Has vuelto a casa

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Capítulo 39


Kore

Entiendo que quisieran perder su rastro llevándome de un lado a otro, pero casi diez horas siendo movida por varios países me parece demasiado. El viaje no debió durar más de dos horas y aquí me tienen aburrida.

Yo sé, sé lo que estarán pensando, pero literalmente he estado en situaciones peores al menos aquí viajo en asientos cómodos. Tan pronto como descubra que quiere el viejo asqueroso de Rizzo me iré.

Si mato a todos en el proceso dependerá de mi humor.

Cuando llegamos a nuestro destino me cubrieron la cabeza con una especie de bolsa negra con la que no podía ver absolutamente nada. Por supuesto esto era inútil en su totalidad, era tan fácil para mí encontrar su casa o donde sea que me estén llevando.

La verdad no creo que muchos de los de aquí sean muy expertos en su trabajo. De hecho todo lo que han hecho yo lo he aprendido antes de cumplir dieciséis, pero dejaré que crean que logran algo con esto.

-Sabes algo Rizzo Junior, necesito ropa -le hablo porque sé con seguridad que está aquí, puedo percibir su perfume- he estado con el mismo atuendo todo el día y enserio urge que me cambie.

-A donde iremos hay de sobra.

-No puedo usar cualquier ropa, me provoca alergias cierto tipo de texturas.

-Toda una princesa.

-Me considero más como una reina, pero gracias por el intento.

No tardamos demasiado en llegar, escucho como los autos que nos seguían se detiene detrás.

Abren la puerta de mi costado y retiran la bolsa de mi cabeza, posteriormente me sacan del auto aún con las manos amarradas -las cuales pude desamarrar con facilidad- ya que quieren dar toda la impresión de que fui capturada.

Muevo mi cabeza para arreglar mi cabello que parece un puto nido de pájaros.

Lorenzo me lleva sujeta del brazo, llegamos a unas escaleras que dan a la gran mansión que tenemos enfrente. Me insta a subir con él, algunos de los guardias nos acompañan por ellas con la mano sobre sus armas por si se me zafa un tornillo y decidí que quiero lanzar a su nuevo jefe por las escaleras.

Y no los culpo porque ese fue el primer pensamiento que llegó a mi cabeza luego de ver las escaleras.

Presto atención a cada cosa de lo que puedo observar sin ser demasiado obvia. La escalera es bastante extensa y si no tuviera una buena condición física ya estaría ahogada.

-¿Acaso no pudieron hacer la entrada un poco más accesible?

-No nos culpes, sino a tu querido padre -aquel frío vuelve a hacerse presente-. Después de todo ésta era su casa.

Aquí vivió mi... mi padre.

De todas las cosas posibles que imaginé en esta vida el conocer la casa en la que vivió mi difunto padre no entraba en ellas.

Si la mansión de los Masevit me pareció grande esta se queda corta, es inmensamente más grande, se parece mucho a un palacio extraño en el centro, el resto es común y corriente. Cientos de ventanas y pilares que las abarrotan.

Llegamos hasta el final de la escalera y la alta iluminación de la entrada casi puede cegarme.

En la entrada hay varias esculturas, en todas grabados los nombres de los antiguos dioses Griegos.

Es como si todo el frente de la casa fuera un mausoleo de ellos, están perfectamente conservados. Uno de los guardias me empuja e indica que siga caminando ya que me perdí en observar los monumentos.

Abren la puerta de la entrada dando paso a una sala, como por fuera tiene una estructura redondeada casi como los palacios árabes, en el medio del salón hay un círculo dorado bordado de cientos de formas, sobre el círculo un candelabro del mismo color.

Las escaleras laterales tienen su pasa mano del mismo color. Enserio deben amar el oro o al menos su color.

-Pensé que me llevarían a una especie de mazmorra -expreso ante el silencio-. No tomen mi palabra como un petición.

-Jamás podría poner a una belleza tan espectacular como la princesa Lombardi en un mazmorra.

Todos los presentes volteamos ante el comentario de mismísimo Luciano Rizzo, viene entrando con una mujer que no puede mantener una expresión neutra mientras me mira.

Debe ser su esposa, a cada lado están las dos jovencitas que por supuesto son sus descendientes. Una es totalmente idéntica a su madre, ambas comparten el cabello rubio dorado, ojos color verde y tez bronceada. Mientras que la que se encuentra parada junto a Rizzo es más pálida, el cabello castaño y ojos cafés como él.

Ahora mismo me siento como un animal expuesto, como su fuera una espécimen de un zoológico.

La espera mirada de Rizzo me atraviesa en un sentido que paraliza mis músculos, acelera mi respiración y siento como si miles de ojos estuvieran pendientes de mis sentidos.

La última vez que sentí ese tipo de incomodidad fue igualmente de su parte cuando estuvimos en Alemania. No puedo dejar de sentirme incómoda en mi propia piel, siento como si quemara.

Siento el mismo miedo paralizante que sentía cuando era una niña, juro que puedo oír la saliva pasar por mi garganta, los vellos de mi piel se erizan y no en un buen sentido.

-Te he buscado como el huevo de oro, muchacha -sonríe y mi estómago se revuelve-. Al fin has vuelto a casa.

-Esta no es mi casa.

-Pero siempre debió serlo -repone-. Nunca debiste irte de aquí.

-Si me hubiera quedado ya estaría muerta, eso es más que seguro.

-No digas tonterías, eres hija de mi primo porque dirías esas cosas.

-Usted lo quería muerto -acuso firmemente-. Al final lo logró, felicidades.

Su cara rompe la emoción fingida que había estado plasmada desde que entró por esa puerta.

-No sé quién te ha envenenado tanto en contra mío, pero lo que te dijeron no es la verdad.

-No trates de lavarme el cerebro, yo misma hallé todo sobre ti y tu ambición por el poder -le suelto-. Tanto que decidiste recoger a un bastardo como tu heredero.

-Sigues estando equivocada, mi única ambición es reunir a mi familia.

-¿Por eso ordenaste violar y matar a todas las mujeres que tuvieron la mala suerte de compartir cama y sangre contigo?

-Eso no...

-¡Te dije que no voy a creer en una mierda lo que me digas! -grito y mi cuerpo se empieza mover solo en dirección a ese bastardo.

Las mujeres se encogen, sin embargo él se encuentra de lo más tranquilo. La ira y la venganza me hace moverme a pensar del temor interno que siento estar cerca de esta basura.

Una mano firme me detiene en seco.

-Muñequita, es mejor que te calmes -sisea Lorenzo-. Vamos por el baño y la ropa que solicitaste.

-Suéltame -siseo de vuelta.

-Perdón, padre -el aprieta su agarre-. Debe estar cansado por el viaje, la llevaré arriba.

-Hijo de p...

Pienso soltar todos los insulto que conozco en todas las lenguas que conozco, pero el muy maldito cubre mi boca y me carga. Sorprendentemente me sostiene bien, apresar de los golpes que le suelto se mantiene firme.

Sube conmigo al segundo piso y me mete a una habitación que carece de cualquier vista al exterior a excepción de un pequeño tragaluz en la esquina de la habitación.

Saca la mano de mi boca y me empuja hacia adelante, no dudo un segundo en girarme y dirigirle un golpe a la cara.

-Nunca vuelvas a cubrirme la boca de esa manera, imbécil -asesto otro golpe que acepta sin chistar-. Voy a encontrar a Darren y luego los mataré a todos.

El miedo de sentir una mano extraña callando mis palabras como en el pasada me provoca náuseas.

Me limpio la cara con la maga sucia de mi ropa, es preferible que sentir su tacto. Por otro lado él limpia el hilo de sangre que sale de su boca debido a mis ataques.

-En el armario hay la ropa que pediste -no muevo mi vista de él-. Descansa, muñequita.

Alcanza la puerta y sale dejándome encerrada, lo sé, no se arriesgaría a dejarme cómo si nada sabiendo de lo que soy capaz.

Me tumbo en el piso derrotada, sé que yo elegí este camino, pero siento algo de arrepentimiento de no detenerme a pensar todo.

Superficial (+21) Libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora