Tres

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Jaxon.

Ver a Cassie lastimada y deprimida no me hacía ninguna gracia, y ver a Gio en nuestro departamento mientras la consolaba, menos.
Después de nuestra "pequeña" aventura en dónde nos habíamos enrollado un par de veces le había dicho que mejor lo dejáramos ahí, odiaba las relaciones formales, odiaba la palabra novia y sobre todo odiaba los celos.

Siempre le había dejado claras mis intenciones, yo no era alguien que se enamoraba pero entonces ella lo hizo y eso la destrozó, aunque también la cambió porque empezó a hacer lo mismo con los chicos.
Entonces desde ese entonces me odia, me fulmina con la mirada cada que entro en su campo de visión, habla pestes de mí con los demás y sobre todo nunca deja de hacerme comentarios fuera de lugar y sarcásticos.

A mí, para ser sincero no me importaba, sé que aún estaba dolida y tal vez quería escuchar un lo siento de mi parte pero eso no iba a suceder, al menos no hoy.

—Escucha Cassie, tengo un examen de filosofía muy importante esta tarde. Debo ir a prepararme pero te juro que luego vendré con el bote de helado más grande del supermercado, ¿bien? —Escuché que dijo Giovanna y por dentro me alegré. Estar encerrado en mi habitación no era muy agradable.

No oí la respuesta pero sí la puerta abrirse y cerrarse. Salí con un suspiro y me encontré a mi amiga tirada en el sofá, envuelta en una manta y con un montón de pañuelos usados desperdigados a su alrededor.

—Vaya, te pegó duro ¿eh? —dije y casi me doy un palmazo en la frente. Eres un idiota. Pero tal parece que a Cassie no le importó ese comentario y solo asintió.

—O sea, yo pensaba en él a futuro ¿Sabes? —soltó y afirmé con la cabeza, pero en realidad no sabía.
Entonces recordé que Giovanna le prometió helado y sonreí ante la idea, tomé las llaves de la mesa y fui por mi chaqueta.

—Te compraré algo, ¿qué quieres? —ofrecí.

Ella ni dudó un segundo en decir:—Mucho chocolate, helado, galletas y cerveza.

—¿No crees que te dará mal estomacal con todo eso?

—Mi estómago es más fuerte de lo que aparenta, tú solo tráemelos —pidió con el ceño fruncido.

—A la orden, general —bromeé pero antes de salir la miré algo preocupado—. Ah... No te vayas a suicidar por favor.

Cassie me arrojó con cojín que logré esquivar por poco, —¡Soy estúpida pero no tanto como para hacer algo así por ese idiota! ¡Ahora ve!

Cerré la puerta mientras contenía una sonrisa y bajé las escaleras mientras silbaba y jugaba con las llaves en mi mano, solo que cuando llegué abajo mi pecho chocó con el de Derek.

—¡Hola Jaxon! No esperaba encontrarte aquí, creí que estarías en la práctica de fútbol —saludó amable.

—No me sentía muy bien, llamé al entrenador —mentí. La verdad es que no me hacía sentir cómodo dejar a Cass sola en ese estado—. ¿Qué haces aquí Derek? —Fui al grano.

—Vengo a hablar con Cassie, ¿Sabes si está? No contesta mis mensajes ni llamadas.

Claro que no te va a contestar, pedazo de idiota.

—Creo que si no te responde es porque no quiere saber de ti, eso significa que mucho menos quiere verte ahora.

Derek suspiró con pesar y asintió, —Sé que la cagué anoche amigo, lo sé...

𝕃𝕚𝕓𝕖𝕣𝕒𝕟𝕕𝕠 𝕕𝕖𝕤𝕖𝕠𝕤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora