Esto es por tocarme demás.

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Capítulo 8

Me levanté con la decisión tomada hoy me largaría de aquí pues mi hombro ya se encontraba mejor, no completamente nadando pero me las he arreglado incluso con heridas más graves.

Busco entre la ropa nuevo y me pongo unos jeans de tiro alto con una camiseta blanca y unas botas que también compraron para mi, no son mis botas pero sirven.

Como era obvio la puerta tiene seguro, pero nada es imposible para mí.

Recuerdo que cuando me bañé aquí por primera vez me quité unos pasadores y los dejé en la repisa. Me meto al baño enseguida y las saco para darles forma y así poder abrir la puerta.

Apenas voy metiendo el objeto modificado empujan la puerta con fuerza mandándome al piso de golpe poniendo a doler mi trasero.

—Auch —me quejo— no te enseñaron a tocar maldición.

Pardonne moi, mon ciel —estira su mano para ayudarme a levantarme— ¿qué hacías detrás de la puerta?

—¿Qué crees que hacía genio? —sacudo mi pantalón— es obvio que me largo.

Enderezo la espalda y verme un poco más alta, aún así el me pasa por unos centímetros.

—Y hoy ni tu no nadie lo va impedir —digo seria—. Estoy estresándome y créeme cuando digo que a nadie le conviene eso.

—Estoy en eso, de hecho venía a decírtelo —deja mi bolso sobre la cama—. Bastien llega hoy, y cuando el pase por esa puerta te irás.

—Bien y como no soy ninguna prisionera, voy a salir.

—Como quieras, pero te acompaño.

Bajamos las escaleras y pasamos por un pasillo lleno de puertas pero solo una llama mi atención, es una de color negro y más grande que las demás.

Aquí por todas partes la gente viste con uniformes iguales y por obvias razones entiendo que son la servidumbre de la casa. Nadie lo mira a la cara agachan la cabeza cuando pasan a su lado.

No reparo con detalle la casa, no es que me quede a memorizar cada jodido espacio.

Coloca su mano es mi espalda para impulsarme.

—Vamos.

Salgo y lo hace detrás cerrando la puerta y quedo totalmente maravillada.

Hay un esplendoroso jardín lleno de árboles frutales y flores. No sé te parece en nada a una casa de mafiosos. Cosa que es lo que normalmente las mansiones de esta gente aparenta.

Claro no es como que esperaba una mansión tenebrosa, oscura y totalmente árida pero me sorprende bastante lo colorido que está todo.

—No luzcas tan sorprendida —me atrapa mirando todo—, a nuestra madre le encantaban los jardines y las plantas.

—¿Encantaban?

—Ella murió hace unos cuantos años —no había dolor en su hablar, solo ira.

—¿Puedes enseñarme el lugar? —cambio de tema— tengo mucho tiempo sin respirar aire libre, ya sabes por el estar encerrada por cuatro paredes.

—¿Siempre tienes algo que decir?

—Siempre.

Habíamos caminado por todo el lugar y era estúpidamente gigante. Tenían caballerizas, una piscina enorme, un cancha de tenis y una de vóley; ahora caminábamos por los linderos donde había un lago que estaba casi en los límites de la propiedad.

Superficial (+21) Libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora