Crusher

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— Buenos días, señora Hell — Saludó Carl, un hombre de cabello negro con una gran sonrisa mientras levantaba su gorra en señal de respeto hacia la mujer pelirroja que se encontraba delante de él.

— Carl, Preferiría Marie Edwards, por favor — dijo ella con algo de incomodidad en su tono de voz, odiaba que la llamaran por el apellido de su odioso esposo, cada vez que alguien lo hacía, Marie sentía que de alguna manera le pertenecía a aquel hombre, cosa que jamás sucedió, desde su punto de vista, ella era un alma libre y sin ningún tipo de atadura.

— Como quieras, Marie — dijo aquel hombre, amigo de Asmodeo, mientras caminaba junto a ella hacia dentro de la gran mansión, posteriormente lo invitó a sentarse en la sala de estár.

— ¿A qué debo el placer de tu visita? — preguntó ella con un gesto de intriga en su rostro mientras suspiraba de frustración, solía molestarle la presencia de personas no deseadas.

— Escuché que el negocio va bien, Asmodeo no está y creí que tal vez necesitarías ayuda o compañía de un verdadero hombre — la pelirroja se encogió de hombros y bebió un poco del café que llevaba en sus manos, sabía que el moreno no la dejaría en paz y que querría aprovecharse de ella, por lo que se le ocurrió algo divertido que acabaría con ese problema.

— Estás en lo correcto, tengo todos los papeles necesarios en regla y ni una sola multa desde la fundación de este emprendimiento, la carne que proceso aquí es completamente sana y el negocio crece cada día — el moreno asintió ante las firmes palabras de la contraria pero decidió no sé iría sin conseguir algo más, la tranquilidad de la pelirroja le parecía muy sospechosa ante la desaparición de su amigo, no obstante, era algo que le importaba poco.

— ¿Has sabido algo sobre tu esposo? — la mirada serena de Marie se clavó en aquel hombre. — Tenía unas conversaciones pendientes con él, eres una chica así que no entenderías — un suspiro se escuchó en el lugar completamente vacío, sabía que Carl era igual de asqueroso que su esposo, decidió no preguntar al respecto y beber otro sorbo de su café.

— Dijiste que querías ayudarme, me gustaría que me ayudes con la trituradora que tengo aquí, tuve un problema ayer con un hueso y las cuchillas se atoraron, necesito un verdadero hombre que pueda con eso — dijo esto último con un tono seductor, necesitaba que aquel hombre cediera ante su petición, odiaba que la subestimaran, todos lo habían hecho alguna vez pero esta vez aquel hombre lo había hecho en el momento equivocado, lástima que no podría vivir para contarlo.

— Sería un placer ayudarte, Marie — respondió aquel moreno en el mismo tono que usó a pelirroja, incluso si estaba casado le agradaba la idea de divertirse con aquella mujer de piel pálida y cabellos rojos como el fuego.

Ambos se adentraron en aquel lugar y bajaron con dirección al sótano, dónde se encontraba aquella gran máquina metálica, mientras la pelirroja planeaba la ejecución de aquel hombre, el moreno solo dejaba volar su imaginación con las fantasías que ya tenía con aquella mujer desde hace un par de años atrás, no había hablado tanto con ella antes pero solía espiarla de vez en cuando para saciar sus fantasías sexuales.

— Si logras resolver el problema tal vez podría pagarte de la forma que tú quieras — la pelirroja se acercó hasta quedar a solo un par de centímetros de sus labios. — Me he sentido tan sola últimamente, necesito que alguien me haga sentir satisfecha — susurró fingiendo sentir deseo por aquel hombre, quién no dudó en llevar una de sus manos hacia el trasero de la pelirroja para estrujarlo.

— Revisaré la máquina y terminaré en un minuto — dijo el moreno antes de subir por aquella escalera que permitía observar dentro de aquel contenedor.

La pelirroja sonrió con malicia y cuando observó al moreno extendiendo sus brazos para revisar las cuchillas, encendió la máquina, la cual trituró aquellas extremidades mientras el hombre gritaba por el dolor.

— Ups... Parece que ya no podrás tocar a otras mujeres, ni siquiera a tu propia esposa, lástima — el hombre, en un vago intento de liberarse de aquella máquina, cayó completamente dentro.

La pelirroja sabía que aquel hombre solía observarla desde varios meses atrás, sabía que estaba casado y que al mismo tiempo había sido infiel a su esposa varias veces, desde su punto de vista, merecía un infernal castigo.

Luego de apagar la máquina y arrancar el corazón del moreno dejó que se triturara por completo, se dispuso a lamer una pequeña salpicadura de sangre pero fué interrumpida por un llanto bastante conocido, la pequeña rubia había despertado una vez más, por lo que, rápidamente se lavó y se dirigió a la habitación en dónde yacía la pequeña niña.

— Buen día, Alice — tomó en brazos a la pequeña niña y sonrió genuinamente, recibiendo un balbuceo como respuesta. — Mami se fué pero ahora estas a mi cargo, me encargaré de educarte como lo mereces, riqueza, poder y todo los caprichos que quieras, te daré una mejor vida de la que alguna vez pudo darte tu madre — la bebé rió sin entender las palabras de la contraria y Marie emprendió el camino hacia la cocina para preparar la leche de la pequeña niña.

Luego de ejecutar a Camille, quiso matar a la pequeña Marie también pero no pudo hacerlo, recordó lo indefensa que era cuando pequeña y decidió que en lugar de asesinarla, la educaría con un nombre nuevo y la cuidaría como si fuera su hija para que siguiera sus pasos, tal vez en el fondo si quería tener una familia pero no era una meta que incluyera al difunto castaño.

Queen Of HeartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora