Era de mañana, hacía un sol precioso que ardía todo su potencial, desgarrando los ojos de Naota despertándolo, incluso aunque estuviera dentro de la habitación de un hospital dentro de la protección de aquellas persianas anaranjadas que con el paso de la luz, iluminaban toda la habitación de un pomposo color naranja.
Aunque el tener varias preguntas después de amanecer en un hospital sin saber cuánto tiempo había pasado, o cómo había llegado ahí es algo que todos se preguntarían después de despertar, Naota no lo hizo, sólo se sintió muy gradecido de simplemente estar vivo, que era algo que a quien quiera que allá sido, le estaba verdaderamente agradecido. Después de unos segundos de haber despertado, Naota se empezó a reincorporar, a pesar de que le dio una pequeña jaqueca que hizo que se llevara su mano rápidamente hacía su frente haciendo presión, destensándola poco a poco, mientras levantaba la cabeza y entrecerraba los ojos, segundos después de esa pequeña conmoción, logró estar completamente estable, y se puso a observar toda la habitación, lo que le llevó a la conclusión de que estaba en el hospital. En el cuarto había una mesita de noche de color cerezo, se veía suave al tacto y un olor a esas cabañas de madera, pero no olía a humedad, era como un aromatizante de pino natural, estaba colocada a un costado de la cama con unas flores en un jarrón mediano de color blanco con adornos florales azules, dentro de él habitaban unos hermosos alcatraces en su mejor punto de vida, sin embargo su olor era apenas imprescindible, de hecho, estas flores no tenían un olor realmente, al otro costado de la cama se posaba un armario que hacía juego con la mesita de noche, está igual contribuía al aroma de pino que adquiría el cuarto, un aroma mágico que invadía su sentido del olfato. Se dio cuenta de que su mano derecha estaba cubierta con un vendaje e igual su brazo izquierdo completamente, no se alcanzaba a ver las piernas por las sabanas que lo cubrían completamente hasta la punta de sus pies. Una clase de cables salía del brazo derecho haciendo que al moverse le resultara doloroso, pero se fue acostumbrando con el paso de los segundos.
-¿Qué pasó?- Se preguntó así mismo mientras seguía observando aquella habitación.
De repente se escuchó el sonido de la perilla girar, Naota volteó rápidamente y vio al doctor entrar junto con Rintarou, se quedó realmente sorprendido, no se esperaba encontrar al hermano de Fusako ahí.
-Hola...-Dijo Naota algo confundido.
-¿Cómo amaneciste? ¿Ya te sientes mejor? –Preguntó el doctor mientras ojeaba unos papeles que traía en su mano. –Han venido visitas. Los dejos solos.
-Gracias- Estaba nervioso y se notaba en su forma de hablar. -¿Qué haces aquí? –Preguntó con curiosidad poniendo la cara que ponen los niños cuando quieren saber algo.
-¿Prefieres que hubiera venido mi hermano y te hubiera visto como un idiota tratando de meterse a su casa? – Dijo Rintarou con frialdad en sus palabras. En serio ¡¿Quién era él?!
-¿Qué?- Naota se confundió con esas palabras y ya no sabía que pensar-Tú... ¿Tú me rescataste?
-No lo tomes como que te rescaté, simplemente me di cuenta de que el vagabundo de la mañana ya no estaba y me fui a asomar por la puerta del vecino, y ¡Oh! El vagabundo se había intentado meter en la casa de mi vecino, después de llamar a la policía resultó que el "vagabundo" era el mejor amigo de mi hermano y se le habían perdido las llaves. ¿En que estabas pensando? – Dijo Rintarou mientras fruncía las cejas.
-Pero tu carro no estaba en la mañana...
-Fui a dejar a Fusako a la escuela
-Ah...-Otro momento incómodo...-¿Por qué has venido a visitarme?
-Quería saber cómo estabas.
-Ah...¿Cómo estoy? P-pues estoy bien...- ¿Qué estaba pasando? ¿Quería saber cómo estaba?
-Me alegro- Dijo secamente mientras agarraba un banco de a un lado de la puerta y lo acercaba a la orilla de la cama, sentándose en él a un lado de Naota- La verdad es que es una de las primeras veces que veo a Fusako tan feliz de tener un amigo, y si a ese amigo que pasará algo, nose que haría yo.
-¿Lo dices en serio?
-¿Por qué no lo diría en serio?- Se levantó de aquél banquito se acercó a centímetros de el rostro de Naota –Realmente me importas
-Oye...aléjate un poco-Dijo Naota bajando la mirada pero para cuándo se dio cuenta Rintarou ya
le había agarrado la barbilla, le había levantado la mirada y, acercando su
rostro poco a poco, le robó un beso, un beso que duró entre 5 y 10 segundos, y dejó impactado a Naota pero no pudo separase de él por el dolor de sus brazos.
Cuando por fin Rintarou se separó de Naota para respirar, lo observó desde la corta distancia, Naota quedo hipnotizado por aquellos ojos grises que lo miraban fríamente, pero de una forma tan profunda que se perdía.
-Me voy.-Rintarou se separó rápidamente, abrió la puerta y se fue, casi de
inmediato entró el doctor algo extrañado con los mismos papeles.
-¿Pasó algo?-Preguntó este.
-No, nada.-Respondió Naota mirando abajo y juntando sus brazos.
-¿Estás seguro?-Replicó.
-Seguro- Naota sonrió para sacar toda sospecha del doctor y volvió a mirar abajo.
-Eh checado tu progreso y vas a estar bien, mañana te daremos de alta y también me gustaría com-
-Disculpe...-Interrumpió Naota algo nervioso.
-¿Sucede algo?-El doctor dejó los papeles que tenía en la mano y se acercó a Naota, con una distancia considerable.
-¿Cuánto tiempo llevo aquí?
-Dos días, hoy es el tercero. ¿Necesitas algo?
-¿No vino nadie a verme?
-Sí, el chico de hace un rato vino varias veces desde antier pero aún no
despertabas.
-¿Nadie más? –Apretó sus dedos, ignorando el dolor que le producía esto.
-Sí, ¿Quieres que llame a alguien en específico? –El doctor sacó una pluma del bolsillo de su bata y lo puso listo para escribir sobre los papeles anteriores.
–Sólo dame el número.
-No,déjelo, estoy bien, sólo era curiosidad.-Lo sabía.
-Está bien, como tú quieras, de todas maneras en breve unas enfermeras vendrán a verte y cualquier cosa no dudes en llamarme.
-Gracias.- Sabía que nunca le había interesado a mis padres, aunque si estoy sorprendido de que Misako no hubiera venido...a pesar de que es mi pariente más cercano.
El doctor al salir de la habitación y cerrar la puertas detrás suyo, Naota no pudo contener las lágrimas, que ni él sabía porque derramaba, era tal vez la conmoción. No pudo dormir durante toda la noche hasta que se ahogó en llanto y calló profundamente dormido.
Al día siguiente, la habitación se iluminaba igual que la mañana anterior, de aquel hermoso color naranja, que lo acompañaría por todo el hospital, hasta aquella puerta larga y solitaria del hospital, donde Naota cruzó esa misma mañana, de manera lenta y algo desalentada, todavía le dolían los brazos ,que aún tenía vendados, pero aun así gritó al cielo.
-¡Estoy listo!- Y empezó a caminar por todas las calles de aquella ciudad, se detuvo en barias tiendas en el camino.-¿Desde cuándo es tan largo el camino a casa?-Pensó mientras seguía caminando, y cuando llegó a la cuarta tienda, apareció una sombra que le pareció familiar.
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Bueno después de casi 15 días publiqué D: espero que les guste. En este caso dejo mis redes desde el principio por si quieren poner algo o una sugerencia U w U ttp://ask.fm/Rebeca342
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En lo más profundo del deseo
RomanceNaota era un chico japonés de 17 años que tenía problemas con sus padres, su rutina repetitiva lo lleva a ser indiferente. Un día, Naota conoció a un chico llamado Fusako, que cambiaría su vida y su forma de pensar para siempre.