A la mañana siguiente, fue como si nada hubiera sucedido. Todo aparentaba estar normal con mi celular. Supuse que había sido causado por haberse agotado la batería.
Fue un día muy tranquilo. Aunque a la vez, vergonzoso. Ni Lucas ni yo queríamos hablar de lo que había ocurrido la noche anterior, y por ello, evitabamos conversar o siquiera mirarnos durante nuestras clases.
Me sentía tan avergonzado por ello, especialmente porque se trataba de Lucas. Lucas era.. Bueno, no sabía cómo definirlo. Era una persona sumamente especial en mi vida. La relación que teníamos era más profunda que la que alguna vez había llegado a tener con otros amigos.
Tenía sentimientos por el que nunca había experimentado, y aunque en parte eso me asustaba, también me gustaba mucho. Pero también me torturaba, y por ello, la opción más viable fue de buscar ayuda. Mala decisión, ya que al decírselo a mi madre, ella sugirió que empezara a ir con él psicólogo.
Esa mañana, mientras estaba en la cafetería, un chico se acercó a mí y me entregó una pequeña caja de color negra. Al preguntarle quien la había mandado, dijo que no podía revelar esa información. Le di un mordisco a mi hamburguesa, y observé detenidamente la caja. Era muy pequeña, así que realmente no se me ocurría que podía haber allí.
Finalmente, abrí la caja. En la pequeña caja había un chupón de bebé de color rosa,decorado con un dibujo de un unicornio. Abajo del chupón había una nota.
Un pequeño regalo. Úsalo junto con tus pañales.
Eso era una locura. Ya me estaba cansando de todo eso. Una cosa era haber usado pañal el día anterior, pero otra muy diferente el ponerme un chupón. No quería hacerlo. Pero tal vez no tenía opción.
Casi al salir de la escuela, Lucas se acercó a mí.
-Hola - saludé -
-Hola. - dijo-
-Lo siento por lo de ayer. Me da pena. Realmente fue algo vergonzoso.
-No te preocupes - dijo-¿Quieres jugar videojuegos más tarde?
-Claro, estaría bien.
-Vale.Ambos tomamos el camión rumbo a nuestras casas, y conversamos sobre el juego que elegiríamos. Nos despedimos, y cada quien tomó rumbos separados. Mientras caminaba por las calles, sentí que alguien me seguía.
Caminé más rápido, pero poco a poco el cansancio se fue apoderando de mi. Me metí a una de las calles cerca del parque, con la intención de perder a quien me seguía. Aún así, sentía que esa persona seguía detrás de mí, acechando como un oso a su presa. En cuestión de segundos, alguien me tomó por atrás y presionó algo en mi boca. Intenté gritar, pero poco a poco, todo se fue volviendo oscuro.
Al despertar, no tenía la menor idea de en donde me encontraba. Tenía puesto un pañal solamente, y en mi boca había un chupón sujetado por una mordaza. Tenía las manos atadas con esposas a una silla.
Me sentí indefenso. Empecé a llorar de rabia y de impotencia de saber que no podría salir de allí tan fácilmente.
En ese momento, la puerta se abrió y entró una persona utilizando una máscara negra y vistiendo completamente de negro, salvo unos guantes blancos que llevaba puestos. En su mano, llevaba un látigo. Sin decir nada, el me liberó de la silla y me cargó hacia una mesa. Allí, me puso boca abajo, y como no pudo hacer que dejara de moverme, puso una especie de jeringa en mi brazo y me sentí débil y mareado.
Una parte de mí estaba inconsciente, pero la otra parte seguía sintiendo lo que pasaba. Sentí como me bajó el pañal y comenzó a darme nalgadas con el látigo. Supongo que debió haberme dolido más, pero tal vez el efecto de la jeringa hacia que no sintiera tanto dolor.
De repente, fueron 2. 3. 4. 5.6. Y perdí la cuenta de las nalgadas que había recibido mientras cerraba lentamente los ojos.
Al despertar, estaba en el parque por el que había pasado antes. Y seguía solo con el pañal puesto. Me sentía realmente avergonzado por ello. Si alguien me viera, seguramente se burlaria de mi. Intenté caminar rumbo a mi casa, pero cada paso que daba, me caía en el suelo. Me levanté con mucha dificultad del suelo, e intenté caminar de nuevo. Di un paso y me caí. En el suelo, escuché una voz.
-Pobre bebito, ven,te ayudo.
Esa persona me ayudó a ponerme de pie y tomó mi mano y me llevó hasta su casa. Me recostó en la cama y me tapó con una sabana. Me relajé un poco y dormí plácidamente. Al despertar, ya no me sentía tan mareado, pues el efecto de la jeringa había terminado. Miré alrededor, y quedé fascinado con el cuarto de la persona que me había ayudado.
Había pósters de Avengers & DC pegados en las paredes del cuarto. Al lado de la cama, había un pequeño mueble en donde estaba un libro de Harry Potter y unas llaves. Había también un clóset con ropa, y una televisión. En eso, tocaron a la puerta y sentí un poco de vergüenza, porque había mojado mi pañal inconscientemente.
-Pasa-dije-
Entró un chico de unos dieciocho años de edad, que vestía una camiseta con estampados de caricatura. Al ver que estaba despierto, sonrió y me ofreció un refresco.
-Hola, que gusto que estés despierto. Pensé que te había pasado algo terrible.
-No, ya me siento bien. Solo estaba un poco mareado.
-Menos mal. Mucho gusto, me llamo Daniel..
-Un gusto, Daniel. Gracias por salvarme la vida. Me llamo Miguel.
-De nada, Miguel. Oye, y si no es indiscreción ¿porque traías puesto un pañal?
Me llevé las manos a la cara en señal de vergüenza, y pensé en alguna excusa tonta que podía inventarle.
El empezó a bajarse el pantalón. Lo miré extrañado. Vi que llevaba puesto un pañal con decoraciones de ositos color marrón y tigres de color blanco con rayas negras. También tenía rayas de color verde, y estrellitas alrededor del pañal. El pañal estaba realmente lindo.
-Wow-dije,boquiabierto-
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El Correo
Mystery / ThrillerLas Redes Sociales no siempre son buenas.. Esta es la historia de Miguel, un adolescente de 17 años de edad con una vida común y corriente. Pero todo cambia cuando recibe un misterioso mensaje proveniente de una persona anónima, que le pedirá cambio...