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Para su buena fortuna o mala suerte la tensión parecida disiparse un poco al menos momentáneamente, todo en para que 4 ojos miraran con atención la reacción del omega.

Era bastante sabido que cualquier alfa reaccionaria de manera positiva ante el comportamiento protector y suave que tenga un omega, más aún si este se encontraba en época de celo. Esto debido a que en estas ocasiones los alfas reaccionan de manera instintiva. Es bastante fácil relacionar un comportamiento dócil hacia una criatura pequeña con la relación que se podría o se tiene con los cachorros, la descendencia con frecuencia era mejor tratada por omegas, sus feromonas calmantes, su tranquilidad, su maternidad.

Y ambos alfas reaccionaron en base a sus instintos.

Manteniendo sus sentidos alertas, pero sin mover un musculo.

Cualquier alfa evitaría perturbar a un omega cuando su instinto materno este siendo mostrado.

Incluso se detendría una potencial pelea, esto porque lo ultimo que se quiere es asustar al omega.

Un omega asustado se estresa con facilidad y mucho estrés produce deterioro de salud, lo que en época de celo puede significar un potencial aborto.

Los instintos alfas eran fuertes, por lo que detuvieron sus amenazas momentáneamente.

El sonido del aleteo con las hojas meciéndose al suave compas del viento era constante y tranquilo, el sol brindada una cálida atmosfera, la luz se encargaba de pegar en la blanca piel de Kiyotaka, la cual estaba cubierta por una capa de sudor que hacía brillar su cuerpo y resaltaba aquellas partes ligeramente sonrojadas.

Sus ojos generalmente vacíos volvían a expresar cariño y una suave pincelada de tranquilidad con ligeros destellos de calidez. Su cabello también era movido de manera delicada, como si fuera la misma naturaleza que le reconociera como algo hermoso pero delicado que con el menor descuido podría romperse, al mismo tiempo las hojas y algunas flores revolotearon detrás suyo.

La aparente calma fue destruida por un ruido agudo.

Y la atmosfera cambio drásticamente.

El pequeño animal alertado se fue volando a toda velocidad y con el alejándose un sentimiento de ¿dolor? Era extraño y algo que no pude identificar comenzó a crecer en mi pecho.

Intente alcanzarlo inútilmente extendiendo mi brazo en su dirección, no volvió, no pude alcanzarlo y con cada segundo se alejaba más y más, como antes intente que volviera para eso trate de acercarme y correr en su dirección, no funciono, ya que mis piernas se sentían pesadas y débiles apenas pude dar unos pasos por mi mismo antes de tener que apoyarme con el muro para evitar caer. Cada parte de mi cuerpo estaba entumecida, era difícil de coordinar un movimiento, el sudor añadía una sensación de picazón en la piel sonrosada.

El sentimiento que genero era algo completamente nuevo e indescriptible para mi en ese momento, Sin embargo; pude identificar algo, pese a no tener heridas físicas mi pecho se sentía pesado hasta el punto de llegar a doler.

Para cuando su figura finalmente desapareció de mi línea de visión note vagamente que estaba tocando un pequeño muro, era el que separaba esta área, de alguna manera me las había arreglado para poder llegar hasta el borde.

Pasaron algunos segundos en los que me quede inmóvil, poco a poco aun con las incomodidades que mi cuerpo me generaba volvía lentamente a tomar el control de mí mismo.

Aunque por estar demasiado inmerso en mi, los pequeños gruñidos que había escuchado a mis espaldas se hicieron lo bastante fuertes como para que no pudiera seguir pretendiendo que no existían, eran lo bastante ruidosos y causan escalofríos en mi cuerpo, aun así trate de mantenerme lo más tranquilo posible, ya que sería bastante inútil e inconveniente alterarme.

¿Omega? ΩDonde viven las historias. Descúbrelo ahora