldije para mis adentros al verla a los ojos. Lucían cansados, pero eran los ojos de Líder Hwang.

—Al fin llegas —dijo.

Cerré la puerta tras de mí y me apoyé en ella, sin decir nada.

—Algo me dice que bebiste.

¿Sorprendida yo de que lo adivinara? No.

Asentí con la cabeza.

—Sabiendo que alguien podría haberte reconocido y grabado.

—A esta hora lo dudo mucho.

—Igualmente...

—Es una insensatez, lo sé —dije, interrumpiéndola. No tenía ánimos de pelear. Ni ahora ni nunca—. Asumo que soy estúpida. Lo siento.

Yeji me mostró la palma de la mano.

—Me gusta que lo reconozcas.

—Me disculparé con Yuna —mi corazón dio varios latidos más rápidos de lo normal al decir su nombre. Deseé con mi alma no desencadenar la tos.

—Tan pronto como puedas —demandó Yeji—. O, bueno, tan pronto ella quiera siquiera verte...

«Basta», pensé con culpa recorriendo mi ser. «No sigas por ahí. Algo malo me pasará si me haces recordar lo que he hecho.»

Asentí otra vez con la cabeza.

Hubo silencio por un momento. Ninguna se movió. El aire en la habitación no era tenso, sino más bien... cansado. Ninguna quería estar despierta tan tarde, y menos para hablar de algo poco placentero. Me sentí culpable por tener a Yeji esperando mi llegada.

—Ryujin —dijo Yeji en un suspiro—. De verdad me gustaría saber por qué has estado pasando últimamente —a su voz le faltaba poco para llegar a ser suplicante.

«Está preocupada. ¿Cómo no iba a estarlo? Siempre se preocupa mucho por todas.»

—Lo siento con toda mi alma, Yeji —dije, mirando al piso. Si seguía viendo sus rasgados ojos cansados, me echaría a llorar—. Perdón por haber estado tan errática estos meses. No puedo contar qué ha pasado, pero sí puedo decirte que ya terminó. Volveré a ser la misma. Lo prometo.

Yeji lucía sorprendida. Temí que insistiera, así que agregué:

—De verdad no puedo decirte qué pasó. Es delicado, pero por suerte ya terminó.

Yeji se levantó y se acercó a mí. Me erguí, tensa, pero ella solo me puso una mano en el hombro y lo apretó.

—Ve a lavarte y a dormir, Ryujin-ah —dijo—. Confiaré en que ya estés mejor.

Degollada por el filo de un pétalo || 2ShinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora