Capitulo 6 Circunstancias

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Circunstancias

Alguien lloraba, nadie le decía nada, ella  miraba hacia todas partes, se sentía perdida, lloraba, gritaba, mas nadie la ayudaba. Elena se sentía perdida estaba en medio del bosque corría sin dirección definida, solo sabía que si no corría, se quedaría ahí, por siempre sola. De pronto se detuvo se había enredado el vestido en una zarzamora, cuando se percató que el vestido no era uno cualquiera, era un vestido de novia, estaba todo sucio y haraposo, se sorprendió, pero siguió corriendo, sin darse cuenta tropezó y comenzó a caer, pero la caída se hacía eterna, no sabía porque no alcanzaba el suelo cuando sintió algo en sus brazos, se asustó, hasta que comprendió que lo que sentía en los brazos, era nada más ni nada menos que otro par de brazos, pero estos no eran suyos ,eran más fuerte, más musculosos, cuando alzó la vista se encontró con una penetrante mirada achocolatada, de un momento a otro sintió algo cálido, sobre sus labios, la estaban besando, Milován la estaba besando.

-Tardaste- dijo él

-Lo siento- murmuro Elena

-no importa, valió la pena la espera.

-Elena…

-Elena... …Elena despierta… cariño despierta- Alguien le hablaba pero no sabía quién era, solo sentía un murmullo, de poco en poco fue abriendo los ojos, hasta toparse con un par de ojos color miel.

-Tía… lo siento, ¿Hace mucho que estas aquí?- Elena miraba a su tía con el ceño fruncido, pues esta tenía una sonrisa tan grande como la luna menguante.

-Cariño, ¿con quién soñabas?

-Mmm? No entiendo tía.

- Lo que pasa, es que vine a dejarte el desayuno, primero me asuste pues te vi que luchabas con las sabanas y de un momento a otro comenzaste a reír, susurrabas…. Algo…- Emma no quería decirle a Elena que susurraba el nombre de Milován, primero quería asegurarse de que su sobrina pudiera admitir sus sentimientos.

-¿Algo?, ¿Qué cosa tía?- Elena vio que la sonrisa de Emma se extendió nuevamente por su cara

– ¿Tía? ¿Que decía?

Emma no pudo aguantar más y comenzó a carcajearse –Pasa… que te gusta tu prometido, pero no te preocupes, después de todo es un joven guapo-

-¿Qué cosa tía? ¿Te has vuelto loca?, a mi ese niño de mami, no me gustara nunca.

-Ay querida nunca digas nunca… mira mejor cambiemos de tema. Hoy debemos ir con la modista, para ver tu vestido del baile de compromiso.- Elena de desanimó al recordar el baile de compromiso, pues este sería dentro de tres semanas. Cuando Elena estaba terminando su desayuno llegaron dos doncellas a su habitación una de ellas se llevó las cosas del desayuno mientras que la otra la ayudaba a arreglarse para salir por su vestido. Ya lista Elena bajo para encontrarse con su madre y su tía discutiendo.

-Por favor Sofía, solo iremos a escoger el vestido, dudo que desconfíes de mi gusto para escoger el vestido adecuado.

-Pero Emma yo quiero ayudar a mi pequeña a escoger su vestido también.

-Sofía, dime ¿Es que acaso no quieres descansar un instante? Además así no tendrás que estar al pendiente de las cosas que haga o diga Elena. Créeme, será mejor que te quedes.

-Oh, está bien, por esta vez tu ganas, pero para la próxima iré con vosotras. Emma sonrió y cuando se miró en las escaleras se percató que Elena había escuchado la pequeña conversación y que la miraba interrogante, Emma le guiñó un ojo a Elena, y esta comprendió lo que tramaba su tía.

Habían terminado de escoger el vestido que ocuparía ese día Elena, ambas quedaron conformes con la elección de telas ahora debían esperar a que la modista les mostrara los diseños para escoger el vestido. Emma ya estaba ansiosa mientras que Elena no se podía quedar quieta, hoy lo vería, nuevamente podría verlo, estaba tan emocionada y contenta de la idea de su tía que no se daba cuenta que estaba casi rompiendo su abanico. Cuando salieron de la casa de la modista tomaron una ruta diferente para llegar a la casa, por decirlo de una forma, se fueron por el camino largo.

Ambas mujeres se detuvieron fuera del restaurant de una posada, ''La otra mesa'', así se llamaba la posada, abrieron la puerta y la campanilla de entrada sonó, una mujer joven y bastante guapa salió a recibir a nuevos clientes, cuando vió de quienes se trataba una sonrisa se extendió en su rostro.

-Emma, Elena, que gusto de verlas ¿Desean algo?

Ambas mujeres sonrieron a la muchacha y Emma respondió.- Dos tazas de té con el pastelillo de la casa y…

-… y a mi hermano- completó Elena.

Nora les sonrió a ambas mujeres, se dio la media vuelta y fue en busca de lo pedido cuando les entrego la orden les indico que iría por Joseph.

Nora amaba mucho a sus esposo, pero también habían ocasiones en que le gustaba gastarle bromas a este y pensando en una de ellas llegó al lado de Joseph y dijo:

-Oh querido, fuera hay uno clientes que han dicho que no quieren pagar porque la comida estaba sin sabor, no sé qué hacer, ¿Podrías ayudarme con ellos?

Joseph al instante se tensó, nunca antes les habían dicho que no querían pagar por que la comida un fuese buena, de hecho la comida de este lugar era la mejor, a diferencia de otras posadas, y respondiéndole a su esposa dijo.

-¿Quiénes son? Vamos muéstrame quienes no quieren pagar- y así ambos salieron del despacho en busca de los supuestos hombres que no querían pagar, Joseph iba tan concentrado en buscar la forma de negociar para que al menos pagaran la mitad de la comida que no se dio cuenta que su esposa se detuvo abruptamente, se tardó aproximadamente diez segundos en darse cuenta de quienes estaban en la mesa, eran nada más, ni nada menos que su tía y hermanita. Nora desapareció sin que nadie se percatase ya que su esposo estaba abrazando a su cuñada y tía de su esposo, Nora fue por dos tazas de té y otras dos porciones del pastel de la casa.

Al rato estaban los cuatro compartiendo la mesa mientras que su tía contaba anécdotas de su viaje, y Elena de ratos miraba a su hermano, se veía tan feliz junto a su esposa, ella deseaba, o mejor dicho anhelaba un matrimonio con amor. Y pensó que las circunstancias de la vida la dejaba sin palabras, ella solo quería amor, mientras que su hermano lo tenía pero lejos de la familia, esperaba de todo corazón, alcanzar a tener aunque fuera una parte de  la felicidad que tenía su hermano. Estaban todos tan ensimismados en la conversación que ninguno se percató que había alguien a lo lejos observándoles, o mejor dicho observándola. La miraba con rabia e impotencia mientras pensaba, que más da, nada se puede hacer.


AQUÍ OTRO CAPITULO, QUE EMOCION ELENA PUDO VER A SU HERMANO NUEVAMENTE, PERO QUIEN ERA LA PERSONA QUE LA ESTABA MIRANDO….

HASTA LA PROXIMA

CASADOS POR CONVENIENCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora