Bloody

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Y así fué, la rubia se entregó a la pelirroja esa noche y luego de dormir a la pequeña Marie y dejarla descansando en una cuna que había comprado el castaño años atrás, se dirigió a la habitación de la pálida y esbelta mujer que la esperaba solamente en ropa interior sobre la cama, con la misma miraba lujuriosa de hace un par de horas y una sonrisa de oreja a oreja. La rubia había estado evaluando la idea de la pelirroja mientras dormía a la pequeña Marie y concluyó que la contraria era el tipo de mujer que despertaba deseo en ella, por lo que gustosamente entró a la habitación dispuesta a disfrutar cada segundo de aquel apasionante acto.

— Házme saber cuándo te sientas lista para mí — murmuró la rubia cuando terminó de quitar su ropa.

— Creo que he estado esperando esto por mucho tiempo — murmuró Marie en respuesta, atrayendo con sus brazos el cuerpo de Camille hacia el suyo mientras unían sus labios en un beso hambriento y lleno de deseo.

Los labios de la rubia iban descendiendo lentamente por el pálido cuello de Marie, mientras dejaba marcas y algunos besos muy húmedos sobre su lechosa piel, esto causó que la pelirroja se aferrara a las sábanas blancas de la cama mientras cerraba los ojos con algo de fuerza y abría su boca por pequeños intervalos para dejar salir algunos jadeos, usualmente no era tan sensible ante ese tipo de contacto pero había dejado de tener sexo por mucho tiempo, debido a ello, estaba bastante sensible ante cada uno de los roces de la rubia.

Finalmente los besos de Camille llegaron hasta la cintura baja de Marie, en dónde usó los dientes para tirar de su ropa interior negra de encaje sin quitarla, la rubia decidió tentar a la pelirroja, quien aún estaba aferrada a las sábanas blancas, la necesidad de placer que tenía la pelirroja era bastante obvia y eso era algo que la contraria estaba disfrutando mucho.

Lamió aquella zona sensible sobre la ropa interior mientras hacía contacto con los ojos de la pelirroja, llevó dos de sus dedos hacia la entrepierna de su amante y los frotó con deseo pues la humedad de aquella esbelta mujer se sentía incluso sobre la ropa interior, la rubia tenía ganas de quitársela y follarla pero también quería hacerla esperar como una pequeña tortura por haberla llamado prostituta un par de horas atrás.

— ¿Quién en la prostituta ahora? — bromeó la rubia mientras lamía nuevamente la humedad de la contraria sobre su ropa interior.

El placer no dejaba que la pelirroja pensara con claridad por lo que se limitó a pensar en cualquier otro tema que no fuera el placer que le hacía sentir la rubia.

— Yo... — respondió en un jadeo algo desesperado seguido de una mordida de su labio inferior, el sudor empezaba a aparecer sobre su frente y la humedad de su vulva empapaba más y más su ropa interior. — Joder, ya follame... — suplicó con un tono de voz más agudo, parecido a un lloriqueo, pues el placer del momento la estaba consumiendo en todo sentido.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Camille, quien diría que una mujer con una personalidad tan firme, poderosa e intimidante podría ser tan sucia cuando estaba en la cama, pensó para sí misma. Esta vez, hizo caso a la súplica de esta y rápidamente hizo a un lado la ropa interior para deslizar sus dedos sobre la humedad de sus pliegues. Los jadeos de la pelirroja, poco a poco, se convirtieron en gemidos desesperados, ansiaba sentir aquellos largos y delgados dedos dentro de su intimidad, por lo que ahora arqueaba su espalda como invitación para que la rubia la follara deliciosamente.

De forma gustosa aquella rubia aceptó la invitación pero en lugar de usar sus dedos, rasgó con sus manos la pequeña prenda de la pelirroja y usó su ágil lengua para succionar y probar aquel mar de fluidos, esto causó que la rubia gimiera, el aroma que emanaban los flujos de la pelirroja era bastante agradable para Camille, debido a eso no dejó escapar ni un poco, quería probarlo todo y Marie estaba totalmente de acuerdo, cada vez se sentía más y más cerca de llegar al ansiado orgasmo por lo que rodeó el cuello de su amante con sus piernas y usó una de sus manos para tirar de su cabello y presionar aquel hermoso rostro contra su vulva. La lengua de Camille se movía con frenesí, incansablemente, ni siquiera se detuvo cuando la pelirroja se corrió sobre sus labios, empacandola a ella y parte de las sábanas blancas de aquella habitación.

La respiración de ambas estaba muy agitada, el placer las había consumido pero no era suficiente para Marie, quien después de tan deliciosa corrida tenía ganas de más, quería comerse a la rubia, tal y como ella lo había hecho. Se tomó un par de minutos para recuperarse y sorprendió a la contraria quién creía que eso había sido suficiente.

— Parece que ahora es mi turno pero no te haré sufrir — la pelirroja suspiró y sonrió ampliamente — Bueno, tal vez solo un poco — Marie se levantó de la cama para tomar una cinta que estaba sobre la mesa de noche, junto a la cama.

— ¿Qué es eso? — preguntó la rubia con una sonrisa pícara mientras se acomodaba en aquel cómodo colchón.

— Póntelo, es momento de disfrutar — Tal y como Marie lo dijo, era hora de disfrutar pero la rubia no lo haría, esto era un plan bien elaborado y aunque la rubia la había hecho tocar el cielo, no se sentiría saciada hasta ver y probar su sangre.

Camille obedeció, se colocó la cinta sobre sus ojos y cuando esta perdió toda noción de lo que ocurría a su alrededor, la pelirroja tomó un cuchillo que tenía escondido en un pequeño cajón de la mesa de noche, un par de segundos después, Marie quitó la ropa interior de la rubia y dirigió dos de sus dedos hacia su intimidad, debía comprobar que ya estaba lo suficientemente húmeda para ejecutar su placentero y sangriento plan. Al deslizar sus dedos sobre los pliegues de la rubia recibió un pequeño jadeo y un espasmo como respuesta, lo cual significaba que podía proceder.

— Dime qué tanto te gusta esto — dijo Marie en un murmullo colocandose entre las piernas de la contraria haciendo que sus intimidades se rozaran con necesidad mientras se movían lentamente.

No recibió una respuesta pero sabía que la rubia lo estaba disfrutando al sentir el gran aumento de sus fluidos y gemidos. Marie intentó no perderse en el placer, al menos no hasta el siguiente paso, tomó fuertemente la muñeca de Camille con una de sus manos y en la otra tomó el cuchillo sin dejar de moverse para que sus intimidades continuaran en aquel embriagante placer y cuando la contraria menos se lo esperaba, la pelirroja hizo un corte en su delgada muñeca, el grito despavorido de la rubia era algo que le causó más placer a Marie.

— Shhh... Dijiste que harías lo que fuera, es mi momento de disfrutar — la rubia seguía jadeando en contra de su voluntad ante los incesantes movimientos de la pelirroja, quería huir pero no sé atrevió, ahora sabía que Marie tenía un cuchillo y era mejor no hacerla enojar por lo que continuó con aquel encuentro sexual.

Por un lado estaba Camille, quien sentía que su sangre escapaba de sus venas mientras era tomada por una atractiva psicópata y por el otro lado estaba Marie, quien cubría su rostro y sus pechos pálidos con la tibia sangre de la rubia mientras lamía su muñeca con evidente desesperación. Originalmente, la verdadera idea de Marie era matarla y tomarla luego, no obstante, no sería divertido para ella hacer eso con un inservible cadáver por lo que decidió herirla, después de esa sangrienta noche la amenazaría y la usaría como su muñeca sexual.

Queen Of HeartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora