Lara se enamora y desenamora con la misma facilidad con la que se cambia los calcetines cada mañana.
Su primer amor fue en preescolar. Amy tenía el cabello del color del oro y la sonrisa más bonita de todo Estados Unidos. Siempre que les tocaba hacer alguna actividad en clase, Lara insistía en ponerse junto a ella. No paraba de repetirle a todo el mundo que Amy y ella se casarían cuando fueran mayores, así que a sus padres tampoco les extrañó demasiado que Lara saliera del armario cuando cumplió los catorce años.
Por desgracia, su historia con Amy acabó cuando entraron en primaria y la chica se mudó a Francia junto con sus padres. Lara pensó que jamás lo superaría, hasta que conoció a Úrsula.
Úrsula era un año mayor que ella. Lara nunca había visto a una niña tan segura de sí misma. Su piel era de color café solo, y tenía los ojos más bonitos de todo Estados Unidos. Descubrir que hacían el mismo camino de vuelta a casa fue mejor que los regalos de Navidad. Desde entonces, Lara siempre recogía sus cosas lo más rápido posible para pillar a Úrsula a la salida del colegio. La seguía a todas partes, como un bebé pato, hasta que un día la vio besando a uno de sus compañeros de clase a la salida del instituto. Su corazón se hizo trizas por primera vez y juró que no dejaría que nadie volviera a jugar con él. Hasta que conoció a Jessie.
¿Qué decir de Jessie, su dulce y adorada Jessie? Tenía pecas repartidas por toda la nariz como si fueran constelaciones y el sentido del humor más gracioso de todo Estados Unidos. Lara la conoció en secundaria, tras un primer día desastroso en el que todo lo que pudo salir mal salió mal. Jessie fue el rayo de luz que aclaró los nubarrones de su ánimo, y Lara sintió el mayor flechazo de la Historia de los Flechazos. Se hicieron amigas casi enseguida; lo compartían todo: secretos, clases, aficiones... pero su romance fue tan efímero como la caída de un cometa.
Durante el último curso de secundaria, Jessie empezó a salir con un chico. Poco a poco, Lara y ella se fueron alejando hasta que perdieron el contacto casi por completo. Destrozada, se prometió, esta vez sí que sí, que el amor se había acabado para ella. Hasta que conoció a Layla.
La bella y carismática Layla. La chica ha sido su crush más corto hasta la fecha, pero tal vez el más intenso. La conoció en un campamento de ciencias al que asistió el pasado verano, justo antes de entrar en el Internado de la Señorita Marple para Futuras Personalidades. Layla era una de las monitoras, una joven de diecinueve años que estaba estudiando Química en la universidad. Lara cayó por ella enseguida. ¿Cómo no hacerlo? Layla era la persona más inteligente de todo Estados Unidos. Bueno, tal vez no, pero como si lo fuera. Se pasaban horas hablando alrededor de la fogata, con las estrellas como sus únicos testigos. Lara estaba segura de que su romance era cosa del destino. Lara, Layla. ¡Hasta sus nombres se parecían!
Sufrió tanto cuando el campamento terminó... Lara se pasó el resto del verano suspirando por ella, temiendo no volver a conocer a nadie que la hiciera sentir lo mismo que Layla. Hasta que conoció a Noel.
Noel, la chica supernova. Noel, la chica más guay que Lara ha conocido jamás. Noel, la chica por la que merece la pena estar encerrada en el Internado de la Señorita Marple para Futuras Personalidades.
Lara adora a Quentin, pero no puede imaginarse cómo de grises serían sus días si Noel no estuviera en ellos.
—¿Dónde estabas? —le pregunta su amigo cuando Lara entra en clase de Aritmética por los pelos—. Oye, ¿de dónde has sacado esa chaqueta?
Las mejillas de Lara enrojecen violentamente. Echa un vistazo a su alrededor y se inclina sobre el oído de Quentin para susurrar:
—Me la ha dado Noel.
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Te odio, Mackenzie Lin (FRAGMENTO)
Ficção AdolescenteYA DISPONIBLE EN LIBRERÍAS ¿Hasta dónde llegarías para no decepcionar a tu familia? Lara Green siempre ha soñado con diseñar escenografías para Broadway, pero su familia tiene otros planes para ella: quieren que estudie Medicina en Harvard. Cuando e...