Era media noche, del estuche negro saqué los lentes nuevos de lectura y retomé el libro pendiente, al avanzar unas hojas el sueño de malas vino a verme.
Sin monedas bajo la almohada me hundo lentamente hasta lo profundo del Estigia. Me pesa el cuerpo, estoy boca abajo, hay un extraño olor a quemado, me apoyo con las manos abiertas sobre la cama mohosa, hago fuerza para girarme y, finalmente, quedo mirando hacia el techo lleno de algas verdes.
Mi ojo derecho ve borroso algunos reflejos en la oscuridad, el izquierdo adormecido mira perdido hacia otro lado, los muebles están perturbadoramente ondulando dentro de la habitación. En una esquina sobre la cómoda más alta está mi hermosa muñeca de trapo, se llama Gabi. Tiene una gran cabeza plástica, pelo de lana color rosado y cuerpo de esponja. Me mira ¡si, me mira! sentí un mareo parecido al que da como consecuencia de la presión baja, mi ojo izquierdo pestañea discontinuo y está vagando por las luces sucias de la habitación, asustada lo tape rápidamente con ambas manos y desperté.
Estoy durmiendo boca abajo, nuevamente abrí los ojos, el izquierdo no reacciona y abierto se mueve sin sentido, el derecho está borracho del cansancio de hacer doble trabajo, todo está borroso, mis piernas no reaccionan así que me impulso con las manos para girarme. Luego con intención de sentarme afirmo una a una mis piernas y las acomodo en el borde de la cama, bajan flotando delgadas y frágiles. Sentí un peso en todo el cuerpo, me embargó la angustia. Ya no entraba luz a la habitación, cada vez era más oscura, levanté la cabeza y vi a Gabriela moviendo las piernas igual que yo, balanceándolas lentamente. Entró a la casa Leonardo y detrás de él la puerta se cerró provocando un fuerte ruido. Desperté.
Transpiro de frío, mi cuerpo completo late, vuelvo a sentarme a la orilla de la cama, la angustia por mis ojos me hizo querer ir a un espejo a ver mi cara, no sentía mi ojo izquierdo, me levanté aturdida, choqué con el marco herrumbroso de la puerta de la pieza y desperté. Leonardo mi esposo pasó al baño, no puedo moverme, esta todo oscuro, solo entran destellos de luz de la puerta semiabierta, la muñeca de trapo choca sus pies en el mueble y se ríe a carcajadas provocando ruidos distorsionados.
Se taparon mis oídos, intenté gritar con todas mis fuerzas y no surgían los sonidos de mi boca, solo produje unas pocas burbujas que explotaron con arena sucia en mi cara. Él salió rápido caminando del baño hacia la cocina, escuchaba que los platos de vidrio caían al piso y fuidos de sangre se derramaban por las paredes. Mi corazón daba fuertes golpes, mi ojo izquierdo estaba hinchado y ciego, el derecho caliente de tanta presión, grité nuevamente, mi cara se deformó con el llanto, me tragué la arena de las burbujas y desperté.
No quería abrir los ojos, después de unos minutos intenté girarme para sentarme al borde de la cama, no me costó, tenía puesto los lentes y el libro estaba en el suelo. Era mi habitación, nuestra habitación. Gabriela estaba inerte sobre la cómoda, los muebles estaban en su lugar, la luz de la mañana entraba por la ventana.
Me incorporé desconfiada, me levanté, fui a la cocina a comer algo, abrí el refrigerador y su cuerpo seguía ahí. Dicen que cuando el sentimiento te sobrepasa tiendes a morder a la otra persona y yo te amo tanto, cariño.
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CUENTOS DEFORMES: misterio, tragedias, distopias
Short Story"Cuentos deformes" presenta una selección de escritos breves sobre mundos distópicos, enfermedades raras, historias familiares, relaciones trágicas, canibalismo, entre otros temas que te harán pensar en los vicios de la sociedad. Los recursos del hu...