Naota era un chico japonés de 17 años que vivía en el distrito de Tokio, que, como dice su nombre (en español: “Muy honesto") él era una persona muy directa por lo que la gente se alejaba de él, por miedo a ser lastimados, preferían vivir entre mentiras, así era siempre.
Un día él iba caminando por la calle matutina, tranquilo, escuchando música en su MP3 como siempre, parecía que nada podía alterar ese círculo protector que hizo a su alrededor.
De camino a su casa vio una florería abierta y decidió echar un vistazo, cuando entro, sonó esa típica campanita que siempre suena al entrar a una tienda, era una florería bastante bonita, tenía arreglos por todas partes, flores de diferentes colores y olores, Naota era un fanático de las rosas, agarró una rosa de color blanco y se dirigió a comprarla.
-Una rosa, por favor- Naota estaba en la caja registradora de la florería, el joven que trabajaba ahí era muy extraño…creo que lo confundió un poco con una mujer…excepto por algunas cosas.
-Son 20 yenes- Dijo el chico.
-Vale, disculpa, eres ¿hombre o mujer?- No quería quedarse con la duda.
-No lo sé, pero estoy seguro que no soy mujer. ¿Quieres averiguarlo?- El chico intentó disimular la risa un poco, pero se notaba ese gran gesto de burla en su rostro, “creo que no debí preguntar eso”, pensó. -Vale ya, era broma, no te espantes, soy Fusako y ¿tú eres…?
-Naota
-¿En serio?
-Si
Fusako volvió a hacer el gesto de burla, pero un poco más alegre.
-Parece nombre de mujer jajaja
-Y tu rostro igual.
Naota y Fusako se miraron de reojo, cara a cara, en silencio.
Fusako, rompiendo el silencio, amplio su larga sonrisa y dijo:
-Está bien Naota, tu ganas…aunque tienes que admitir que soy muy “guapa”
-mmm…
-¿Qué?....
-No estas mal…- Se hizo un gesto de seriedad (obviamente fingido) y siguió observando a Fusako de pies a cabeza.
-Cállate
-Como quieras.- Naota se limitó a salir de la tienda sin nada más que decir.
Empezó a caminar de nuevo, ese chico le alegró un poco el día, hacía tiempo que no hablaba así con alguien, de echo…era su primera vez. Siguió caminando hasta llegar a una calle que no encajaba con las demás, era más “obscura” y descuidada, así es, en esa calle se encontraba la casa de Naota, que en lo personal no le gustaba, pero tenía que estar ahí un año más, y podría irse, ya veía la hora de irse de esa cárcel.
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En lo más profundo del deseo
RomanceNaota era un chico japonés de 17 años que tenía problemas con sus padres, su rutina repetitiva lo lleva a ser indiferente. Un día, Naota conoció a un chico llamado Fusako, que cambiaría su vida y su forma de pensar para siempre.