Capítulo 6.

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Mina tenía razón.

Los últimos días no se ha despegado de mí ni un segundo, incluso se sentó conmigo en el almuerzo, bajo todas las miradas de desaprobación que nos eran lanzadas constantemente, a ella no le importó ni un segundo.

Y este era posiblemente el momento más triste del día, y no sólo porque en la ultima hora de clases de los viernes teníamos que hacer deporte en las canchas de fútbol, sino porque este era el último día que vería a Mina.

Para cuando las clases terminaran, nos volveríamos a ver en la noche, y por la mañana me acompañaría a tomar el primer tren con destino a Seúl.

Pero por más increíble que parezca yo no quería que la clase de gimnasia termine nunca, porque además de todo ver a Mina en pantaloncillos cortos era como estar en el cielo.

"Muy bien, todos tomen una pelota y hagan dos equipos." El entrenador tocó su silbato y todos corrieron tras las pelotas. "Tú no, Son" Se acercó a mí y me aparto del grupo. "Tú ve a dar unas cuantas vueltas a la cancha."

"¿Qué?" Fruncí el ceño molesta cuando me di cuenta que no era una broma.

"Ya me escuchaste, Son Chaeyoung"

"¿Por qué no puedo jugar pelota con los demás?"

"No queremos que contagies a los demás ¿verdad?" Rió y yo me puse molesta. "Mira, yo solo sigo las órdenes del director, él no te quiere junto a las demás chicas que si son normales, y si me lo preguntas estoy más que de acuerdo con él."

"No es justo que me hagan esto, no lo merezco." Cerré los puños con fuerza, estaba dispuesta a golpearle la cara a ese bastardo pero resistí lo más que pude.

"¿Has escuchado ese dicho que dice Una manzana podrida hecha a perder a las demás? Bueno pues no creemos que sea justo para los demás chicos tener que estar a tu lado, hemos recibido muchas quejas y..."

"Cierre la boca, haré lo que diga pero ya no hable más."

Empecé a correr, alejándome de las palabras de ese imbecil, las lágrimas desbordando mis ojos pero el viento en mi cara me ayudó a hacer que desaparezcan. Estaba realmente molesta, pero por más que quisiera hacer un alboroto sobre todo, decidí que guardar la calma era lo mejor, quería que el día terminara lo más tranquilo posible, sin ningún imprevisto que perjudicara mi huida de este cochino pueblo.

~

Estaba terminando mi duodécima  vuelta cuando el timbre sonó y todos corrieron a las duchas, yo me limité a caminar porque de correr ya estaba cansada, pero otra vez el profesor de gimnasia me detuvo con su enorme barriga y musculosos brazos.

"¿Ahora qué?" Le pregunte cansada, imaginándome su posible respuesta.

"De ahora en adelante tienes una hora especial para entrar a las duchas. Vas a tener que esperar que todas acaben de usarlas para que puedas entrar. ¿Si?" Asentí, más roja por la ira que por el cansancio, lo único que me ayudaba a tragarme ese incómodo momento es que no habría un "de ahora en adelante". No habría nada después de este día porque nunca más volveré a ver la cara de todos estos bastardos.

Después de hoy mi nueva vida empieza, no más tratos especiales, no más escuela, no más Jang Min-hyuk, no más Padre Myoui, y por sobre todo no más Son Han-jong.

"Puedes entrar." Dijo el entrenador después de unos minutos, sacándome de mis pensamientos, y por una vez en todo el día sus palabras me hicieron feliz porque realmente necesitaba un baño.

Cuando entré a las duchas todas ya traían sus toallas puestas, cubriéndose de mis ojos como si fuera a abusar de cualquiera de ellas.

"Vámonos chicas, si Chaeyoung nos ve desnudas de seguro no se podrá controlar." Todas rieron, y pasaron junto a mí golpeándome con sus hombros, pisando mis pies y diciéndome groserías en forma de susurros. "¿Te vas a quedar aquí, Myoui?"

Take Me To Church (Michaeng)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora