Ocho

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Espresso a permanecido encerrado, desde aquella charla, se ha sentido tan mal, ni siquiera se limita a comer. Realmente él fue el causante de todo.

Estaba sentando, mirando por la ventana hacia afuera, mirando a esos paladines entrenando, entre ellos logra ver a ese paladín de pacotilla, aquel que lo tiene encerrado, mirando las facciones, detonando que muchos de sus colegas le temen.

Espresso cree que su actitud es por el hechizo que le ha lanzado hace mucho tiempo, sin embargo, no comprende porque hasta ahora le resultó peor.

Suspira cansando, solo para alejarse, su atuendo es una bata, más bien, es una camisa que le queda grande, supone que es de Madeleine. Sin embargo es lo único que hay en esos momentos, la gente que le ha traído sus comidas no hablan con él.

Comienza a extrañar a Pure Vanilla y Red Velvet, se siente como una miseria.

De nuevo se mete a la cama, se hace bolita en esta, se cubre con la sábana para no sentir los rayos solares. Es molesto, que la luz ilumine una habitación que a decir verdad, es todo lo contrario.

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Madeleine se encuentra haciendo su rutina, si anteriormente había negado su nuevo rango, ahora, lo aceptaba como nunca, era un propósito bueno, puesto con ello podría defender a su futuro hijo. Por así decirlo.

Conocía bien al profesor de la escuela de magia y sabía que ese mago no se acostaría con nadie más. Ni con ese sujeto de la oscuridad.

Su orgullo fue notoria y a pesar de no dejarlo salir, era evidente que era su preocupación.

Estuvo en su oficina, haciendo papeleo tras papeleo hasta que Angel llegó. El pequeño rubio alado se miraba algo nervioso y preocupado.

— Señor...

Madeleine parecía ignorarlo, haciendo que el pequeño rubio volviera a hablar.

— Señor...

— ¿Si?

Después de un silencio de varios segundos, Madeleine alzó su vista, demostrando frialdad, era algo extraño, pero el pequeño ángel podía ver cómo la sombra ya que la luz se reflejaba a la espalda del hombre oscurecia el rostro del hombre, sin contar que sus ojos parecían brillar con intencidad en tonalidades púrpuras, que anteriormente se habían demostrado.

Esto alarmo demasiado a Ángel que dudaba en decirle.

— Y ¿Bien?

— Este... Bueno... El invitado... No a comido en un día entero y hoy está haciendo lo mismo señor.

Esto hizo sorprender al paladín, quien de manera molesta y sin hacer tantos alborotos hablo.

— ¿Por qué se demoraron en decirme? ¿Acaso no he sido lo suficientemente claro?

— Si... No... Bueno... Yo me enteré hace poco señor.

— ¿Hace poco?

Madeleine se levantó de la silla, sus manos se apoyaron en el escritorio y de manera fría miro a Ángel.

— ¿A quien deje al cuidado de mi invitado? Mientras yo esté ocupado.

Angel comenzó a temblar. Su cuerpo pequeño sintió miedo rotundamente. Y de manera inercia se cubrió con sus brazos.

— Y-Yo... Y-Yo...

Hablo, mientras su voz sonaba temerosa y nerviosa.

Los pasos resonaron, se podían escuchar que eran pesados, como si demosraba una ira en cada uno de ellos. Esto hizo temblar al pequeño ángel.

Tengo Un Problema[🛡️x☕x🍰]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora