-Ya son las 4:00 pm ¿En qué estará pensando ese idiota? Él fue el que decidió quedar conmigo y de paso me deja plantado. ¿Qué falta? ¿Qué me diga que se quedó dormido?- Fusako se encontraba en la azotea de la Universidad, con las manos en los bolsillos y la espalda erguida.-Me largo.- Dijo mientras se dirigía a las escaleras.
Cuando caminaba por los pasillos de la extensa Universidad que apenas estaba conociendo, sintió un extraño sentimiento, que lo hizo detenerse y bajar la mirada.
-¿Qué es esto?-Sintió punzadas en el corazón y cuándo se dio cuenta, las lágrimas ya se estaban paseando por sus ojos rojos.- ¿Por qué me duele?
Fusako siguió caminando por el campus, hasta que llegó a los baños y se encerró para poder calmarse y no hacer el ridículo en frente de sus compañeros. Comenzó a limpiarse los ojos con el papel higiénico que estaba a un costado del inodoro, observando el suelo llorando, limpiando con el papel cada lágrima que derramaba sólo segundos después de haberlas derramado.
Después de unos 10 largos minutos, salió de aquél obscuro cajón de baño, y se paró frente al espejo, para darse cuenta de que había alguien detrás de él.
-Así que tenía razón...
-¿Eh?...
-Sabía que estabas llorando, te vi hace unos minutos en el pasillo.
-¿Quién eres?-Fusako se volteó completamente para ver a esta persona, era un chico, se veía de 17-18 años, era muy alto, con una piel oscura y ojos azules, cabello corto, obscuro y suave a la vista, vestía unos jeans holgados y una sudadera negra.
-Eso no importa, vengo a ayudarte.
-¿A ayudarme? ¿A qué te refieres?-Fusako enarcó una ceja extrañado, estaba comenzando a irritarse por los comentarios de este chico, mientras que él se acercaba lentamente, dejando sus rostros a centímetros de distancia.-¿Q-qué haces?- Fusako hablo en voz baja, mientras bajaba la mirada para evitar contacto visual.
-¿Qué no querías hacer esto? Haz memoria, pequeñín, tú me has observado toda la jodida semana. ¡Incluso sentía que me desnudabas con la mirada!
Fusako recordó, todos estos días lo había estado viendo por su extravagante estilo de cabello, pero al parecer lo había cambiado, por eso no lo recordaba.
-N-no, te equivocas –Lo intentó apartar poniendo sus manos en el pecho de aquél chico, empujándolo sin éxito alguno.-Es un malentendido.
De un momento a otro, el chico se alejó de Fusako, que mostraba un rostro ruborizado con las lágrimas a tope.
-¿Y ahora por qué demonios lloras?
No hubo respuesta, sólo se escuchaban los sollozos de Fusako a pesar de tener la cabeza agachada, recargada en la palma de sus manos.
-Todo va a estar bien.- El chico lo tomó entre sus brazos, y Fusako lo abrazó inconscientemente, poniéndose de puntas.-Lo sabía. ¡He ganado!- El chico lo soltó bruscamente dejándolo caer al suelo y volteo a la puerta del baño- ¡¿Lo habéis visto?! ¡Gane!
-¿Con quién hablas? –Le preguntó temeroso, pero con confianza desde el suelo.
-Tú no te metas, maricón. – Ni siquiera lo volteo a ver.
En un instante, un segundo, Fusako se dio cuenta de lo que le esperaba. Dos chicos se acercaban por aquella puerta rígida de metal, con una risita tan obvia y desesperante, que no podía hacer nada más que llorar y arrastrarse por el suelo.
-Parece que tenías razón, Ichi. Es un maricón.- Dijo el primer chico acercándose a Fusako dedicándole una mofa de burla y le soltó una patada en la costilla, él sólo se retorció del dolor.
-¡Hoy vienes con mucho entusiasmo! – Dijo sarcásticamente Ichi, después dirigió su atención a Fusako. – Pues ya que Himuro nos ha hecho el favor. ¡Que empiece la fiesta!- Y le agarró del cabello, haciendo que levantara la cabeza y lo miró fijamente, para soltarlo bruscamente.
Los 3 chicos se juntaron alrededor de él, dos agarraron sus brazos y lo pegaron a la pared, por más que trataba de liberarse le costaba trabajo, incluso si lograba hacerlo, tres contra uno es lógicamente injusto y sólo lo golpeaban más.
Al paso de un rato, ya le habían tirado un diente, tenía moretones en brazos, piernas, estómago y rostro, no paraba de llorar, tenía sangre saliendo de su cabeza, estaba en horrible estado, pero aún podía parase y decir firmemente: "No soy maricón".
-Ya me estoy aburriendo.- Mustió Himuro.- ¿Qué hacemos?
-Y si...- Hotaro, otro chico, señaló la entrepierna de Fusako, espantándolo, y haciendo que empezara a arrastrarse, ya que se encontraba tirado en el suelo de aquél baño.
-¿Tú igual eres maricón? ¡Qué asco!- Dijo Ichi burlándose.
-Claro que no, imbécil.
-Lo sé.
-¿Entonces?
-Ok. Realmente tengo que ejercitarme, este chiquillo tiene complexiones de chica, ¡Quizá es una chica! Así que no es la gran cosa. Ni soy gay.
-Yo tampoco.
-Ni yo.
Y así se decidieron, lo harían. "Sin compromisos".
Fusako espantado empezó a retroceder, pero Himuro y Hotaro lo agarraron de los tobillos y lo jalaron, poniéndolo frente a él.
-Anda, grita, y vas a ver cómo te va. –Dijo Ichi, mientras le daba un beso, un beso de esos donde no sientes nada. -Vamos, no te quedes viendo como idiota, quítale los pantalones, Himuro.
Le empezó a desabrochar los pantalones, Fusako ya no tenía fuerzas para resistirse, pensó que era el fin, que iba a terminar violado en su primera semana de clases. Empezó a perder la conciencia, veía borroso, ya no podía más, se iba a desmallar. En ese momento, logró alcanzar a verlo entrar por la puerta de aquél baño. - ¿Un ángel?
Y cerró los ojos.
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Dos meses. ¡Dos meses! ¡Estoy de vuelta! Espero que les guste este capitulo, ahora, hasta el próximo viernes. <3 :3
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En lo más profundo del deseo
RomanceNaota era un chico japonés de 17 años que tenía problemas con sus padres, su rutina repetitiva lo lleva a ser indiferente. Un día, Naota conoció a un chico llamado Fusako, que cambiaría su vida y su forma de pensar para siempre.