Nina The Killer (Yuri)

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No sabía cuánto tiempo llevaba encerrada en aquella habitación pequeña, completamente blanca, sin ventanas ni ningún tipo de objeto o mueble para rellenar, la cual era iluminada por una luz que brillaba con intensidad, que se encendía durante el día, y se apaga para poder dormir por la noche. No es como si tuviera mucho que hacer, puesto que, cubriendo mi cuerpo y parte de mi rostro me rodeaba un camisa de fuerza muy apretada y poco cómoda, aunque con el tiempo te acostumbras y no se siente que la llevas puesta. Estaba en aislamiento, debido a que, nuevamente, igual que siempre me había dado un ataque psicótico debido al consumo excesivo de drogas en mi vida pasada, el cual me dejó con aquel problema que ni los medicamentos pueden calmar. Por esto perdí completamente la cabeza y ataque a un funcionario del hospital psiquiátrico en el que estaba. Así es como me encuentro aquí desde ya algunos días, en los cuales casi ni me alimentan por el simple hecho de que temen a que les pueda hacer daño. No obstante, sabía que tenían que liberarme, de alguna u otra forma deben hacerlo, y supongo que volverán a cambiar los medicamentos que consumo para mis ataques de ira y bipolaridad. Supongo que con tan sólo decir aquella saben de sobra porqué estoy aquí. Pasaron años para poder darme cuenta que padecía aquellas enfermedades, era muy agresiva y cada cierto tiempo mis múltiples personalidades atacaban a las personas que me rodeaban, las cuales son las mismas que decidieron internarme aquí sin mi consentimiento. Pero bueno, da igual, después de todo no cambiará nada, no hay vuelta atrás, no hay solución para mi problema.

Permanecía sentada en una esquina, con las piernas extendidas y mirando la puerta fijamente, sin desviar mi mirada, sintiendo como a lo lejos se oían pasos acercase, cosa que me hizo sonreír y entender que finalmente me liberarían de estas ataduras. Por mucho que quieran, no pueden matarme, y debe hacerse responsable de mi hasta que cumpla mi vida como fue escrita. Llevo más de cinco años aquí, en los cuales solo doy más que problemas. Al oír la cerradura de la puerta metálica abrirse, tras esta se dejaron ver tres personas, entre estas dos enfermeros y un médico, los cuales dudaron un par de segundos en entrar. Mi vista se fue directamente hacia el doctor, el cuál era quien llevaba mi control psicológico.

Se acercaron a mi y antes de hacer cualquier cosa, pusieron una inyección en mi cuello, y en menos de cinco segundos comenzó a hacer efecto: Era un tranquilizante. Mi cuerpo se sintió algo pesado, además de que no me sentía con ganas de hacer absolutamente anda. A lo lejos sentí como quitaban la camisa de mi cuerpo, y al descubrir mi boca, pasado unos segundos sangre comenzó a escurrir de mi nariz, lentamente bajando hasta recorrer mi labio superior e inferior, y así hasta la barbilla, donde una gota terminó por caer sobre mi pecho. Con la lengua me di el tiempo de saborear mis labios algo resecos, y al sentir el sabor metálico de la sangre, sonreí, mientras que estallaba en una pequeña risa burlona, hasta que lentamente caí dormida.

Las horas habían pasado, y no sabía que había ocurrido. Desperté lentamente, abriendo los ojos poco a poco y tratando de descifrar donde demonios estaba. Pude divisar que estaba en una de las celdas subterráneas del lugar, supongo que no volveré a ver la luz del sol en mucho tiempo, asi que suspiré pesadamente, y me senté al borde de la cama. Mire a mi alrededor y noté que el espacio no era tan pequeño, lo cual me resultaba extraño, hasta sentir movimiento sobre mi, haciendo que me levante y me ponga en guardia. Fue una mala idea, ya que después de haber estado desmayada mucho tiempo sentí un fuerte mareo que me mando al suelo.

—¡Hola! Despertaste finalmente, pensé que habías muerto, jaja—.La voz femenina de alguien se escucho en todo el lugar, hablaba muy fuerte, y tenía la voz algo distorsionada. Mi vista se dirigió a la cama superior de la litera, y me encontré con una chica, oculta en la oscuridad de la habitación.—¡Ahora somos amigas! Espero llevarnos bien.

Me puse de pie, y no dije nada, tan solo me acerqué a los barrotes de la celda y miré a través de ellos, viendo por si había alguien ahí afuera. No se encontraba nadie, parecía que solo estábamos esta loca y yo aquí en el subterránea. La luz exterior era muy potente, mientras que la celda carecía de iluminación, no habían guardias, pero si cámaras en cada una de las esquinas del pasillo, y obviamente dentro de la habitación. Ya estaba harta de este lugar, quería matarlos a todos y escapar, no sin antes hacer sufrir a todos esos desgraciados que me hicieron daño desde el primer día que llegué a este lugar.

Creepyspastas Y Tu (Lemmon!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora