Dieciséis

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Jaxon.

Jamás me había detenido a pensar con exactitud la palabra exclusivo. Me parecía algo tonto cuando se podía poner tus propias reglas, entonces llegó Cassie. ¿Aceptar ser exclusivo solo para poder estar con ella? Claro que podía hacer eso. La razón por la que procuraba no tener a una chica más de una vez es porque se ilusionaban, creían que podrían transformarme y enamorarme; entonces yo decidía poner límite una sola noche, si la chica aceptaba pues bien por mí y si no, pues también estaba bien, no iba a obligar a nadie.

Y luego estaba Cassie, mi mejor amiga por años, la única chica que me conocía casi tan bien como mi madre, sabía lo que me gustaba y lo que odiaba, sabía las cosas que me llamaban la atención y las que me aburrían; pero después vino esta rara situación y ahora éramos amigos con derechos. Me sentía un poco culpable, sentía como si me estuviera aprovechando de alguna manera pero al mismo tiempo no podía evitarlo, me gustaba cómo me sentía cuando estábamos juntos aunque solo halla sido una vez, pero eso me había bastado para aceptar cualquier regla o condición que me hubiese puesto.

—¿Estás bien? —Oliver me miró extrañado. Ambos caminábamos por el campus para dirigirnos hacia la cancha.

—Claro que sí, soy súper apuesto —bromeé y mi amigo rodó los ojos.

—Como sea. Hoy llevaré a Cassie a una cita, espero que no me sabotees Jaxon —advirtió y bufé exasperado.

—Te recuerdo que no te dijo que sí.

—Tampoco me dijo que no.

—Estás muy aferrado a ella, ¿no te parece?

—No, de verdad me gusta. Si alguien te gusta tienes que esforzarte y conquistarla —replicó y sentí una incomodidad en mi interior.

—Bien, como quieras —solté. Me sentía molesto y ni siquiera entendía muy bien porqué. Oliver quería conquistar a Cassie, estaba en su derecho sí, pero ella ya había decidido rechazarlo. Aunque no se lo diría a él, la dejaría a ella solucionarlo.

—¡Jaxon! —Ambos giramos en la misma dirección, la rubia, la hermana de Brayan venía hacia nosotros. Su falda diminuta ondeaba con cada paso que daba y me sorprendió ver cómo corría perfectamente en zapatillas.

—¿Es tu conquista actual? No está mal —habló Oliver—. Me adelantaré...

Lo detuve del brazo, —No, tú me esperas.

—Al fin te veo, la otra noche tuviste que irte y eso me puso muy triste. —Hizo un puchero y eso no ayudó a que me sintiera un gramo atraído hacia ella—. Entonces estaba pensando sino tenías nada que hacer en la noche, podríamos salir los dos, ¿te agrada la idea? —No.

—Me encantaría pero no puedo —hablé ofreciendo una sonrisa amable.

—Ay no, ¿y eso por qué?

Rápido Jaxon, busca una excusa

Verás... —miré a Oliver, que se mantenía a mi lado porque mi mano aún lo sostenía para que no se moviera—. Ya había quedado con mi amigo Oliver, solo salida de hombres —mentí y sentí la mirada de desaprobación del susodicho.

—¿En serio? —preguntó ella decepcionada.

—Pero da la casualidad que irá la amiga de Jaxon y ella no es hombre, yo digo que sí puedes venir, es a las ocho —se metió él, y me dieron ganas de estrangularlo ahí mismo, por esa misma razón no pude ocultar mi expresión atónita, Olivia no se dió cuenta o no le importó porque sonrió alegre.

—¡Estupendo! Ahí estaré —prometió antes de dar media vuelta e irse.

Yo miré de forma asesina a mi amigo, él se encogió de hombros y comenzó a seguir el camino.
—¡¿Por qué hiciste eso idiota?! —exclamé alcanzándolo.

𝕃𝕚𝕓𝕖𝕣𝕒𝕟𝕕𝕠 𝕕𝕖𝕤𝕖𝕠𝕤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora