Nueve

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Jaxon.

Por lo general soy un chico que se rehúsa a la violencia. No me gusta golpear a alguien, a menos que ese "alguien" haya querido abusar de mi mejor amiga; en ese caso la violencia lo veía como única opción a una respuesta.

NO, fue lo primero que pensé al verlo tan despreocupado cuando regresó a las clases.

En cuanto me vio a lo lejos y se dió cuenta de mi expresión mortífera quiso huir, claro que yo fui más rápido y lo alcancé.

—¿Qué te pasa Heils? No te he hecho nada. —Fue lo primero que salió de sus labios cuando lo agarré por la tela del cuello de la camisa blanca que se había puesto.

No te he hecho nada... Esa frase taladró en mi mente y solo hizo que la furia aumentara.

—¿Y a Cassie? Si le haces algo a ella es como si me lo hicieras a mí —escupí entre dientes.

—Sé que la asusté esa noche pero no pasó nada —se excusó antes de mirarme con enfado—. ¿Por qué la defiendes tanto? ¿Acaso estás enamorado de ella? —En ese punto podía notar que ya teníamos un gran público de estudiantes, pero poco me importaron, podría llegar el mismo director e igual lo mandaría a la mierda.

Me reí entre dientes y negué, —Eres escoria, no te mereces ni un poco de respeto.

—Ya me cansé de tus celos Jaxon. Sabes que es mía y siempre lo será. —Me empujó—. Además solo estábamos jugando.

—¡Eso no se le hace a una chica! —reclamé.

—Estaba ebrio, en serio no iba a hacerle nada.

—¿Sabes qué? Puedes irte a tomar por culo, me importa poco que seas el sub capitán... Te mataré. —Lancé mi puño a su rostro y después solo ví rojo, tenía tanta molestia acumulada dentro de mí que solo podía pensar en que ni todos los golpes del mundo serían suficientes para hacerlo pagar.

Derek quiso esquivarme y defenderse pero era inútil, yo era mejor peleando.
No escuchaba absolutamente nada y no quería hacerlo.
Pero entonces sentí unos delgados brazos envolverse alrededor de mí y fue como si hubiese despertado de un sueño, un sueño en el que yo era un justiciero, pero que ya estaba excediéndome.

—Ya basta, por favor —murmuró en mi nuca. Yo respiraba agitadamente pero luego de unos minutos me aparté del cuerpo inútil de ese idiota y me puse de pie.

Observé a Derek, y no me sentí mal por la sangre que salía de él, además seguía consciente, eso debería bastarle; intentó pararse pero fracasó volviendo a caer sobre su trasero.

Escupí a un lado y di un paso hacia Derek, distancia que él mismo retrocedió con temor.

—Si vuelves a tocarle un cabello sin su permiso, te juro por dios Smith, que no habrá poder que me detenga —juré con seriedad antes de dar media vuelta, tomar su pequeña mano y jalarla conmigo.

Quería sacarla de todas esas personas entrometidos que solo buscaban el problema para comenzar a hablar chismes y cosas similares, sabía que Cassie odiaba ser el centro de atención.

Cuando estuvimos lo suficientemente alejados la solté. Se veía frágil —aunque la mayoría del tiempo Cassie Beaton podía con cualquier situación en contra, esto era algo que la sobrepasaba—, y preocupada por mí. Su corto cabello oscuro lo tenía peinado en una media coleta, dejando ver unos pendientes en forma de estrella pequeños, un regalo que había sido mío por su cumpleaños pasado; sonreí en mi mente.

Intercambiamos unas palabras y me encargué en tranquilizarla porque siendo honestos era lo único que podía hacer en ese momento.

Después de que la tensión de la pelea pasara, agradecí cuando recibí un mensaje de Brayan diciendo que estaba abajo con su auto.
Salí apresurado y después de esquivar a Cassie bajé las escaleras con rapidez.

𝕃𝕚𝕓𝕖𝕣𝕒𝕟𝕕𝕠 𝕕𝕖𝕤𝕖𝕠𝕤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora