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-¡Fusako!


-Naota....¿Q-qué haces aquí? – Dijo Fusako sorprendido mientras bajaba la mirada; él vestía el uniforme de la universidad; que consistía en un saco café,

pantalones de vestir negros, zapatos negros y una corbata roja. Un poco cutre para el gusto de Fusako.

-Es jueves, ¿No deberías estar en la escuela?- Naota empezó a acercarse a Fusako, y lo miró desde arriba, apaciblemente, Fusako sostenía una bolsa de mandado y al otro lado su portafolios de la escuela-¿Te escapaste?

-No...simplemente ya no tenía nada que hacer. ¿Sabes? Cuando alguien te deja plantado sin decir nada la escuela es bastante aburrida.-Se cruzó de brazos y enarcó una ceja demostrando que estaba enojado.

-No falté porque quisiera. Así que por favor no saques conclusiones.-Sonrió.

-¿Entonces porque?

Es cierto, no podía contarle, por el bien de mi orgullo no podría decirlo.

Realmente no era algo tan grave el haber faltado 4 días a la escuela, además me puedo inscribir después. Ciertamente no está socialmente bien visto el romper una promesa cuando se acaban de conocer. Pero sé que el entenderá.

-No puedo decirlo.-Apretó sus puños sobre su pantalón.

-¿Eh? ¿Por qué no? Así sólo me dejas pensar que es una mentira, y que te quedaste a ver mierdas en la televisión toda la semana.- Naota no dijo absolutamente nada, ni siquiera hizo un gesto de vida. Mientras que Fusako, irritado le hizo de lado, avanzado a su espalda con la intensión de ir al colegio. A fin de cuentas sólo eran las 2:00 pm, todavía quedaban 4 clases más.

"Cada paso que daba me dolía cada vez más."

Naota se volteó rápidamente y agarró su brazo, causando un pequeño jalón, pero lo soltó inmediatamente por el dolor que aún emergía de sus brazos, haciendo que estos cayeran bruscamente y, por suerte, lograron llamar la atención de Fusako, haciendo que volteará.

-Espera...-Con la miraba baja.-Necesito hablar contigo, por favor, a las 3:30, en la azotea de la escuela.- Al terminar estas palabras Fusako soló asintió con la cabeza y

Naota como si tuviera que ganar un maratón salió corriendo en dirección a su casa.- A fin de cuentas lo que tengo lastimado son los brazos, no las

piernas-Pensó para sí mismo.

Cuándo pasó aquella avenida iluminada por el sol matutino, vio ahí, esa florería...y

detrás de sus paredes cristalizadas, un chico tras el mostrador, Rintarou, que

lo miró sorprendido al pasar.

Al llegar a su casa, y recordar (nuevamente) que no traía sus llaves, intentó

tocando el timbre, que era 65% probable que nadie atendiera. Tocó el timbre, y casi de inmediato, alguien atendió a la puerta.

-¿Abuela?

-Oh...Naota,

pensé que habías desaparecido...-Era una mujer de aproximadamente 65 años de edad, que había tenido bastante joven a la madre de Naota, la verdad es que Naota pensaba que eso se pasaba por generaciones cuando iba a la secundaria. La mujer vestía un lujoso vestido negro, un sombrero negro con un poco de velo en la parte superior, y con los labios pintados de un rojo resplandeciente. –

Pasa, pasa, es tu casa. –Le dijo amablemente la abuela a Naota, adentrándose al interior de la casa. Simplemente para llevarse una gran sorpresa.

-¿Qué ha pasado aquí?

-Nanami, ya regreso mi nieto...-Por alguna razón que el desconocía, su abuela empezó a llorar.

-¿Abuela? ¡¿Qué te pasa?!- La agarro del hombro, en posición de consuelo mientras volteaba a ver a sus padres, dándose cuenta de algo. Soltando delicadamente a la abuela.

-¿Un ataúd?-Se dijo a sí mismo, mientras empezaba a acercarse a sus padres, vestidos de luto, con una cara de tristeza, que Naota nunca había visto, ni cuando murió su abuelo.- ¡¿Qué ha pasado?! ¡Respondan!- Apartó a sus padres a un lado del ataúd y lo abrió rápidamente. –Misako...

-¡Miren! ¡Ahí viene el hijo de "puta"- Los niños se reían.

-¡Cállense! ¡Ustedes no saben nada!- Yo sólo podía llorar, y gritar. Nunca se me dio la lucha.

-¿De nuevo te peleaste?-Ella no entendía, y nunca lo hizo.-Ya me tienes harta, ¡Te odio! ¡Vete a tu habitación! ¡No te quiero ver! – Sólo me gritaba, y me golpeaba.

-Naota, él es tu tío Misako, él te va a cuidar cuando mamá y papá no estén. – Ellos se empezaron a distanciar más, pero no me importaba, porque él estuvo para mí.

-Nanami, pienso que no deberías ser tan duro con él.-Que me defendía.

-Tranquilo todo va a estar bien. –Que me consolaba cuando ellos se reían. Incluso peleo algunas de mis peleas. Fue la primera persona en mostrarme afecto familiar, y hasta ahora, la última. Hizo muchas cosas por mí, pero, yo nunca le devolví el favor, de no ser por él, yo simplemente, ya no estaría aquí.

-Misako...-Naota se incoó sin soltar el ataúd.

Las lágrimas empezaron a fluir, y aunque su familia estaba presente, se sentía solo. Aunque todos notaran sus lágrimas, nadie fue de consolarlo, nadie fue de tocarle el hombro, y decirle; "Todo va a estar bien" ya no.

En ese momento, me di cuenta de que el decir que quieres, el dar un pequeño detalle, llevar un ramo de flores, el reunir a la familia, el desear buenos días, el dar un abrazo, o  simplemente arrepentirse, ya no sirve de nada frente a un ataúd.

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¡Capítulo nuevo!

La verdad la muerte de este personaje me dolió un poco xD pero bueno, a partir de aquí la cosa se va a poner cachonda, claro, si saben a lo  que me refiero.

En lo más profundo del deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora