Diez

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Esa mañana, Espresso salió, usaba su antigua ropa. Aquella con la que fue llevado al palacio, ahora se encontraba siendo escoltado por Ángel, quien le indicaba que tuviera cuidado y que tuviera una vida más tranquila.

Espresso afirmó, en manos sostenia el cofre, miro a todos lados, mirando a las cookies, cuando llegó a casa sé sintió seguro, sin embargo, la duda lo sumió a sus pensamientos, ¿Por qué lo dejo salir de una manera repentina? ¿Acaso está tramando algo más?

Dejo el cofre sobre la mesa, iba a ir por una taza de café, de no ser que guíen llamo a su puerta, se llevó una enorme sorpresa, se trataba de Red Velvet quien le dedicó una sonrisa suave y tranquila y lo invito a pasar a su hogar.

— Me da gusto verte.

— ¿Cómo es que? Me siento feliz tenerte devuelta ¡Ha ha ha!

Espresso noto un cierto toque familiar en aquella cookie, había tenido cierto conocimiento que Madeleine y Red podrían tener un parentesco. Sin embargo esa idea se vio envuelta en el olvido debido a sus maneras de pensar.

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Madeleine estaba tranquilo, el paladín miraba ahora a Ángel y Knight, quien habían llegado tiempo después.

— Bueno, pienso que ya saben el motivo por la cual los he llamado.

Ambas cookies se vieron confundidas, realmente no sabian que estaba pasando. Y de manera nerviosa el caballero respondió.

— No... No señor... ¿A qué se debe?

El paladín miro con calma solo para recostarse sobre el respaldo de la silla. Sonrió un poco, realmente le parecía agradable que ambos estuvieran enterados.

— Dejaré mi cargo como líder de los paladines, sera mejor que vayan buscando a alguien mejor.

Esto alarmo a ambos quien de una manera rápida quedaron boquiabiertos. ¿Era una broma acaso?

El paladín quedó tranquilo, su mente le hizo recordar a ese moreno, miro el sufrimiento que le causo, no tenía su perdón, ahora lo más seguro debe de estar feliz, contento y siendo protegido por alguien más que no es él, ni siquiera sabía si ese pequeño era suyo, se hizo a la idea de que si, pero ni siquiera el mismo Espresso, jamás le confirmo aquello.

— Se feliz, Espresso lo mereces.

Se acercó al ventanal de aquella oficina, una vez que ambas cookies se fueron, Madeleine podía mirar todo el pueblo desde esa altura, logrando sentir como la brisa movía su cabello que para ese entonces estaba sujetado. Sus palabras fueron llevadas por el viento, mientras su sonrisa de ser una carismática, fue tan tristeza llena de falsas esperanzas en algo, sin embargo sus palabras, sus pensamientos fueron puros a pesar de que esa marca seguía existente en su nuca.

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Días más tarde.

Se cumplió el último mes, el mes más esperado por todos, a menos para Espresso, finalmente nació ese pequeño cookie.

El pequeño tenía el poco cabello de Madeleine, sin embargo las puntas terminaban en un toque marrón como el profesor en ese tiempo, Espresso llevaría acabo su plan, su magia ya estaba mejor y sería más sencillo.

Invito a Pure para que pudiera ayudarle a atraer a Madeleine y así lo hizo, este detonaban poca emocion, sus orbes rojos miraban sin brillo a los demás, ni siquiera a Espresso y aquello le hizo sentir mal al profesor.

Pero lo que hizo sorprender fue que Espresso se acercó, se acercó lo suficiente mientras en brazos sostenia a ese pequeño ser.

— Nuestro hijo...

Tengo Un Problema[🛡️x☕x🍰]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora