Capítulo 6: De regreso

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Narra Gabriela

7:20 am.

Me encontraba en la tina.

Al parecer durante periodo de clases, el desayuno se servía a las 7:30 am.

Y mis clases iniciaban a las 8:30 am.

La Universidad Real no quedaba lejos.

Así que media hora era más que suficiente para llegar a tiempo.

Al salir, miré el uniforme cuidadosamente puesto sobre una repisa del baño.

Era lindo.

Color azul amarino.

Me vestí y coloqué unos zapatos negros con pequeño tacón.

Salí y caminé hacia mi cuarto.

Al llegar, me encontré con los chicos en la puerta de mi habitación.

—Tienes dos minutos para arreglarte y bajar al desayuno— me sentenció Alexander.

Su nombre es muy largo.

Le diré Alex.

—Entiendo, entiendo—.

Entré a mi cuarto, me puse frente al espejo del tocador y me hice una media coleta.

Tomé un poco del maquillaje y me arreglé.

Justo antes de salir me coloqué la mochila que habían dejado preparada sobre el escritorio, en mi hombro.

Baje y entré al comedor principal, en donde mis padres tomaban asiento.

Los chicos se dirigieron al comedor especial para ellos, a desayunar.

Mismos que vestían ese uniforme negro.

Saludé a mis padres para comenzar a desayunar.

—Hoy se reanudan las clases en la Universidad Real, espero que tengas un buen día hija—.

Mi padre me miró mientras comía.

—Si papá. Será un buen inicio, estoy segura— asentí.

Eso deseaba con todas mis fuerzas.

—Creo que como es el primer día, harán la ceremonia de apertura y te invitarán a decir algunas palabras como princesa de este país. Confío en que lo harás excelente—.

Casi me asfixio con mi comida al escuchar a mi madre.

Tomé aire.

—Si mamá, lo haré bien— sonreí lo más natural que pude.

Diez minutos después, terminamos de comer.

Me despedí de ellos y con la ayuda de los chicos nos dirigimos a una especie de limosina que esperaba en la entrada del palacio.

En el interior mis nervios aumentaron.

—Chicos... Mi mamá dijo algo sobre una ceremonia de apertura y que yo sería parte del programa— hablé preocupada mientras los veía.

—Cierto... La ceremonia de apertura... Lo olvidamos. Pero no te preocupes, sólo das unas palabras de aliento y ánimo a los de nuevo ingreso, no es la gran cosa— me trató de calmar Mike.

—Pues para mi no es cualquier cosa. Seguramente los ojos de muchas personas estarán sobre mí... Eso es más que suficiente para preocuparme—.

—Alrededor de diez mil personas... Pero no te preocupes. Sólo di lo que salga de tu mente—.

Alex solo empeoró mis nervios luego de mencionar esa gigantesca cantidad.

[...]

Tiempo después la limosina se detuvo.

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