Las flores restantes (1/2)

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Chaeryeong se giró en la cama y emitió un ronco gemido. Por alguna razón, no había dormido bien. Sentía que había soñado algo inquietante, pero no recordaba qué. Tan solo recordaba una sensación de horror grasienta, helada.

Con un escalofrío no producido por el frío, se puso de pie. Le echó un vistazo a la litera superior, no sorprendida de no encontrarse a Yeji allí. Chaeryeong sabía lo que se traían Yuna y Yeji, pero se había hecho la ignorante. Si ellas no querían anunciarlo aún, tenía que respetar su decisión.

Un rato después, ya aseada, abrió la puerta para salir a la sala. Se aseguró de, apenas abrirla, bostezar sonoramente y después cerrar con fuerza la puerta. Yuna y Yeji seguro estaban en la sala besándose o algo así, y no quería sorprenderlas en pleno acto.

Chaeryeong echó un brevísimo vistazo al espacio entre la puerta y el suelo de la habitación de Ryujin. No había luz proveniente del interior, lo que hizo que Chaeryeong frunciera el ceño. ¿Ryujin aún seguía dormida? Chaeryeong no la veía desde la tarde del día anterior.

Estaba dándole vueltas al asunto al llegar a la sala. Yuna estaba en un extremo del sofá, Yeji en el otro.

Chaeryeong puso los ojos en blanco. ¿Podían ser más obvias esas dos?

—Buenos días, chicas —saludó Chaeryeong—. ¿Ryujin y Jisu siguen dormidas?

Ambas chicas le devolvieron el saludo, y fue Yeji quien respondió su pregunta:

—Sí. Supongo que no tardaran en despertarse.

Chaeryeong se sirvió té y se sentó en la sala a chequear su teléfono. Jisu llegó a la sala a las nueve, pero Ryujin no. Se hicieron las diez y nada. A las once, Chaeryeong ya se sentía genuinamente inquieta.

—Iré a despertar a Ryu —avisó al tiempo que se ponía de pie.

«Lleva como trece o catorce horas durmiendo», pensó preocupada Chaeryeong. Eso no era nada normal en Ryujin.

Tocó la puerta. Nada.

—¿Ryu...? —llamó Chaeryeong vacilante al tiempo que abría la puerta lentamente. El rectángulo de luz del pasillo iluminó débilmente el interior de la habitación—. Ryujin.

Nada.

Algo no está bien.

Chaeryeong prendió la luz y cerró la puerta tras de sí, con el corazón acelerado. Ryujin estaba de espaldas a ella, cubierta por sábanas hasta el cuello. Se acercó a ella. Tenía la boca seca. Miró las rosas encima de su mesita de noche, pero no les prestó atención.

—¿Ryujin-ah? —llamó Chaeryeong, sentándose en el borde de la cama.

Le puso la mano en el hombro y la movió. ¿Era la imaginación de Chaeryeong o Ryujin estaba muy rígida para estar dormida? Zarandeó a la muchacha mientras decía su nombre con más fuerza.

—¡Ryujin!

Le dio la vuelta. Y la garganta se le cerró.

Labios azules, palidez cadavérica, puntos oscuros por toda la cara.

Chaeryeong contempló con horror la cara de su amiga, siendo el horror el mismo que recordaba haber sentido al soñar. Viscosa, grasiento, helado. Se le pusieron los pelos de punta, un frío le bañó el cuerpo, todo en menos de cinco segundos, que fue lo que tardó en darse cuenta de que Ryujin estaba muerta.

Chaeryeong gritó mientras se alejaba de un salto de la cama. Cayó al suelo y se alejó a rastras de la cama de Ryujin. A pesar de tener los ojos cerrados, Chaeryeong sentía los ojos sin vida de Ryujin seguirla. Chaeryeong gritó con mayor fuerza y se llevó las manos al cabello.

Degollada por el filo de un pétalo || 2ShinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora