Mi esposo es un cornudo

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Camila POV







Siempre fui una chica de clase media alta, familia acomodada, mi familia tenía campos en el norte del país y si bien, rara vez fui por esos lados, todos esos negocios siempre nos dieron un excelente pasar económico.

Así fue que naturalmente siempre estuve rodeada de personalidades de ‘bolsillos llenos’

Tuve novios y novias, cortas convivencias, amores pasajeros, amores perdidos que dolieron, amores que yo preferí dejarlos de lado, pero nunca había encontrado al verdadero hombre de mi vida.

Eso pareció suceder cuando estaba llegando a mis treinta años, había asistido a una fiesta vip y en un cruce de miradas conocí al que en breve se transformaría en mi marido.

Shawn Mendes, era un chico carilindo y simpático, fue flechazo mutuo. Su familia andaba en el negocio de bienes raíces, su padre era parte de una sociedad que se dedicaba a comprar casas para demoler, aprovechaban el terreno y levantaban importantes edificios para luego vender los apartamentos, un negocio redondo.

Shawn era parte un poco de todo ese mundo, pero él había diversificado en distintas inversiones, como buen judío podía oler el dinero, y con dinero en mano solo hacía más dinero.

Valoré mucho de él que convenciera a su familia, fue difícil para mí puesto que yo no pertenecía a la comunidad y no era bien vista, sus padres eran muy arraigados a las tradiciones, pero mi prometido les hizo entender que el mundo había cambiado.

A pesar de todo, hicimos doble ceremonia religiosa, una cristiana, una judía, así todos vivimos en paz.

No puedo negar que en esos primeros años fui feliz junto a mi marido, no podía quejarme, me daba todos los gustos que puedan imaginarse, ropas, viajes, placer y obvio, sexo.

Habíamos ido a vivir en uno de los más prestigiosos edificios que había construido su familia, un piso completo en las alturas, más grande de lo que puedan imaginar, más lujoso de lo que puedan pagar, incluso tenía un cuarto de juegos exclusivo. Los amplios ventanales envolvían en toda la redonda el lugar, así que podíamos disfrutar juntos de una hermosa salida del sol como así también verlo caer cada atardecer, era todo muy romántico.

En el subsuelo se encontraban las cocheras, donde nosotros guardábamos los coches, Shawn tenía una camioneta y yo algo más modesto.

En la planta baja se encontraba el gym donde solía ir un rato a mantenerme en forma, y por fuera un interminable parquizado con el mejor césped de la ciudad.

En la azotea, había un enorme quincho para reuniones familiares y una preciosa piscina con reposeras y sombrillas, con un techo corredizo para cerrarla y climatizarla en días invernales.

Shawn era un tanto diferente a la mayoría de los hombres y mujeres que había conocido en mi vida, en general tipos celosos en mayor o menor medida, pero mi esposo era diferente, él siempre se excitaba luciéndome como su mayor conquista, con mi forma de vestir, de caminar, de insinuarme.

En algún punto me molestaba esa situación, él no me celaba ni un poco, no le molestaba que otras personas vieran mis piernas, o mis tetas, o que se me insinuaran, o que me comieran con la mirada, no, el parecía a jugar el juego de decirles a los demás ‘yo tengo lo que vos deseas’.

Relatos Eróticos (LaurenGiP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora