Problemas

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Tsukasa se sentó en el futón, toda la habitación estaba arañada, la puerta magullada y aboyada  le hicieron saber que fue puesto en la habitación para el celo de un alfa. Sin tener que meditarlo mucho se dio cuenta de que tuvo su celo en la noche. Hace una semana.

El joven alfa se levantó irritado y serio, una expresión que era invisible para cualquiera que lo conociera. La madera fría lo recibió al salir del futón. Toco la puerta de metal esperando le abrieran.

— ¿Cómo estás Tsukasa? — la voz vacilante y nerviosa de su madre le respondió 5 minutos después.

— Estoy... Mejor, ya puedes abrirme — Tsukasa tuvo que suavizar su voz, dejando de lado la voz chillona que usaba diariamente.

El suspiro de su madre acompaño los chasquidos de los seguros.

Su madre se asomó y le brindo una sonrisa de esas que solo las madres pueden dar después que haberlas preocupado tanto. La omega observó la puerta con lástima, haciendo una mueca  lo consiente que ahora era sobre la fuerza del menor de sus hijos.

— Tendremos que comprar una puerta nueva.

— ¿Y Amane? — pregunto impaciente el alfa mirando los pasillos de la mansión.

— Él está en la escuela, no debe tardar en llegar, pero deberías darte un baño. No quiero ofenderte, pero apestas — río la mujer mientras hacia un además con su mano en su nariz, riendo burlona mientras empujaba al joven más alto hacia la habitación de los gemelos.

Tsukasa tenía una sonrisa suave por la actitud tan parecida de los omegas de la casa. Se quedó solo después de despedir a su mamá del cuarto con una sonrisa. Su rostro se volvió serio y sus ojos se oscurecieron, ambos omegas se comportan igual, evaden los problemas con indiferencia y una sonrisa que oculta su propio miedo.

Tsukasa tomo una muda de ropa simple y entro a bañarse, obedeciendo a su madre.

...

Amane llego corriendo ala mansión después de evadir ala albina que lo seguía de cerca, y también al presidente Minamoto que lo buscaba preocupado. Aunque era al exorcista al que más le huía, ese maldito príncipe perfecto, le dan escalofríos con únicamente olerlo. Aparte de guapo, apesta a alfa dominante.

Llego con los ojos llorosos al jardín de la casa, Amane tomaba bocanadas de aire en busca de regular su respiración agitada. Trató de limpiarse las lágrimas, pero fue descubierto por su gemelo que abrió la puerta al olerlo mientras salía del baño. Tsukasa lo recibió con el cabello goteando y con una misera toalla cubriéndole las caderas.

El alfa al mirar lo que le hicieron a su omega fruncido el ceño, su mandíbula se apretó al punto que rechinaba, sus puños se apretaron al punto de que los nudillos era igual ala nieve pura del invierno.

¿Quién se atrevió a hacer llorar a Amane?.

Tsukasa empezó a esparcir feromonas en su furia, advirtiendo a todo ser ala redonda que ni siquiera se atreviera a caminar por ahí.

— ¿Quién fue? — fue apenas un susurro, pero fue suficiente para que Amane mirara a Tsukasa, — ¿quién te hizo llorar?, lo voy a matar —.

Amane no supo qué contestarle al alfa semi desnudo.

— No es nada — susurro quedo el omega.

Tsukasa iba a gritar, de verdad. Necesitaba saber quien le hizo eso a su hermano mayor. Pero.

— Por cierto, ¿¡Qué haces medio denuedo en la entrada?!, termina de vestirte — regaño el omega con las manos en la cadera y mirada fiera.

Amane arrastro a Tsukasa hasta el cuarto que compartían, claro que antes se quitó enojado los zapatos y se colocó sus pantuflas.

Tomo una toalla del buró, y empezó a secar el cabello de su hermano, el cual seguía haciendo un berrinche porque su hermano no le contesto su pregunta. Pequeñas gotas de agua manchaban el uniforme se Amane, las cálidas manos se pasaban por los castaños cabellos humedecidos.

— Listo — fue una melodía suave que hizo levantar a ver a Amane.

— Ahora vístete está haciendo un poco de frío, no te vayas a enfermar — Amane regaño suave mientras salía del cuarto.

El alfa se quedó mirando la puerta por donde se fue su hermano.

...

Al día siguiente ambos caminaron juntos ala escuela, el viento soplaba frío. El sereno de la mañana se iba disolviendo con el salir del sol, detrás del para de gemelos los seguía un rubio alfa.  

Minamoto Kou estaba en la sala del consejo estudiantil con su hermano Teru, cuando su apreciada sempai había llegado arrastrando a Yugi-san. La razón por la que seguía a su compañero de clase era por lo que le grito a su hermano, "MONSTRUO".

Nadie creería que esa palabra pudiera describir a Teru Minamoto, Kou quería preguntarle a Amane Yugi sus motivos para hacer lo que hizo. El presidente del consejo estudiantil era una figura de protección y confianza, además de que era un guapo y amable alfa, sabiendo que Amane es un omega, lo más razonable seria que le atrajera el mayor de los Minamoto, o por lo menos eso era lo que pensaba Kou.

Ambos gemelos se separaron en la enterada yendo cada uno a sus respectivos salones, prometiéndose encontrar ala hora del almuerzo. Esa fue la señal que obtuvo Kou para acercarse al mayor de los gemelos.

- Buen día Yugi-san-  saludo Kou mientras empezaba a caminar alado del omega.

Amane volteo a mirarlo con un semblante melancólico y triste,  los grandes ojos ámbares lo miraban como si anhelaran algo que no volverá a ser. De pronto un sentimiento se incrustó en el pecho del rubio, como si conociera de otra forma a Yugi Amane, como si fueran algo más que compañeros que apenas se dirigían la palabra.

- Buen día Minamoto - saludo Amane con una sonrisa brillante, de esas que se practican en el espejo y que pocos diferencian con una real. 

Kou quedo perplejo por el cambio, pero no le tomo mucho recobrar la compostura.

- Este... yo quería saber, tú, tú ayer estuviste con Yashiro-sempai en el salón del consejo estudiantil- Amane escuchaba atento y temeroso así que asentía para que siguiera hablando, - yo también estuve ahí, y quería saber - Kou tomo aire y suspiro para seguir.

- ¿Por qué te asusto tanto Teru-nii?.

Amane solo podía mirar horrorizado a Kou, él lo vio, él escuchó lo que le grito al presidente del consejo estudiantil. Amane jugo con su mejor carta.

- ja, ja, ja, ¿de qué estás hablando? Yo no asistí ayer a clases.

Se hizo el desentendido, al fin y al cabo uno de los gemelos no vino y podría engañarlos, quizás.

- No intentes engañarme, yo sé que fuiste tú. Tsukasa huele a alfa, y tu, tu, tu - la vergüenza tomo desprevenido a Kou.

Amane sonrió pícaro sabiendo que sería una oportunidad para burlarse del rubio.

- Yo, yo, ¿Yo qué?.

- Tú hueles a chocolate dulce y glicinias, es dulce y, y, y por eso supe que eras tú.

Amane sintió su rostro arder y su mandíbula flaquear.

- Ah.

La campana se escuchó por toda la escuela y Amane soltó un suspiro, salvado por la campana.

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