Entre el misterio

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Lo más difícil de esta realidad era que la deseaba, Yugi Amane deseaba esto. Pero como Hanako-san no podía siquiera pensarlo, era el séptimo misterio y tenía que comportarse como tal. En este momento levantarse  creyendo que estaba atrapado en un cuadro de Mei, era un consuelo, sentía que no merecía una segunda oportunidad.

Él no quería tener esperanza alguna, no otra vez, no después de saber el porqué de su vida.

Tsukasa lo estaba levantando sin gracia alguna de su futón, lo sacudía eufórico y él apenas mirar adormilado a su gemelo.

- Tsukasa, buenos días - musito adormilada frotando con su mano derecha su ojo derecho.

- Amane, vamos a ir tarde ala escuela - chillo Tsukasa, Amane debería recordarle a su gemelo que ya no se escucha bien su voz haciendo esos sonidos. 

Ya eran unos adolescentes en toda regla.

Amane se levantó arrastrando su cuerpo a su ropero de ropa personal, fue un alivio cuando en un fin de semana yendo de compras su madre le pregunto si quería un ropero para su propia ropa.

— querida flor, ¿te gustaría tener tu propio guarda ropa?, ya eres un joven omega — la señora Yugi agarro de los hombros al menor de los gemelos.

— estoy segura de que no quieres oler a tu hermano — sacudió suavemente y risueña a Tsukasa para recalcar el punto.

La mujer que vestían un sencillo, pero costoso vestido blanco soltó a Tsukasa y se acercó a Amane, los omegas enredaron sus brazos y caminaron enfrente de los alfas.

— dime querida flor, ¿hay algún guapo alfa que te guste? — musito suave y con una sonrisa picara la omega mientras le guiñaba un ojo a su hijo.

Consiguió ese día un lindo armario para él solo, además de sus primeras prendas para omega masculino, no estaba acostumbrado a ese tipo de ropa, en especial porque estaba acostumbrado a compartir ropa con Tsukasa. Estúpida pubertad, y estúpidas castas.

Amane se llevó su uniforme y una toalla y entro al baño, sabía que Tsukasa lo levanta después de que él ya se hubiera bañado. Por lo menos para los omegas masculinos la academia les da una sugerencia respecto al uniforme, por lo menos en esta época. Recuerda vagamente cuando él tenía que usar faldas por ser omega.

Quizás siga en su pubertad y su casta se esté desarrollando, pero los cambios y diferencias entre Tsukasa y él se han hecho evidentes, con cosas tan sutiles como lo son los armarios y guardarropa, a cosas más notables para los demás como los aromas y el propio cuerpo.

Amane odia ser el estereotipo de omega masculino, si bien entiende de que la mayoría sean betas y los omegas usualmente féminas, y ese es el problema. Amane Yugi es un omega masculino que odia esta segunda oportunidad que se le ha dado.

Cerro la llave y la regadera dejo de gotear agua, camino y se miró al espejo. Soltó un suspiro al verse en el espejo del lavabo, mordió su labio inferior, él sabía muy bien que nunca fue atlético y que desde pequeño era y es frágil. Pero esto es vergonzoso, para empezar nunca se imaginó en este momento de su vida, con el cuerpo de un joven omega en desarrollo. Lágrimas traicioneras bajaron por sus mejillas al saber por qué nunca pensó en eso.

— Cierto, morí a los 13 años — Se dijo así mismo mirando su reflejo, sus ojos ámbares, llorosos y su cabello húmedo lo hacían verse vivo, con su piel mostrando y sintiendo emanar calor propio.

Se apartó y se dio el tiempo de mirar su cuerpo actual, ahora teniendo casi 15 años, su cuerpo poseía curvas afeminadas dignas de un omega, era delgado como todos en su familia, no era tan alto como su padre o Tsukasa, pero era un poco más alto que su madre. Termino de vestirse y bajo al comedor donde su madre supervisaba el desayuno hecho por una empleada.

— Ohhhh, Te tardaste mucho, Amane — regaño berrinchudo Tsukasa.

— lo siento — dijo avergonzado mientras tomaba asiento.

— Coman rápido antes de que lleguen tarde a la primera clase — demando la matriarca a sus cachorros.

— Si, mamá — dijeron al unísono.

Amane comió apurado pero civilisadamente, mientras que Tsukasa usaba las manos o tomaba grandes bocados con una rapidez que indignaba ligeramente a su gemelo. Su madre lo reprimió con un golpe de su abanico.

— Deja de comer como cerdo, Tsukasa usa los cubiertos — la matriarca comenzó con su desayuno mientras los gemelos le daban un besos uno en cada lado de su cabeza.

— Ya nos vamos — se despidió Amane mientras depositaba un beso en la mejilla de su padre.

Tsukasa lo esperaba en la puerta con sus mochilas, Amane se coloco rápidamente los zapatos y salieron de la casa, el omega se colocaba la mochila que le correspondía mientras   corrían para llegar al tren a tiempo.

Ciertamente poseían una buena posición social, pero la educación publica no dejaba nada que desear y les gustaba así. Si no fuera por la escuela no hubiera conocido al joven y Yashiro.

Una sombra del pasado lo inundo al recordar lo que significa. El murió y quedo atrapado en la escuela por más de 50 años, que irónico fue la conclusión ala que llegó.

Un golpe de realidad lo inundo pero tal vez eso lo llevo a parar en su andar y preocupar a Tsukasa. El alfa volteo y corrió a su gemelo, lo tomo de los hombros y empezó a girar observando el entorno buscando culpables del comportamiento de su gemelo.

— ¿Que pasó Amane? — pregunto el menor mientras enmarcaba el rostro de su gemelo con sus manos.

El mayor se sonrojo ante la mirada preocupada de su hermano.

— Estoy bien, vamos, se nos hará tarde.

Y empezó a trotar para llegar a buena hora. Tsukasa se quedó mirando a su gemelo mientras se alejaba, rápidamente empezó a correr para alcanzarlo.

...

Su propósito de ese día era hablar con Tsuchigomori, necesita saber como llegó a esto, eso de la voz que le había dicho que disfrutara su segunda oportunidad, y el como si eso era cierto podía ver espectros sin ser uno o tener relación sanguínea con alguna familia de exorcistas.

La campana sonó y Tsukasa estaba ocupado sacando su bento, salio corriendo dejando a su gemelo con la palabra en la boca cuando se volteo a hablarle.

Tsuchigomori siempre estaba en su oficina en horario de clases. Así que sin dudarlo fue a su encuentro, abrió decidido la puerta y estando frente a frente con el espectro, inhaló profundo.

Abrió la boca, y las palabras no salieron. ¿Qué creía que iba a pasar?, ¿Qué le iba a decir?.

— ¿Sabes quién soy, Tsuchigomori-sensei?.

El espectro disfrazado de hombre parecía perplejo ante las palabras del joven omega.

— Si, lo se — mencionó con seria monotonía.

Ya quedó, me llegó la inspiración y lo escribí, espero les guste

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Ya quedó, me llegó la inspiración y lo escribí, espero les guste.

¿Qué significara las palabras de Tsuchigomori?.

Lo sabremos en el próximo capítulo.

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