Ojos de cachorro

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Pareja: Lucius alfa/ Remus omega! | Harry alfa!/ Draco omega!

-Ô-

Lucius Malfoy era uno de los empresarios más exitosos tanto en el mundo mágico como en el muggle. Su habilidad para los negocios era innata. Al igual que una serpiente, analizaba a sus presas antes de atacarlas. Un orgullo para la casa de Salazar Slytherin.

Tenía una labia impresionante, que podía convencer hasta el negociante más firme. Uno de los secretos del éxito de Lucius era que no se dejaba intimidar por nadie. Con su rostro siempre firme y recto, sus ojos grises tan helados que no reflejaban ningún tipo de emoción, intimidaba a cualquier alfa, beta y omega que se le cruzara.

Todos los que veían caminar a Lucius, con su porte perfecto y formidable figura, aseguraban que el alfa no tenía ningún tipo de debilidad, ya que nunca se le había visto expresar alguna emoción en su rostro además de indiferencia y aburrimiento.

Sin embargo, casi nadie sabía que, al igual que una persona normal, Lucius tenía no una sino dos debilidades. Su omega y su cachorro.

Draco y Remus eran las únicas personas que conocían el lado más suave y amoroso del alfa.

Para la mayoría de las personas, Lucius Malfoy era un alfa estricto, que trataba a su omega con indiferencia y a su cachorro lo veía como un activo más. Que equivocados estaban. Su familia era todo para Lucius.

Desde que eran novios, Lucius siempre tuvo una pequeña debilidad por su omega. Remus solo tenía que agitar sus negras pestañas, verlo con esos enormes ojos ámbar inocentemente que tenían un brillo particular, que a Lucius le recordaba al brillo de las estrellas en el cielo, morderse ligeramente el labio inferior y Lucius terminaba cediendo a cualquier cosa que Remus pidiera.

Fue gracias a esa mirada, esa maldita mirada en particular que Lucius terminó haciendo cosas que en verdad no quería hacer. Como las cenas incómodas con sus suegros, los paseos a museos y bibliotecas antiguas en el mundo muggle y la peor de todas las parrilladas en la casa de los Potter; donde no solo tenía que soportar al idiota de Potter y al insoportable de Petegrew, también al inútil de Black, que estaba seguro, siempre veía a su omega con anhelo.

Lo peor es que no podía culpar a Remus de usar sus encantos omegas contra él. Remus era la persona menos interesada y manipuladora que conocía, por lo que Lucius sabía que no lo hacía conscientemente.

A veces Remus no se daba cuenta de cuánto poder tenía sobre él.

Draco era un tema diferente. Su único hijo había heredado aquella capacidad que tenía su esposo para controlarlo. Él niño solo tenía que verlo con esa mirada profunda como el océano, ensanchando más de lo normal sus ojos grises, morder ligeramente su labio inferior y Lucius terminaba cumpliendo cualquier capricho del omega.

Sin embargo, a diferencia de su padre, Draco sí era consciente del efecto que tenía su padre al verlo con los ojos de cachorro, como él le decía, y no dudaba en utilizarlos cuando quería algo en particular.

No era como que le importara mucho, siempre usaba esa mirada cuando le pedía más dinero para poder comprar los bonitos cosméticos que los omegas de años mayores llevaban puestos o para poder llegar un poquito más tarde de su toque de queda.

Por lo que Lucius nunca le negaba nada a su hijo...Casi nada.

"Dije que no Draco, y es mi última palabra" regaño Lucius con voz firme. Enderezando su postura y observando a su hijo con una mirada helada.

Draco, aguantándose las ganas de azotar el pie contra el piso de mármol como un niño pequeño, gimoteo "¿Pero por qué no?

"Porque soy tu padre y te lo prohibo"

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