10: Lugar seguro

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Ese domingo el despertador sonó a las 8:20 a

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Ese domingo el despertador sonó a las 8:20 a.m.

Colin se estiró para apagarlo rápido.

—Buenos días —se dijeron.

Volteó para acorralarla debajo de su torso, y se dieron un beso en los labios. Pareció que conectaron ideas con ese beso porque ambos se imaginaron lo mismo. Él metido en ella hasta que la última gota mojara el pétalo de su interior. Compartir una cama nunca había sido un problema para los dos, pero, cielo azul, sus libidos golpearon la puerta de la recámara toda la noche.

¿Y si lo acaricias bajo su camiseta?

¿Y si la besas fuerte hasta que te dé el pase?

¿Y si lo rozas con una mano?

¿Y si le mandas una indirecta?

¡¿Y si al menos hablan sobre el tema?!

Las silenciaron con conversaciones nada sexuales.

—No comimos postre —le había dicho ella.

Joder.

Nunca mencionas postre en una cama a menos que comieran unos cuantos, Emma Miller.

Pero ellos querían comer. El problema estaba en que temían que les cayeran mal antes de tragarlo.

—No —había respondido él con bastante naturalidad.

Se merecía un golpe en la entrepierna por solo imaginarlo.

Si tan solo hubiese sabido que ella estaba fantaseando con la misma posición.

—Tengo que apurarme —dijo ahora, y se levantó de la cama sin rodeos—. Comúnmente despierto a las 8.

—¿Qué hora son? —Ella se acurrucó, abrigándose con las sábanas que olían a él.

—8:20. Me premié con 20 minutos más soñando a tu lado —encendió la luz del baño.

—¿Y qué soñaste? —sonrió.

Él no recordaba su sueño, pero lo único que podía imaginar es que había soñado con sexo, y más sexo.

—Contigo. Obviamente —le sonrió también.

Sí, sí, bueno, tu erección matutina ya no era una erección matutina. Atiende eso, y vete a practicar cómo vivir en el aquí y ahora, y no en tus fantasías donde la estás follando en tu ducha como si mañana tomaras un viaje a otra galaxia. ¿Para qué preguntarse cómo es la vida en otra galaxia si el centro de todo su universo se ubicaba en medio de las piernas de Emma Miller Balmer?

Se encerró en el baño, y se imaginó lanzando la llave por el retrete, y adiós, algo así como atrapado hasta arrepentirse de todos sus pecados. Estaba tan neurótico que sentía que le estaba faltando el respeto a ella. Pero es que no estaba siendo claro: ¡Él quería hacérselo con todo respeto! Respetuosamente como almas gemelas que eran.

Las Cenizas De Emma© #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora