Capítulo XIX

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Sacrificio y Salvación

XIX 

Alberca

—Entonces ¿A qué cosa debo dar las gracias por esta afortunada visita de no menos que nuestro soberano y su magnífica esposa? —

Kagome no pudo perder de vista a aquel gran Daiyōkai ni siquiera por un solo instante. A su parecer, Tsukuyomaru tenía una apariencia única y particular para ser un demonio nocturno. Con aquel cabello platinado, similar al de su esposo pero mucho más oscuro, piel morena, como si hubiera sido insolado y se hubiera tostado hasta tener esa tonalidad y ojos violetas como las orquídeas, tan atrapantes como su color.

El porte, la educación y la elegancia, ya se estaban sobreentendidas con el simple hecho de nombrar su posición como un gran señor.

—El recorrido por mis territorios me ha encaminado a pasar por estas tierras, por ello, me he visto en la necesidad de hacerles una visita al ser ustedes grandes amigos de mi difunto padre y antiguo rey—Respondió el de cabellos blanquecinos una vez que tomó asiento al lado de la azabache. Kagome pudo percibir en su voz cierto reflejo de orgullo latente, en forma de poderío sin llegar a parecer ofender a los demás.

Ambos mantuvieron una gran conversación sobre temas territoriales, asuntos de estado, cosas de Daiyōkais que no logró entender del todo y algunas tazas de té compartidas. Kagome no pudo evitar resaltar el hecho de que el sabor del té era bastante agradable, añadiéndolo a su lista de uno de los mejores tés que habría probado fuera de los de su hogar y la casa Inu-Yōkai.

Mientras lo bebía, trataba de prestar su mayor atención a la charla que había entre los dos seres masculinos, sin inmiscuirse ni comentar nada a menos que se le preguntara o se le hiciera énfasis. Realmente para ella, era muy interesante ver el gran desenvolvimiento que tenía Sesshōmaru, el respeto que le profesaban todos y como incluso ella, siendo una humana que se había convertido en su esposa, también se le trataba como a una igual yōkai, sin diferencias o miramientos negativos. Eso le agradaba, se sentía bien saber que no porque pertenecía a una raza ni a una sangre distinta debía tratársele diferente.

«Tal vez si hubiéramos pasado por aquí antes de la boda, Tsukuyomaru hubiera podido enseñarle algunas cosas al Sesshōmaru de antes... Hubiera sido menos complicado» Pensó una vez que se alejó de los labios la taza vacía Y definitivamente hubiera sido mucho menos odiosoSonrió ladina.

Mientras pensaba en esto último, la puerta se deslizó con un sonido suave dejando ver a una hermosa mujer de cabellos negruzcos, contemporánea en edad y en altura a Kagome, similar en belleza y también en aura, porque desprendía de su ser una humildad y un compromiso no muy frecuentes. Venía con una sonrisa pequeña mientras caminaba despacio por los pisos de madera de la sala a causa de su avanzado embarazo que se apreciaba lo suficiente sobre su kimono.

Mayor fue su sorpresa al confirmar que las palabras de Jaken eran ciertas.

Ella también era una humana, ¡una humana como ella! ¡Una humana casada con un Daiyōkai! Y por si fuera poco... ¡Embarazada!

—¡Shizu! Amada mía...—Tsukuyomaru no hizo amagos en levantarse para recibirla —¿Por qué has tardado tanto? Ya comenzaba a preocuparme por ti —Su delicadeza al preguntarle derritió el dulce corazón de Kagome como el azúcar para el caramelo.

—Lamento haber tardado mi señor —Suspiró — les pido una disculpa a nuestros queridos huéspedes —Reverencio apenada, recibiendo un asentimiento —Como pueden ver mi estado ya no me permite ir muy rápido a cualquier lado —Sonrió avergonzada.

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