CAPITULO 3: TORTITAS QUEMADAS

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Los siguientes días los pasé ayudando a mamá con la nueva casa. Al tercer día ya no quedaba nada fuera de su sitio y ya estábamos instaladas completamente. 

Un día cualquiera, cuando solo quedaba una semana para empezar el último curso del instituto, Kate me llamó y me invitó a ir a tomar un batido a un bar que le gustaba a Thommy y a ella. La verdad es que no me podía quejar, Kate y Thommy eran las personas más amables y divertidas que había conocido nunca y me habían incluido en su grupo y en sus planes nada más conocerme.

Todo empezaba a estar bien, pero solo quedaban unos días para empezar el instituto y la verdad es que la idea de ser la nueva no era algo que me fascinase. ¿Quién sabe lo que podría pasar? Podrían insultarme, podría caerles mal a todos, podría quedarme sola el resto del curso o ¡peor! ¡podría tener que comer en los baños de chicas o al lado del cubo de la basura!. Vale, puede que estuviera dramatizando un poco la situación, pero estaba aterrada.

La noche de antes decidí, tras mucho overthinking ya sabéis, llamar a Kate y creo que fue mi mejor idea de la semana, porque básicamente todas las dudas que tenía se fueron. Kate me prometió que no me iba a dejar sola, hasta llego a usar el término "mi pequeño polluelo "o "mi protegida "en fin...

No me podía dormir, así que se me ocurrió la maravillosa idea de elegir la ropa del día siguiente a las tres de la mañana. Parecía que habían asaltado mi armario, menos mal que mamá ya se había ido a dormir hace rato porque si no esta segura de que se transformaba a su modo "o lo recoges en cinco minutos o lo tiro todo", al final nunca cumpliría esa frase, pero más vale prevenir que curar.

Me decidí por unos vaqueros azules ajustados, que me hacían un culo genial, por si os interesa, una camiseta ajustada negra, un jersey color beis bastante ancho y mis zapatillas planas de color blanco. Lo dejé encima de una silla que había en mi habitación y bajé a la cocina a hacerme un té. Sinceramente no lo entiendo, la gente dice que, por culpa de la teína, al igual que la cafeína luego no te deja dormir. Pero el caso es que a mi me pasa justo lo contrario, si algún día no me puedo dormir, con prepararme un té caliente, me quedo dormida al momento, y yo no soy de esas que se levantan a medianoche para ir al baño o beber agua. Bueno, lo que quería decir, es que después de tomarme el té, subí a la habitación y me quedé dormida.

Esa mañana vendría a buscarme Kate, que ya tenía dieciocho y se había sacado el carné. Me informó de que nos llevaría a Tommy y a mi al insti todas las mañanas, si así lo queríamos, pero que tenía que dejar antes a su hermana pequeña en el colegio. Honestamente, no me había planteado que Kate tuviese una hermana, el tema no había salido nunca y yo había dado por hecho que era hija única, así que nunca pregunté. La hermana de Kate se llamaba Amelia, pero Kate me había dicho que todos la llamaban Meli. Yo atendía a todo lo que decía y me dijo que vendrían a buscarme a las siete de la mañana.

Con todo preparado me levanté esa mañana a las seis y sintiendo los nervios en el estómago, bajé a desayunar con mamá. Parecía ridículo, ¿no? Casi dieciocho años y todavía me ponía nerviosa antes del primer día de colegio, pero entenderme, era la nueva en el pueblo y no conocía a casi nadie... Aunque sí, todavía tenía que madurar un poco.

Mamá había hecho tortitas para desayunar, creo que para que empezase feliz el día, pero con lo mal que se nos daba a las dos cocinar, obviamente se le quemaron. Así que improvisamos un desayuno a base de leche, fruta y cereales integrales. Recuerdo que cuando era pequeña, papá nos solía sorprender con desayunos riquiiiiiisimos, siempre incluian todo tipo de cereales acompañados con diferentes frutas, o nos cocinaba gofres o tortitas para que nos las comiesemos con sirope de chocolate o caramelo. Ese pensamiento me puso algo triste. Siempre he pensado que los mejores recuerdos y los más valiosos de una persona, son los felices de los cuales al acordarte te pones triste. Al fin y al cabo, supongo que eso los hace más especiales, más únicos.

A las seis y treinta mas o menos, subí a vestirme. Mucha gente me odiará, pero no soportaba desayunar vestida, #sedesayunaenpijama. Me puse la ropa que había elegido la noche anterior, me lavé los dientes y me maquillé sencillamente. Eran las siete menos cinco cuando terminé y estuve lista para irme. Me despedí de mamá y salí para esperar a Kate. Mi intuición me decía que ese dia iba a ser especial, tal vez me ocurría algo inesperado... 

Lina & AlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora