Tú excompañero

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Capítulo 38


Kore

El viaje no fue molesto, lo molesto fue llegar y darme cuenta de las mil llamadas y mensajes que habían explotado mi teléfono. No estoy jugando al decir que casi tengo esa cantidad de notificaciones, incluso hay registros de que han llamado del número del iPad de Zia.

Creo que no les hizo gracias que me escabullera de la casa, secuestrara uno de sus jet y que amenazara a sus pilotos para que me dieran el mando.

Desactivé todos los dispositivos de rastreo que tiene el avión para que no se les haga tan fácil seguirme el rastro. 

Ya está hecho y no hay nada que hacer. Tal vez no actué de una buena manera con esto, pero no podía esperar a explicarles lo que sucedía.

Cuando arribo en  recibe Reinalds, Lanz  y Culkine, de informática, rastreo y extracción respectivamente.

—No se han registrado más actividades desde nuestra llamada, la línea fue cortada —me pasa una tablet y continuamos el camino adentro—. Activé el chip que está incrustado en su cuerpo y tenemos una ubicación.

—¿Dónde está? —envía a mí pantalla el mapa—. Sigue ahí.

—Exacto, se encuentra en República Checa aún, pero al lado opuesto de dónde fue raptado.

—Ya enviamos a un cuerpo no tan grande a registrar el área y encontrar pistas de quién fue el responsable —acota Lanz—. Culkine y su equipo ya están listos a espera de sus órdenes Kore, después de todo eres en quien más confía el jefe.

Los dos hombres, Reinalds y yo nos dirigimos al edificio donde se encuentra la oficina de Darren. Siguen hablándome del plan que tienen y las estrategias que han formado, escucho con atención aprendiendo la ubicación de cada uno para poder moverme con agilidad.

Cuando llegamos a la oficina de papá hay una persona en la entrada, muy nerviosa debo añadir.

—Partimos dentro de una hora, preparen todo y no quiero fallas —le entrego el aparato a la rubia—. Si no tienen más que decirme pueden retirarse. Cualquier información que tengan me la hacen saber.

Los tres asienten y se van. Saben que mi reputación me precede, no solo porque sea la hija de Darren, eso no importa, nadie aquí lo sabe —y si lo sospechan no se atreven a cuestionar nada— por lo que en realidad siguen mis órdenes es por mi trabajo que es reconocido frente a todos ellos.

Rebecca se muerde las uñas desesperadamente hasta que me ve, avanza rápidamente. Sus ojos están rojos y su nariz ni que hablar.

—Acabo de enterarme, ¿ya sabes algo de él?

—Ya tenemos la ubicación, dentro de poco iremos a buscarlo —asiente ferozmente—. ¿Quieres pasar?

Normalmente ella es muy serena y armónica, aparentemente lo era o al menos lo pensaba.

Ahora es un manojo de nervios, parece una gelatina por lo temblorosa que se encuentra. Abro la puerta dejándola pasar primero, se sienta en la silla frente al escritorio.

—Te haré un té, tienes los nervios de un gatito.

—Gra-gracias —apoya sus manos en su regazo—. Odio dar este espectáculo.

—No te preocupes.

Saco agua caliente del dispensador en una de las tazas que están en la mini alacena, lo pongo al medio y pongo un sobre de té que dice es bueno para calmarse. Yo no tengo idea de eso odio esas cosas, prefiero siempre el café.

Superficial (+21) Libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora