CAPÍTULO 25

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Netherbrook
Domingo 19/04/20

Leila

— ¿Aún sigue ahí? —preguntó Henry, en un bisbiseo.

Miré sobre mi hombro izquierdo y vislumbre a Thomas quien, sentado en el sofá frente al televisor y con el teléfono en la mano, volteó la mirada.

Unas visibles ojeras habitan bajo sus verdosos ojos, los cuales hoy se ven más opacos. Su cabello está hecho un asco al igual que todo el sillón repleto de envolturas de comida chatarra y algunas tazas de café sobre la mesita central de la sala. No descartemos la ropa que lleva hace tres días puesta. Le rogué que se bañara, pero insiste en quedarse mirando el televisor.

Ha estado así exactamente desde que vio esa estúpida noticia. No deja de ver la pantalla en todo el día y todo por querer ser el primero en enterarse sobre quien es aquel cadáver que encontraron en el bosque de Ghosforton.

Thomas me confirmó que tenía miedo sobre la identidad de ese cadáver. No entiendo el por qué. Pero Henry me asegura que es porque sospecha que sea su hermano, Dylan, lo que sería casi imposible. Además, no creo que salga en las noticias dado que es algo, privado. Supongo. No creo que sean tan insensibles como para revelar la identidad del cuerpo en plenas noticias, a todo el público.

Hace unas horas había llamado a Henry para explicarle toda la situación, y el rubio insistió en venir para acompañarme. Se escuchaba muy preocupado al otro lado de la línea telefónica, y no pude negarme. Pero cuando Henry entró por la puerta de la casa, a Thom no le hizo mucha gracia. Lo fulminó con una sombría mirada. Ni siquiera fue capaz de pedirle perdón, o de saludarlo, o de preguntarle cómo se encontraba dado que tenía todo el ojo morado por su culpa.

Por culpa de ambos, mejor dicho.

Henry tampoco puso de su parte en intentar charlar con él, pero no porque no quisiera, sino porque es imposible viendo el estado en el que se encuentra el morocho. Está como en un trance a la locura. Lo cual es entendible, pero asusta.

— ¿Tú que crees? —respondí obvia, despegando la vista de Thom para volver a los celestes ojos de Henry.

— ¿Cuánto tiempo estará así? —se oía algo inquieto.

—Hasta que salga en las noticias...—baje el tono de voz— Lo que... bueno, ya sabes.

—No sé que creer respecto a eso. Digo, en mi opinión él esta así —señaló la mirada perdida de Thomas— Porque está esperando lo peor de lo peor.

Seguramente.

Thomas, de a ratos, es tan pesimista que en ocasiones espera lo más malo cuando no debería.

—Sígueme, hay algo que quisiera mostrarte.

Me levanté del taburete de la mesa y caminé por el pasillo, con Henry siguiéndome por detrás. Entramos en mi cuarto y pude notar como Henry miraba todo a su alrededor, cada rincón de la habitación, y cuando escuchó que cerré con llave, se sobresaltó.

—Me has encerrado en tu cuarto ¿Qué sigue? ¿Me taparás la boca? ¿Me atarás las manos? —se lanzó sobre la cama de espaldas y elevó sus manos como si estas estuvieran esposadas— Soy todo tuyo.

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