8. Fuerza de la naturaleza

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Había pasado ya una hora desde que Tsubaki se marchó. Hana se mantenía pegada al teléfono, esperando una respuesta de su invitada, mientras que los dos jóvenes se mantenían callados por el tenso ambiente generado en la casa. 

El marcar del alta voz, la entrada extenuante sin que nadie contestaba calaba más y más en los reprimidos jóvenes. Hana observó como Souhei mantenía sus puños apretados hasta que sus dedos se mantuvieran blancos. ¿Algo había pasado? 

La intuición de madre se gana con experiencia, aunque cree que no es justo juzgar antes de preguntar, sus sospechas llevaban a que algo estaba mal planeado entre los jóvenes y su invitada Tsubaki. 

Hana dejó por un rato su teléfono y caminó con cuidado hacia la mesita en donde ambos chicos se encontraban sentados uno frente al otro sin decirse nada.

—Yuki, Souhei— Habló en un tono calmado pero serio al momento de llamarlos—¿Saben que ocurrió con Matsaru-san? 

El silencio apremió por un rato, ninguno de los dos hablaban y mantenían sus cabezas gachas como si hubieran sido regañados por algo que han hecho mal, o serán sus consciencias las cuales las torturaban. Hana decidió sentarse y mirar severamente hacia el horizonte, sin tener en vista a ninguno de los adolescentes. 

El silencio continuó así por un rato más, siendo la fuerte lluvia el único acompañante armónico de aquella situación sumado a la respiración tenue de cada uno. 

—... señora— Souhei fue el primero en caer entre el pesado ambiente generado, trató de subir su mirada y enfrentar la seria mirada de la adulta. Antes de poder gesticular siquiera otra palabra, una patada voló hacia su pierna debajo de la mesita. Era la pelinegra quien lo miraba molesta de reojo. 

—Algún rato tendrán que hablar.— Dijo seriamente Hana quien había colocado el teléfono sobre la vacía mesa junto a la nota.— Mientras dejen pasar más tiempo, hay una persona allá afuera quien tal vez no conozca los peligros del bosque y que ahora puede que esté en peligro. 

No es que alguien vaya a matarla...— Habló en bajito la pelinegra en un costado, como si fuera un puchero. Pero un golpe en la mesa la hizo reaccionar y asustarse por ver a su madre tan molesta. Ella está molesta con ella desde que recién llega con Souhei. 

—Yuki, repite lo que dijiste— Aclamó enojada su madre, pero la pelinegra le sostuvo la mirada con una expresión molesta y sin arrepentimientos. La lucha entre ambas mujeres se volvió intensa, ninguna daría su brazo a torcer o mostrar una actitud débil ante un suceso que no ocurrió bien para un par de jóvenes. 

—Dije qué-— Antes de poder continuar con su frase, Yuki se vio interrumpida por el tembloroso de su novio, el olvidado de la mesa. 

—¡Fuimos nosotros!— Confesó, sus manos temblaban, su voz temblaba y sus ojos reflejaban en verdad el temor que cualquier joven de su edad puede experimentar cuando una broma que fue planeada llegó demasiado lejos. 

Hana dejó continuar al muchacho y le pidió de manera cortés que prosiguiera y explicara la situación como es debido. 

—Nosotros le jugamos una broma a la vie... a la señorita Tsubaki.— Tanto él como Yuki mordieron su labio en signo de derrota— Antes de regresar de la casa de mis padres, a mí se me ocurrió hacer una broma a la señorita.... Le pedí a Yuki que fingiera ser un lobo-

—¡Eso no es verdad! ¡Fui yo la de la idea!— Interrumpió la pelinegra casi al borde de sus lágrimas, pero Hana la calló con la mirada y dejó que el contrario se siga explicando hasta el final. 

— Queríamos guiar a la señorita hasta la frontera de la hierba alta y el bosque, para luego asustarla y reírnos de ella un poco. Pero las cosas se salieron de control y cuando quisimos asustarla, ella ya se había metido en el bosque y perdimos su rastro....

El silencio luego de aquella confesión fue mordaz, a pesar de estar en un caluroso verano, la habitación se había convertido en un congelador, ninguna persona hablaba y el ambiente era simplemente incómodo. 

Sobre todo para la mayor quien debía tomar una decisión. 

—Souhei, vete a casa.— Sentenció la mayor cuando decidió levantarse. 

—¡Souhei no hizo nada! ¡Ya te dije que fui yo! ¡Yo tengo la culpa, no lo odies por mi!— Yuki gritó en lágrimas y siguió a la adulta con la mirada, pero solo la ignoraba con cada paso que daba. —¡Por qué me ignoras de nuevo mamá!— la pelinegra iba  a ir detrás de la adulta, pero la mayor estando callada no dudó en detenerse y acabar esto de una vez.

Hana, con el dolor suprimido en su corazón decidió darle una bofetada para que Yuki entrara en razón, pero quien fue golpeado no fue ella, Souhei había previsto la situación y en todo momento se mantuvo fijo en Yuki, a pesar de tener miedo, él decidió recibir el golpe en lugar de su novia. 

—¡Souhei!— Habló la pelinegra detrás de él con algo de miedo. 

— Yo merezco el golpe ya que usted me pidió que cuidara de Yuki. Pero fallé cuando dejé que siguiera con el plan.— Sentenció el de cabellos marrones oscuros. Su mirada de adolescente temeroso no lo abandonaba, pero enfrentó el enojo y decepción que Hana mostraba.— Por favor, no odie a Yuki.— Rogó sin quitar su mirada de la adulta. 

La lluvia junto al mal clima se intensificaba y en aquel hogar las goteras y el sonar del agua chocando a la lejanía el tejado era todo lo que se escuchaba. 

—Lo siento Souhei, pero esto es un asunto de familia. Tú no eres parte de ella, así que te pido que te marches.— Sentenció la mayor hacia el muchacho.— Llamaré a tus padres para que te recojan, está lloviendo fuerte y el camino puede ser peligro si te vas ahora.— Hana regresó a ver a su hija quien lloraba aferrada a la camiseta del chico un tanto más alto que ella, pero decidió dejar su discusión con ella al final y se puso en marcha en contactar con los padres del muchacho y llamar a su jefe de la reserva, ella necesitaría ayuda para localizar a Tsubaki. 

Hana espero inquieta en otra habitación a la llegada de los padres de Souhei, mientras que en su mente estaba trazando planes para dar con la joven perdida entre el bosque. Cuestionó la adulta si que tal vez también fue su falla dejarla, acaso cometió otro error de madre al tratar de cuidar ambos hijos y sin ninguna experiencia, acaso si ella hubiera recorrido más a sus padres cuando decidió criarlos, pero y si nunca los aceptaban. 

Frustrada, Hana ahogó el dolor que oprimía fuertemente a su pecho, sus responsabilidades y los problemas que asumía a esta edad eran malos para su salud, pero por sus hijos... Ame y Yuki...

—Ma... mamá.— La débil voz de Yuki hizo un tenue eco en la habitación cuando entró— Por favor, hablemos.

—Ahora no quiero hablar contigo.— Habló cortante la mayor quien aún lidiaba personalmente con el problema, pero los pasos de Yuki se hicieron fuertes y exigentes. 

—¡Tú jamás has querido hablar conmigo cuando te necesitaba! ¡Siempre ha sido así desde que éramos niños! ¡Consentías más a Ame y me abandonaste en la escuela un día como este!— El pulsante enojo retenido en la joven híbrida provocaba que su lobo interior guardado rugiera. Sus delicadas manos comenzaban a cambiar y largas uñas presionaban más y más su ropa.

—¡Yuki, es suficiente!— Gritó la mayor, necesitaba calmarse pero su hija no entendía que necesitaba tiempo a solas. Pero la pelinegra solo se acercó más y más. 

—¡Siempre fuiste una mala madre!

El sonido del aire siendo cortado silenció la obra, dejando una sorprendida pelinegra con su rostro ladeado hacia un costado y un pómulo rojo sobre su rostro. Hana había llegado a su límite y se aseguró que su hija tampoco pierda la racionalidad como ella. Yuki dejó de lagrimear y sintió el ardor en su golpe como un signo más de su teoría. 

Su madre la odiaba al igual que ella odiaba ahora a su madre. 


Hermosa Criatura [Wolf children] {Oc x Ame Adult!}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora