El beso

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Después del descaro de los celos de Tsukasa al pensar que las flores se las dieron a él. Amane se quedó con su madre, observando como la hermosa mujer practicaba su shodo, contando sobre el papel poemas relacionados con la belleza de su hijo o la naturaleza. Se encontraba en la sala, la puerta corrediza que daba al jardín estaba abierta, el aire fresco de la tarde pasaba y movía los cabellos chocolates de ambos omegas.

Mientras Amane practicaba un poco de origami, tratando de hacer un conejo rosa bastante parecido a un mokke. Tsukasa se encontró tirado en el piso, cerca de la puerta, haciendo y resolviendo problemas de aritmética 1. Fue en esa tarde que a su gemelo se le ocurrió la brillante pregunta.

- ¿A qué saben los besos? - pregunto Tsukasa en el suelo mientras medio masticaba el lápiz.

Su madre levantó la mirada del papel, dejo el pincel en el tarrito de tinta y presto completa atención a su hijo. Arreglo un par de arrugas de su kimono para distraerse. 

Sus hijos parecían desinteresados ​​con el tema del amor, y ella se había confiado por eso. No tenía una respuesta para esa pregunta.

- A limón - dijo dulcemente la mujer.

La señora Yugi había entrado en pánico y había soltado el último sabor que había comido, que fueron unos pequeños dulces de limón.

- Amane, ¿nos besamos? - pregunto emocionado Tsukasa.

Amane se quedó mirando incrédulo a su mamá, pidiendo ayuda desesperadamente con solo su mirada. Su madre solo le sonrió apenada y divertida.

- Luego - dijo desanimado Amane, evadiendo la mirada entusiasmada de Tsukasa.

- Pero que no se te olvide.

Acusó el alfa mirando repróchate a su gemelo, extendiendo su meñique a su gemelo. En una promesa infantil, Amane acepto y unieron sus meñiques.

- Si rompes la promesa te corto el meñique - acuso con seriedad Tsukasa.

Amane trago saliva en un reflejo nervioso y asintió con la cabeza.

...

Amane se la había pasado evadiendo a su gemelo y el tema de los besos y su sabor por todo el fin de semana. Hoy era lunes, y el joven omega esperaba que al fin dejara el tema de lado. Además, pienso hablar con Akane-sempai sobre el tema del tiempo y así.

La mañana se sentía fresca, junto con el suave olor de su madre impregnado en él, aunque el olor de Tsukasa predomina sobre la suave amapola de su madre.

Tsukasa se movía alado de su hermano en una caminata uniforme y tranquila, al parece sus ansias de los besos había pasado por el momento.

Llegaron en buen tiempo y forma ala academia Kamome. En la entrada se encuentra con Kou que lo saluda amablemente, alado del rubio esta Yashiro que lo mira con recelo. Al parecer le dolieron sus palabras de la última vez.

- Buenos días Yugi-kun - saludo a regañadientes la albina.

- Buenos días Yashiro-san - saludó amablemente el omega con una dulce sonrisa que provoco sonrojos en los presentes y transeúntes.

Nadie podía discutir que el omega de cabellos ébanos y mirada ámbar era hermoso. Tsukasa sabía muy bien que su omega era un lindo ángel que tenía que proteger de aquellos como el presidente del consejo estudiantil que querían robarlo y apartarlo de su lado.

El trío se alejó dejando a Tsukasa atrás, solo, contemplando como su adorado gemelos se marchaba de su lado junto con un rubio alfa y una albina beta.

- Amane - dijo para sí mismo en un intento vacío que lo escuchara su gemelo.

Su mano quizo alzarse para atrapar la manga de su omega, pero Amane ya estaba demasiado lejos para eso.

...

Había hecho que Yashiro lo llevara a su salón, en donde se encontraba Akane con un ramo de lilas, hincado frente a Aoi y desparramando cuanto la amaba.

- Yo te amo tanto Ao-chan.

-mmm, 6 - canturreo la alfa mirando a su amigo de la infancia.

- pobre Akane-kun - menciono con lástima Yashiro.

Sabía que el primer misterio era patético hasta cierto punto, pero no creyó que hacia ese tipo de espectáculos ridículos cada que podía. Ahora comprendía mejor a Kako.

Con algo de desconfianza se acercó a Akane y se aclaró la garganta, llamando la atención del beta que lloraba en el suelo.

- ¿Puedo hablar contigo Akane-sempai?.

Era un idiota, sin duda alguna. Había olvidado el conflicto que había entre los nombres de la alfa y el beta. El maldito tóxico de Akane supuso que se refería a ala amiga de Yashiro. Por lo tanto, no debió sorprenderse siendo apuntado por un bate de beisbol lleno de clavos.

- ¿Qué pretende omega con mi amado Ao-chan? - la voz le heló la sangre, era como escuchar un comando alfa inmaduro.

¿Estaban seguros de que ese maniaco era un beta?.

...

El gran incidente ocurrió en el almuerzo. Tsukasa había arrastrado a Amane ala azotea, el viento frío movía travieso los mechones castaños de Amane. Tsukasa quedo embelesado por la apariencia de su gemelo. 

Amane movía entre sus labios una paleta de limón que le regalaron los mokkes, ya que odian ese sabor.

Tsukasa se había acercado a él, su aliento caliente rozaba su nariz y labios. La gran mano del alfa retiró de sus labios el dulce y lo tiro a algún lugar. Los labios de Tsukasa se acercaban y abrían ligeramente. Se sentía como una pantera a punto de devorar a un indefenso conejo.

Pronto los labios coincidieron en un perfecto beso, con un pop* como toque. Tsukasa se dedicó a explorar con libertad la cavidad bocal de su gemelo, pequeños jadeos salían de un sorprendido Amane.

Las mejillas rojas y calientes de Amane eran acariciadas dulcemente por el pulgar de Tsukasa.

Cuando se separaron un hilo de saliva los unía, la mirada empañada de vergüenza de Amane era encantadora a ojos de Tsukasa. El alfa solo miraba lascivo al omega castaño que suspiraba y jadeaba en busca de aire.

- Los besos saben a limón - murmuro con la voz ligeramente ronca Tsukasa, cerca de la oreja de Amane, mortificándolo.

El aliento ahora se sentía en su cuello y le provocaban cosquillas. Esto era justamente lo que quería evitar evitando a Tsukasa. Su cuerpo respondió positivo al estímulo del alfa.

Por inercia se pegó aún más al gran cuerpo del alfa. Amane maldecía a sus instintos omegas por sucumbir la alfa de su gemelo.

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