Colmillos

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Pareja: Remus omega!/ Lucius alfa!


-Ô-

Lucius Malfoy era uno de los alfas más cotizados en todo el mundo mágico. Gracias a su posición social y apellido muchas familias dentro del círculo social mas exclusivo de Inglaterra querían a Lucius como alfa para sus hijos omegas.

Pese a su mentón puntiagudo y sus rasgos afilados, sus ojos grises y su hermosa cabellera, lo hacía lucir como un Dios griego.

Su educación era impecable, los mejores tutores se habían encargado de su aprendizaje durante todo su crecimiento.

Siempre vestía elegantemente. Todas sus túnicas eran de la mejor calidad, elaboradas con las más finas telas. Luciendo impecable gracias a su recta postura, jamás lo vería encobrado o desaliñado. Sin duda era un buen prospecto como alfa.

En pocas palabras, Lucius Malfoy era perfecto.

Pero incluso la perfección llegaba a tener defectos.Y no era su terrible carácter, ni su fría personalidad, el problema eran sus colmillos.

Los colmillos eran importantes para cualquier alfa, ya que gracias a ellos podían marcar a sus omegas y formar un vínculo con ellos, haciéndolos suyos para la prosperidad.

Desgraciadamente, Lucius tenía una dificultad con ellos. Sus colmillos no eran como los de los demás alfa; su forma y tamaño eran como los de un alfa adulto pero carecían de fuerza, lo que no le permitirá marcar a ningún omega, podía morderlos pero jamás hacerles una de marca de unión.

El vínculo más profundo entre un alfa y un omega era la mordida de reclamo, era una forma de dejar en claro a otros alfas que aquel omega ya tenía pareja, una forma posesiva de reclamar territorio.

Todos los omegas querían ser reclamados, o al menos eso era lo que sus padres le habían dicho ¿Qué omega quisiera estar con un alfa que no pudiera enlazarse? Al menos en el mundo que conocía, tener una marca era un símbolo de orgullo, en lo que muchos omegas se jactaban de dicho honor.

Sus padres habían estado decepcionados con aquel hecho. Eso significaba la ruina para el apellido, ya que no podía emparejar a su hijo con alguno de los omegas de su círculo sin revelar la condición de Lucius. Las apariencias eran lo más importante para los Malfoy.

En lo que sus padres trataban de arreglar su pequeño problema, Lucius disfrutaba de su vida como si no ocurrirera nada, tenia sexo con cualquier omega sin el temor de enlazarse con ellos menteniendo su imagen limpia y fuera de problemas. Si era sincero consigo mismo, no le afectaba no poder enlazarse con algún omega, no existía alguno que fuera lo suficientemente interesante para retener su atención por más de un mes, al menos en su círculo y no estaba interesado en buscar alguno que le gustara.

Además, desde muy joven había aceptado que su futuro matrimonio solo era una formalidad y una forma de crear alianzas con otra familia poderosa, así que ¿Cuál era la diferencia entre morder a su pareja o no? De todas formas no era como si su lazo fuera fuerte, profundo o con sentimientos. Tal vez su problema no era un problema, tal vez era una bendición.

O eso pensaba él, hasta que conoció a Remus Lupin.

Había sido una coincidencia, un juego del destino, pero desde la primera vez que vio aquel omega su corazón se aceleró, sentía como si una manada de hipogrifos golpearan su estómago, su corazón empezaba a derretirse y quedó maravillado con la belleza natural de Lupin.

Fue en una noche de primavera cualquiera en su sexto año. La oscuridad reinaba en el castillo y el silencio era la única compañía del alfa. Lucius estaba por terminar su ronda como prefecto, cuando escucho a alguien sollozar en la torre de astronomía.

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