Capítulo 3

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La chica se paseaba tranquilamente por la pequeña florería que era apenas del tamaño de dos remolques (pero siempre muy acogedor y por supuesto, limpio) moviendo sus cabellos rubios con sus manos, observando las flores de manera tranquila, como si tuviera todo el tiempo del mundo y con un rostro imperturbable, mientras que Naota y Fusako, con los ojos iluminados,obviamente, la observaban mientras daba su recorrido.

-¿Puedo ayudarla en algo? -Dijo Fusako muy amablemente moviéndose del lado de Naota hasta donde estaba situada aquella chica.

-Me gustaría llevarme una semilla de....-Se quedó pensativa un par de segundos agarrándose su barbilla con la mano derecha mientras que con la izquierda sostenía una bolsa de mandado y después señaló el estante que estaba arriba de Naota, asegurado con puertas de cristal y que se alcanzaba a ver que habían una clase de sobres dentro- ¡De cerezo!

-Entendido, deme un segundo- Fusako se volvió hacía donde estaba Naota caminando solo un par de pasos hasta la repisa, e intentó alcanzarla pero no podía por más que se ponía de puntitas- Maldita sea... ¿Desde cuándo el estante era tan alto?- Dijo para sí mismo mientras que Naota se adelantaba por detrás suyo alcanzando la repisa y sacando las semillas que le indicaba la chica le dedicó una mirada burlona a Fusako, que no tardó más de dos segundos en devolverle una mirada amenazadora.

-Aquí tienes- Dijo Naota sonriendo, entregándole las semillas a la chica.

-Son 160 yenes -Interrumpió Fusako con una pequeña sonrisa insinuando que pagara, la chica dejó la bolsa que traía en la mano izquierda en el suelo y saco su cartera de su bolsillo, sacó el dinero y se lo entregó; asintió con la cabeza y se aproximó a la puerta. Cuando estaba a punto de salir, Fusako miró al suelo y vio que la chica olvidaba su bolsa de compras, la agarró y se apresuró a la puerta.- Disculpa, se le olvidó...-Le extendió la mano para que agarrara la bolsa, y casi de inmediato la chica la tomó.

-Gracias pequeño.- Esta vez y con la otra mano abrió la coqueta puerta de cristal y se llevó consigo el orgullo de Fusako, era algo que él sabía que se iba a llevar a la tumba.

Naota y Fusako se vieron fijamente uno a otro por un par de segundos que parecieron eternos, Naota empezó a soltar unas carcajadas mientras que a Fusako se le enrojecían hasta las orejas de la vergüenza que había pasado hace apenas unos minutos.

-¿Qué pasa...pequeño?-Naota no podía parar de reírse, y empezó a sobarse el estómago por el dolor que le causaba haber reído tanto, agarrándose de la puntilla de la mesa donde posaba la caja registradora y agachando la cabeza, después se incorporó y volvió a ver a Fusako.

-C-cállate- Empezó a acercarse a Naota y se puso de puntitas frente a él- Estoy practicando basket ¿Sabes? Algún día seré igual de alto que tú.-Después de decir esto, Fusako se dio la vuelta y empezó a mirar una flor a un lado de la pared de cristal que separaba la calle de la tienda, se le veía muy pensativo.

-Así que en el equipo de basket ¿Eh? Tal vez yo debería unirme...pero tengo que correr...y hacer ejercicio...ahhh! que flojera...pero lo intentaré ¿Mañana es lunes no? Te prometo que llegaré temprano a inscribirme-Estas últimas palabras acompañadas de una risita que se desvaneció segundos después de que Naota se le quedó viendo fijamente a la pequeña espalda de Fusako, iba a decirlo.- Oye...-Un sonido interrumpió a Naota, dejándolo completamente sorprendido, mientras que Fusako se dio la vuelta rápidamente para encontrarse con una silueta entrando por la puerta trasera de la tienda.

-¿Con quién hablas?-Dijo un chico alto y de cabellos dorados que se paseaban por su cabeza en largos mechones, que se a pesar de ser largos no le quitaban la sensualidad a sus ojos grises y profundos que a pesar de ser obscuros, su mirada te transmitía bastante calor, era como un....¿Enorme conejo?

En lo más profundo del deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora