Jaemin usaba su conjunto mas bonito de ropa, un fino delineado en los ojos y caminaba rápidamente entre las masas de adolescentes que sentían urgencia por abandonar la escuela.
No se había visto a Jeno en todo el día y eso solo logró entusiasmar mas a Jaemin, quería decir que la sorpresa era muy especial.
Con energía empujó la puerta principal del gran gimnasio que en ese momento estaba oscuro.
—¡¿Jeno?!
Un reflector atacó directamente a la cara de Jaemin, asustándolo mientras retrocedía.
—No tengas miedo putito, aquí esta tu Jeno.
Los ojos de Jaemin perdieron su brillo soñador al escuchar las palabras de Jeno mientras la chica que ya había apagado el reflector se apegaba a su lado.
—¿Te creíste especial? Con palabras bonitas te tuve de mi perra personal ¿verdad? Oh que asco imaginarme que me hubieras dado si trataba de tocarte o algo.
Jaemin buscaba a tientas la salida, Jeno después podría explicarle, lo dejaría excusarse...otra vez.
El Jeno abrazado a la rubia no era quien le acariciaba las mejillas y decía que su piel era muy bonita.
—No llores, que te ves mas feo que siempre. —Jeno soltó a la chica y caminó lentamente hacía el triste Jaemin. —Te convertiré en la princesa que todo enfermo como tú sueña, ojalá lo disfrutes minnie.
De pronto Jaemin sintió como un espeso líquido de esparcía por toda su cabeza y luego su cuerpo, y luego como si una nube de polvo se hubiera regado sobre el.
Las risas estallaron al igual que el llanto de Jaemin.
Pintura y purpurina rosa sobre todo Jaemin, no podía ni ver, no sabía como llegaría a casa, no quería que su familia siguiera odiando a Jeno.
Jeno reía pero en sus ojos no había diversión, quería limpiar la cara de Jaemin y ayudarlo a salir pero no podía darse la oportunidad de dejarse descubrir.
Jaemin captó con dificultad la mirada de Jeno, lo comprendió como en todas las decepciones pasadas.
