34: Sorpresa

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Emma llegó a casa con Bianca

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Emma llegó a casa con Bianca.

—¡Llegó la novia y su dama de honor! —exclamó ella misma en el vestíbulo.

—¿Soy tu dama de honor? —Bianca sonrió, conteniéndose para no abrazarla, pues tenía una misión importante en ese momento: encerrar a la princesa en la torre; en otras palabras, necesitaba mantener a Emma en su recámara mientras los demás preparaban la noche.

—Bueno, eso creo. —Emma puso sus brazos a los costados, se quedó quietecita, pensando en lo que acababa de decir sin premeditarlo—. Eres la que me acompaña a todas partes, eso te convierte en mi dama de honor. Tranquila —sonrió, dándole manotazo al aire en señal de despreocupación—. No tienes que usar un vestido especial ni tendrás que llevar un ramo.

—Hola, hola. —Jake apareció en el vestíbulo. Miró a Bianca con unos ojos enormes sin que Emma lo percibiera—. ¿Cómo les fue? Recibí muchas fotos, florecita, parece que se divirtieron bastante. Tendremos una cena especial más tarde. Debes subir a prepararte. No quiero tener que esperarte. Cuando tengo hambre, tengo hambre. Suficiente con tener que esperar al novio. ¿Sí vendrá Colin o nos dejará plantados?

Emma sonrió, apretando el hombro de su pa.

—Vendrá —aseguró—. Bueno. ¿Dónde está mi Esteli?

Emma quiso adentrarse a la planta de abajo para buscarla, pero su papá la detuvo.

—Debe estar en tu cuarto...—miró a Bianca, quien se fue rápidamente en busca de Estela, que dormía plácidamente en el sofá de la sala. La capturó y la llevó hasta ellos—. ¡Ah! Mira. Aquí está. Gracias, Bia —le dio otra mirada, pero esta vez de agradecimiento intenso.

—¡Mi niña bonita! —Emma agarró a Estela, la besó, y comenzó a subir las escaleras.

Cerró la puerta de su cuarto, dejó a Estela en su cama, y comenzó a quitarse los aretes.

—Esteli —comenzó a decir—, si supieras todo lo que hice esta tarde, niña dormilona. Por si no te has dado cuenta, me pusieron linda —se agarró de un mechón de cabello. Le habían dado volumen en la peluquería y no quería mojarlo en la ducha, así que, cuando se desnudó, se puso una gorra de baño verde manzana que tenía dibujos de gatitos marrones.

Como siempre, se tomó su tiempo en la ducha, pero ahora con más razón ya que estaba en sus días. Cuando salió del baño, siguió charlando:

—Espero que Cole no llegue tan cansado, Esteli. Odié tener que invitarlo de esta forma tan poco anticipada. Sabes cómo es. Le daremos de comer y lo mandaremos derechito a su depa —se metió a su guardarropa—. ¿Qué se supone que debo ponerme? Ya sé. Tengo un vestido nuevo —lo buscó, desnuda, entre otros vestidos colgados.

Y ahí estaba. Un maxivestido con mangas tres cuartos, azul marino con florecitas rojas.

Perrrfecto—pronunció como una gata lo haría.

Las Cenizas De Emma© #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora