ㅤㅤㅤㅤㅤ🧶⌇ ˚ ༘ˀˀ ꒰‧ 𝗱𝗼𝗰𝗲 𝗺𝗲𝘀𝗲𝘀 !i
ㅤㅤㅤㅤ─ 𝘀𝗮𝗶𝗸𝗼 solamente te bastó un año
ㅤㅤㅤㅤㅤpara poder romper mí corazón.
ㅤㅤㅤㅤㅤaquel corazón que siempre te
ㅤㅤㅤㅤㅤperteneció a ti, mí agridulce
ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ𝘀𝗮𝗶𝗸𝗼.
ㅤㅤㅤㅤ ▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂
ㅤㅤㅤㅤㅤ!i los...
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Los meses fueron pasando, ahora siendo inicios de septiembre. Saiko y Mikey no habían cambiado mucho, el varón seguía siendo igual de infantil y cariñoso con su novia mientras que ella solamente se había vuelto un poco más amorosa, no mucho.
El que siempre iniciaba las muestras de afecto, era Mikey. Pero no le importaba porque cada caricia o abrazo que le pedía a Saiko, valían más que el oro mismo.
Samir aún era una plaga según Mikey, siempre queriendo pasar los almuerzos con su novia o mostrarles sus estúpidos dibujos hechos a mano y con mucha dedicación.
Pero esa molestia se le pasaba al entrar al cuarto de Saiko y ver en sus paredes los dibujos que Mikey todos los días le hacía, y aún faltaban más para pegar, pero los tenía en una caja bien guardados.
El saber que su novia disfrutaba más sus dibujos que los de Samir, le encantaba.
Por supuesto que las tardes viendo las nubes nunca faltaron para ellos, acostados sobre el césped mientras sus manos se encontraban juntas.
Eran los momentos favoritos de Mikey, claro, también de ella.
El día de su cumpleaños, Saiko se enteró que Mikey era líder de una pandilla. El rubio amargado creyendo que Saiko iba a molestarse, la evitó casi todo el día creyendo que si no la veía ella no podría terminarle.
