Capítulo 1

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Defunción-

¡Corre Dafne! ¡Corre!, resiste aunque sea un poco más, no mires atrás y solo ¡Corre!. Era lo único que pasaba por mi mente mientras corría entre los árboles y el frío de la noche que penetraba cada parte expuesta de mi piel.

¡Maldición! Mis rodillas se han empezado a entumecer y mis piernas tambalean todo por el estúpido frío, las yemas de mis dedos, mi nariz y mis pies descalzos se tornaron de color rosáceo —A decir verdad soy fiel amante a los climas fríos, pero necesito correr, acelerar el paso: La neblina no me deja ver bien el camino, el frío entumece mi cuerpo, la angustia invadió mi ser, y aunque me acercaba a las primeras casas de la entrada a la ciudad, todo estaba muy oscuro. La luz se había ido hace un par de horas, no podía dejar de sentirme desesperada, sentía que no había final, y cuando menos lo pensé ¡llegué! ¡por fin llegué!

—¡Ayuda! ¡Por favor! ¡Ayuda! —Mis gritos se escuchaban por toda la zona, cuando vi a las personas salir de sus casas para presenciar a quien fuese el escandaloso que gritaba en la madrugada. De repente sentí como alguien tocó mi hombro e inmediatamente ataqué su mano con desesperación, mientras en mi estado algo anonadado le decía a aquel desconocido ¡Ayu.. ¡Ayuda! Mi voz no se oía del todo bien por la falta de aire y lo alterados que estaban mis nervios.

Pude ver a mi alrededor como todos me obserbaban al menos unas 10 personas. De las cuales una de ellas me sentó en un andén hasta tranquilizarme, bebí un poco de agua que el desconocido me ofreció y confesé... —¡La cabaña de los Belgie se ha incendiado!—. No podía dormir así que salí del cuarto donde dormía con la hija del señor Belgie dirigiéndome a la sala a leer un poco, pero luego de unos momentos me conducí al baño. Cuando procedí a lavarme las manos ví humo y solo pensé en correr, pedir ayuda, el señor Artourth y mi mejor amiga se encontraban dentro. Pero no pensé que fuera demasiado tarde.

—Con lágrimas en mis ojos y mi voz entre cortada pronuncié; eso fue todo señor oficial, ahora sin más que decir ¿Me puedo retirar?.

—Por supuesto, pero antes déjame darte una noticia —expresó el oficial sentado al frente mío con un semblante sereno.

—Si claro dígame —Hablé mientras me levantaba de mi asiento.

Quería irme en cuanto antes de este lugar, quería dejar el tema a un lado. Aún no puedo creer que esto en verdad esté pasando y tanto interrogatorio hacía que recordara todo de ella.

—Quizá no fué del todo tarde, quizá hiciste mucho en no decistir, en seguir corriendo hasta que tus pies sangraran. No fué tan tarde señorita Dafne.

—¿De qué habla?, ¡no entiendo! —Le pregunté al oficial algo confundida.

—Lo que quiero decir es que: gracias a su valentía pudimos rescatar a la señorita Belgie, pero lamentablemente el señor Artourth fue hallado sin vida.

—¡Qué! ¡Cómo!— Estaba desconcertada, no podía creer las palabras que salian de su boca. Lo miré detenidamente con mi cara de sorpresa, en verdad no podía creerlo, cada vez estoy más confundida.

—Si, la encontramos inconsiente a unos cuantos metros de la cabaña. Tenía algunos raspones pero fue atendida inmediatamente gracias a los auxiliares enviados, a los pocos minutos despertó, pero parece estar en estado de shock.

—¡Necesito verla, por favor, señor oficial! —Expresé.

—Claro, justo en este momento esta por entrar a la sala —Pronunció el oficial, con una sonrisa mientras se paraba de su asiento para saludar a la chica. Quien provee una linda cabellera dorada, de ojos azul cielo con un brillo como en una noche estrellada y casi lo que se asemeja a la palabra ángel o perfección pura.

Tú sangre en la mía Donde viven las historias. Descúbrelo ahora