El reloj de mi móvil marcaba las 11:59, seguí sentada en los sillones sin prestar mucha a atención a lo que hablaban los demás, en menos de un minuto iba a cumplir veinte años. Me entristece.
Amanda se acercó con la llama del mechero encendida y todos empezaron a cantar, intenté disimular con una sonrisa forzada, este momento es de los más incómodos.
— Pide un deseo pequeña — me dijo feliz.
Cerré los ojos y pensé con todas mis fuerzas en lo que quería lograr, deseo entrar en la siguiente convocatoria de bellas artes y que mis padres no me obliguen a seguir estudiando económicas.
Entiendo que ellos quieren un futuro estable para mí, y también necesito estudiar cerca de casa para ayudar en ella, sin embargo no soy feliz del todo, no es lo que quiero hacer.
Soplé la llama y me abrazaron entre todos, agradecí como pude por qué me estaban dejando sin aire.
— Ahora si, que empiece la noche — gritó Pía levantando la copa.
Me bebí de un sorbo la mía.
— ¿Vienes? — dijo mientras hacía un gesto hacia el baile.
— Id vosotros, ahora os alcanzo — asintió y se unió al grupo.
Aproveché para separarme y rebuscar en mi bolso un cigarro de la risa, mi madre no estaría orgullosa, lo encendí entre mis labios e inhalé profundamente, comencé a andar por el césped alejándome del ruido y la gente. Era como un minuto de paz.
El jardín de esta casa es bastante grande, casi parece un campo abierto, me recosté en un tronco de uno de los diversos árboles, cerré los ojos mientras escuchaba a lo lejos el jaleo de la fiesta. Pasaron unos minutos.
— Aquí estás — me sorprendió una voz, abrí los ojos como platos, no me esperaba a nadie.
Me giré y era Alessandro, pero ¿no estaba dentro?
— Tú de nuevo, me has asustado — di otra calada.
— Lo siento, y lo de antes también, es que — le corté.
— No tienes que darme explicaciones, no pasa nada, solo espero que respetes a tu novia — solté sin pensar.
— Es...es complicado — se sentó junto a mí — no deberías haberte ido — dijo.
— ¿Como iba a quedarme? Era incómodo.
— Ella se fue justo cuando te fuiste tú, solo quiere molestarme — miró hacia arriba.
No respondí, tampoco sabía que decir exactamente, nos quedamos en silencio durante un tiempo y eso no me molestó.
Colocó su mano sobre la mía y con sus dedos trazó suaves círculos, le miré de reojo y seguía con la mirada hacia las estrellas.— Debería volver con mi amiga — dije.
— Espera — agarró la muñeca y tiró de mí.
Clavó su mirada en los ojos y no tardó un segundo en besarme, me subió a sus piernas bruscamente y le mordí suavemente el labio inferior, me agarraba fuerte de la cintura pegándome aún más a él, mis pulsaciones se volvieron más seguidas, sentía que éramos los únicos en ese lugar; no escuché el ruido de la música ni la gente hablando.
Me separé para recuperar aire.Esta vez aprovechó para besar me cuello mientras sus manos viajaban por toda mi espalda, es el momento de agradecer a Amanda que me dejara este vestido.
Sujeté su rostro para volver a juntar nuestros labios, solté un pequeño gemido al notar en un movimiento una de sus manos acariciando mi muslo por debajo de la ropa. Los dos teníamos ganas y se palpaba en el ambiente, respirabamos desesperados, nuestros besos eran ardientes.— Vamos dentro — sonó su voz grave.
— Otra vez, no — pronuncié antes de desabrochar su pantalón.
El miró hacia los lados, era casi imposible que nos vieran o escucharán, estaban todos borrachos bailando y cantando, además no estábamos cerca.
Comenzó a acariciar mi intimidad por encima de la ropa interior, la apartó rápidamente para introducir sin previo aviso uno de sus dedos, con la otra mano me agarró del pelo e incliné la cabeza hacia atrás. Hacía movimientos bruscos, yo sólo podía aguantarme las ganas de gemir y que me escuchara hacerlo.
Podía notar como me miraba fijamente, sacó su mano de debajo de la falda y soltó mi cabello, continuó besándome. No aguantaba más.
Metí mi mano por debajo de su ropa, agarré su miembro, noté como se puso más duro y moví mi mano suavemente, quería tenerlo a mis pies.Me separé de su boca para dirigirme al cuello, su respiración era cada vez más agitada y aumenté el ritmo, cerró sus ojos de placer.
— Ponte encima — soltó casi ordenando.
Me subí de nuevo a sus piernas, él me sujetó por el cuello, mientras que con su otra mano apartaba mi ropa. Acto seguido me penetró, su mirada no se separaba un segundo de mí y una sensación de calor me recorría todo el cuerpo.
Gemí suavemente, empezó a moverse más rápido y sus embestidas eran cada vez más profundas, mis piernas comenzaron a temblar del placer, cerré los ojos instintivamente.
— No los cierres — dijo entre suspiros fuertes — quiero que me mires mientras llegas.
Volví a abrirlos y junté mi frente con la suya, la mano que se encontraba en mi cuello viajó hacia mí culo, me pegaba más a él.
Mordí mi labio inferior sosteniendo un gemido antes de terminar. Sonrió de medio lado y me besó, bajó el ritmo. Sacó su miembro rápidamente y se vino en mi muslo, soltó un grave pero flojo gemido.
Los dos nos miramos riendo.Cogí el bolso y limpié con un clinex, evité poner cara de asco para no desagradar. Me coloqué el vestido como pude y arreglé el pelo, agradezco que sea de noche.
— ¿Tienes un cigarro? — señaló el bolso.
Saqué dos y le di uno, lo encendimos mientras seguíamos sentados, estábamos agotados.
— Ha estado demasiado bien — añadió.
Le di con el codo en broma.
Sí ha estado demasiado bien, no me esperaba este comienzo el día de mi cumpleaños.
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Mi Destino
Genç KurguEs el 20 cumpleaños de Cloé, después de una fiesta en el barrio pijo de su ciudad conoce a gente a la cual estará ligada en un futuro próximo. No sabe lo que se le avecina.