PROLOGUE

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Los Madrigal, esa increíble familia que fue bendecida con dones para cuidar del pueblo, la mas grande de la familia era Alma Madrigal que cuenta con tres hijos, Julieta, Pepa y Bruno

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Los Madrigal, esa increíble familia que fue bendecida con dones para cuidar del pueblo, la mas grande de la familia era Alma Madrigal que cuenta con tres hijos, Julieta, Pepa y Bruno. Cada uno de sus ellos tenia descendencia, Julieta tenia a sus hijas Luisa e Isabela, por otro lado Pepa tenia a su hija Dolores, y por ultimo Bruno que al igual que su hermana Pepa solamente tenia una hija Sofia.

Sofia, la menor de la familia actualmente que cuenta con 4 años pronto 5, hija de Bruno Madrigal y su fallecida esposa, una pequeña niña rubia que curiosamente el día de hoy era su cumpleaños y recibía su don.

—Papá ¿que pasa si mi don no es tan bonito como el de Dolores o el de Isabela? —le pregunto al mayor mientras mantenía su fuerte en la ruana del mayor.

—No pasara nada, yo te querré tal y como eres al igual que tu familia Sofi —la cargo en brazos para bajar en dirección al comedor.

—Oh, mi pequeña Sofi no estés preocupada, te aseguro que tu don será magnifico, ten toma una arepita para que te sientas mejor mh —Julieta le extendió una arepa que la niña tomo con mucho gusto.

—Tu tía Julieta tiene razón Sofia no debes preocuparte —la madre de los trillizos tomo a su nieta menor -su favorita pero no le diría nunca a nadie- en brazos para sentarla junto a su prima Dolores, quien la saludo de forma alegre y optimista.

—Hola Sofi —murmuro inclinándose hacia su prima rubia a la misma vez que le servía agua fresca.

—Gracias Dolores —murmuro por igual la niña de ojos azules, estaba en medio de sus primas Dolores e Isabela.

—No estés nerviosa, de seguro tu don será magnifico —aseguro su prima Isabela mientras creaba una flor y la ponía en su cabello.

—Gracias Isa —toda la familia Madrigal desayuno en paz mientras que empezaran a decorar a "casita". 

La pequeña rubia estaba en su cuarto intentando colocar bien su listón de cabello, el sonido de la puerta abriéndose hiso que volteara en esa dirección encontrándose con su abuela Alma, que venia con una gran sonrisa en su rostro.

—¿Gustas que te ayude? —le pregunto recibiendo un tímido asentimiento de parte de su nieta— ¿Te sientes nerviosa, verdad? —cuestiono a la misma vez que peinaba su cabello en una hermosa trenza.

—Si, ¿que tal si no recibo mi don abuelita? —pregunto mientras jugaba nerviosamente con sus manos.

—Aunque no recibas tu don seguirás siendo una orgullosa Madrigal ¿me entendiste copito? —la infante volteo a ver a su abuela con una sonrisa un poco mas confiada—mira lo que tengo yo para ti —la niña vio como su abuela le extendía una cajita de regalo de color azul cielo, con emoción miro a su abuela y planto un beso en su mejilla antes de abrir su regalo.

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