Capítulo XXXVIII

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Sacrificio y Salvación

XXXVIII 

El conocer

Así, el pequeño grupo se adentró en el pequeño hogar para poder conversar un poco y también por qué no, tomar una taza de alguna infusión relajante.

—Entonces, cuénteme cómo ha sido su largo viaje— Empezó la sacerdotisa mientras le servía algo de la bebida a la joven princesa.

—Supongo que he conocido más de lo que jamás pensé conocer— Tomó la taza entre sus dedos y bebió un largo sorbo— He conocido tanto... Que a veces me preguntó si no ha sido un sueño —.

—Así parece siempre —Sonrió —Allá afuera existe un mundo que creemos conocer hasta que salimos de nuestro hogar—Soltó un suspiro mientras se sentaba— ¿Él vendrá? —.

Kagome observaba todo a su alrededor con una visión nueva, recompuesta, sin hacer énfasis en lo pasado, y tampoco sin pensar demasiado en el futuro, solo se concentraba en el presente; en lo que estaba viviendo en el maravilloso ahora. A la pregunta hecha, le dio una respuesta rápida, pero acorde a lo que sentía y a lo que sabía, muy diferente a la que le había dado a su madre durante el desayuno:

—No lo sé— Y prosiguió tomando su té.

Hace un tiempo, creía que no volvería a ver nunca su casa, que nunca volvería a ver a su familia ni a nada ni nadie de lo conocido, y el destino se había encargado de traerla de vuelta. Si Sesshōmaru volvía o no ¿Quién era ella para decidirlo?

Ella bien lo había prometido, sería feliz con o sin él.

La anciana pareció sorprenderse, pero acto seguido hizo una mueca incomprensible para su persona. Entonces tuvo la necesidad de preguntarle algo improbablemente subjetivo:

—¿Alguna vez llegó a conocerlo? —

—No como usted debe conocerlo, mi señora—Pausó— Yo solo sé de historias y leyendas, y lo único que he podido concluir de todas ellas, es que con los demonios nunca hay un camino claro ni un destino predecible—

Ella más que nadie llegaba a comprender el sentido de tales palabras. Hubo un pequeño silencio y luego la conversación prosiguió:

—¿Cuál es su nombre? —.

—Sesshōmaru—Respondió la mas joven.

—Ese suena como un nombre de poder— Dedujo la anciana, quién bebía un sorbo del preciado líquido que había servido.

«Lo es, sin duda» Concluyó irónica dentro de sus pensamientos. Para ella, Sesshōmaru era uno de esos seres con gran poder, pero con falta de convicción para realizar las cosas concernientes al corazón. Era gallardo, y orgulloso, y eran estos atributos los que no le dejaban expresar lo que de verdad sentía... ¿Podría clasificar como cobarde?

—De seguro vendrá, está en la sangre que corre por sus venas —

—¿A qué se refiere? —Inquirió confundida, dejando de lado la taza de té vacía.

—Los seres de su naturaleza, acostumbran a escoger a una sola pareja para toda la vida —Soltó un suspiro —Es muy probable que vuelva por usted —.

Y a partir de esto, hubo un punto y un largo silencio en la conversación. La princesa se sumió en un largo letargo dubitativo, en el cual pensaba sobre aquellas palabras y el comportamiento que había notado en muchos de los yōkais con los que había convivido; encontrando una gran certeza en lo dicho por la anciana.

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