Capítulo Uno

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¿Soy una Alfa?

Una mañana de verano, cuando aún era una cachorra, estaba mirando con desespero a una pequeña castaña ponerse un montón de productos en la cara con esmeró, acabando con lo poco de paciencia que me quedaba.

—Rápido, Mónica —resoplé con fastidio, mientras estaba apoyada en el umbral de la puerta— Vamos a llegar tarde.

—Un momentito más, espera —ví como ponía sus labios en un piquito y pintaba de un suave tono; rosa pastel— Solo me faltan unos retoques y estoy lista.

—No entiendo porque ahora andas con esa nueva obsesión —rodé los ojos— ¿Cuál es el punto de llenarte la cara con pintacaritas?

—Se llama maquillaje, Isa —soltó una corta risa que me dejo embobada por unos segundos, ella al no conseguir respuesta de mi parte siguió concentrada en lo suyo.

Desde que habíamos cumplido los doce años, mi mejor amiga había empezado a arreglarse más de usual, empezando a usar todas esas cosas que suelen los jóvenes coquetos: maquillaje, outfit elaborados, bolsos a la moda y joyería. Sinceramente eso no eran para nada de mi agrado, aún así nunca le dije nada al respecto, que yo no lo usará no significaba que ella no pudiera hacerlo, siempre y cuando se sintiera bien así yo estaba más que conformé al ver su linda sonrisa de satisfacción.

—No sé cómo no te das cuenta —mencionó luego de unos minutos, se puso en pie y se dirigió al espejo cuerpo completo que estaba en la habitación. Al verse impecablemente lista sonrió satisfecha— Son para verme bonita.

Abrí mis ojos con sorpresa y seguido la mire con confusión, ¿qué cosas estaba diciendo?

—Moni —la mencionada volteó a verme de inmediato— Tú ya eres hermosa, sin llevar puestas esas cosas. Y aún con eso, siempre eres preciosa.

Ví como sus mejillas tomaban un fuerte color carmesí y bajaba la vista a sus dedos mientras jugueteaba con ellos, susurrando un tímido "Gracias, Isa". Definitivamente era la chica más tierna que jamás había visto.

—¿Por qué no me dejas ponerte un poco? —cambió rápidamente de tema, intentando ignorar su bochorno y se acercó a mí con el artefacto –coloridamente letal para mí– en mano

—Oh no, eso no —me resistí a su petición de inmediato.

No aceptando una negativa como respuesta, siguió acercándose cada vez más a mí, yo solo retrocedía con pasos torpes. Había intentado detenerla por todo los medios, pero ella fue más rápida y me acorraló ágilmente contra la pared.

—Solo un poquito —rió con picardía y pasó delicadamente el producto por mis labios, haciendo que un ronroneo inconsciente saliera de ellos.

Al escuchar el sonido se detuvo al instante y me miró fijamente a los ojos. De igual manera, me paralice viéndola a sus hermosos y penetrantes orbes color miel. Cuando reaccione y caí en cuenta del bochornoso sonido que habia brotado de mi garganta, me alejé rápidamente y tomé mi bolso.

—Te espero en la sala —salí de su habitación y corrí escaleras abajo con el corazón en mano.

A los pocos minutos ella bajó, con su uniforme perfectamente arreglado, bolso colgado en la espalda y una linda coleta recogiendo su castaño cabello. Salimos de su casa y a pasos lentos íbamos caminando al instituto, ninguna de las dos hablaba, más no era un silencio incómodo, solo nos hacíamos compañía mientras el ambiente tímido entre las dos disminuía.

A pocos metros de nuestro destino, dos chicos uniformados del instituto de alfas que estaba frente al nuestro, aparecieron frente a nosotras impidiendo el paso. Iba a quejarme de inmediato pero uno de ellos hablo antes.

Soy una AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora