Mis ojos con mucho dolor lograron abrirse, mi cuerpo dolía, cada punto de cuerpo era incapaz de moverse gracias al dolor que me causaba. Quería llorar apenas desperté. Hace mucho que no tenía esa necesidad de llorar apenas despertar.
— Hija, querida. —mamá saltó de su asiento y se paró a mi lado— ¿Cómo estás? ¿Cómo te sentis? ¿Sabes quién soy? —ella era la única que en situaciones así me sacaba una sonrisa.
— Tranquila má, estoy bien. —mentira, me veías y sabias perfectamente que mentía.
— No sabes que horribles fueron estas noches. Tenía mucho miedo de que no despertarás.
Amaba su sinceridad. Siempre admiré que no trataba de esconder cómo se sentía solo por no querer preocuparme. Ambas debíamos decirnos cómo nos sentíamos en cualquier momento, por el bien y cuidado de las dos.
— Estoy bien, pero ¿y mis compañeras? ¿el entrenador? —tomó mi mano y suspiró— Mamá, no me asustes así, por favor dime que están bien.
— Dejaré que el doctor hable, ¿sí? —salió de la habitación y fue en busca del doctor. Segundos fueron que ya lo tenía en frente.
— Quiero hablarte de tu situación, estás por suerte muy bien, aunque seguro pensarás que es mentira porque tu cuerpo duele mucho, pero son heridas que sanaran y no perjudicaran tu carrera como jugadora. Estarás unas semanas en cama, luego tendrás que ir a kinesiologia para recuperarte por completo. —asentí pero no era lo que más me importaba en ese momento.
— Mis compañeras, mi entrenador. —el doctor y mi madre se miraron, sabía que lo que estaba a punto de decir me rompería.
— Tu compañera de asiento. —comentó mamá.
— Lo siento pero, falleció. No logró soportar las heridas graves en su cabeza. —negué completamente esa realidad, no quería aceptarlo— Y tu entrenador también. Lo siento mucho.
Mis lágrimas se apoderaron de mis ojos, apenas duras podía moverme y cada sollozo me hacia doler el pecho, no podía llorar porque dolía mucho. Era sentir el dolor de la pérdida de ellos de manera física, no sólo era mental, no sólo era sentimental, también mi cuerpo dolía.
— Lo siento tanto mi vida. —mamá al verme llorar y toda lastimada no soportó aguantar las lágrimas, le dolía igual que a mí.
Me abrazó y pude llorar todo lo que necesitaba, dejarlos ir era algo que me negaría toda mi vida, era lo unico que pensaba. En el momento que quería dejar de llorar, sus rostros y sus sonrisas aparecían en mi mente, era abrumador y dolía muchísimo.
Noches atrás...
Jay llegó casi sin aire al hospital el cuál pudo localizar gracias a una compañera de Yian que se encontraba bien. Visualizo a la madre que ya conocía desde antes y fue hacia ella.
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' Behind the net - Jay
Fanfic' Ganar mi confianza en más difícil que ganar una medalla olímpica, pero alguien fue capaz de lograrlo en muy poco tiempo. O tal vez, no soy consciente del verdadero tiempo que pasó.