Capítulo Cinco

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🍋 Me gusta ser Alfa 🍋

Esas palabras fueron suficiente para que desapareciera cualquier rastro de autocontrol en mí. 

Tomé su cuello nuevamente y me acerqué lentamente a sus labios, paré justo a centímetros de ellos y deje que mi aliento se mezclará con el suyo. Ella cerró sus ojos con fuerza y sentí como su delicado cuerpo se estremecía ante mi tacto. Sonreí ante tal reacción, era exquisito ver cómo se removía a causa de mí.

Sin esperar más, me apodere de sus labios. Eran tan suaves y dulces como siempre los había imaginado, porque sí, jamás la había tocado con otras intenciones, fui muy respetuosa, solo esperaba el momento en que ella quisiera y se sintiera segura de entregarse a mí. Así que el beso empezó delicado y algo torpe, hasta que conseguimos el ritmo correcto. Nuestras lenguas quisieron ser parte del juego y empezaron una batalla por quién tomaba el control, haciendo que todo se tornará cada vez más caliente. 

Me separe de sus labios un momento y la mire directamente a esos ojos color miel que lograban ser hipnotizantes.

—¿Estás segura de esto? —pregunté con voz ronca, solo quería saber si tenía su autorización para llegar al siguiente nivel— Porque no creo poder soportar más si continuamos así.

—Sí, alfa —su voz era aguda y cargada de placer— Por favor, hazme tuya. 

Eso fue suficiente para proceder y tomarla de los muslos para subirla sobre mí, ella soltó un sonoro jadeo. Volví a besarla, esta vez posesivamente mientras acariciaba su espalda baja. Luego las prendas empezaron a ser cada vez más estorbosas, así que nos decidimos de ellas una a una.

Aprecie su cuerpo desnudo y me sentí como la alfa más privilegiada del universo. Ella notando mi fuerte mirada sobre sí, intentó taparse avergonzada. 

—No —atrapé sus muñecas y la acorrale contra la cama— Dejame verte, mi omega. Eres totalmente preciosa. 

Volví a besarla mientras acariciaba cada parte de su hermoso, curvilíneo y suave cuerpo, mientras ella era un mar de deliciosos jadeos contenidos. Corté el beso y me posicione entre sus piernas y las abri con delicadeza, ella me miró suplicante. 

Con mi mano derecha me acerqué a aquella zona prohibida, ahora estando totalmente expuesta y siendo toda para mí. Pase dos de mis dedos suavemente por toda la extension del lugar haciendo que un desgarrador gemido lleno de placer saliera de su garganta.

—A-alfa —dijo a duras penas— Por favor.

—Cómo mi reina ordené —respondí de inmediato e introduje uno de mis dedos en su estrecha y humeda cavidad, comencé con un vaivén tortuoso para ambas.

Cuando metí el segundo dígito pude escuchar un leve quejido de incomodad, así que me acerque a su boca para distraerla y fuera más llevadero, a los pocos minutos sus gemidos se regularizaron a puro placer, así que fui bajando desde sus labios hasta su pecho para chupar con esmero uno de sus senos, mordiendo suavemente sus pezones logrando que soltará un sonoro y glorioso gemido, acabando conmigo y haciéndome aumentar las estocadas, llegando a su punto dulce y haciéndola delirar.

El placer llenaba todo el lugar, sus gemidos y lo míos eran una sola melodía, una nueva y única solo de las dos.

—Alfa~ —gimió con fuera— Cachorros~.

—Lo que mi omega ordene —respondí de inmediato.

Saque mis dedos y sentí mi clítoris crecer, demostrando que era el momento exacto para dejar mi semilla dentro de ella. Me acomodé entre sus piernas y entre delicadamente anudando en su interior mientras ambas llegábamos al climax.

Cuando el nudo bajó, me acomodé a su lado. Nuestros cuerpos estaban perlados gracias al sudor y el resplandor de la madre luna hacia ver el momento mágico. Me acerqué nuevamente y dejé un casto beso en su labios.

—Te amo, mi Omega —solté sin más, dejándola sorprendida. Era la primera vez que se lo decía, realmente siempre lo había sentido desde que éramos unas cachorras y amigas, más nunca lo había dicho por miedo de no ser correspondida. Sentí que este era el momento correcto, perfecto para dejarle en claro yo soy su Alfa y ella mi única Omega.

—Te amo más, Alfa —sonrió y volvimos a besarnos.

Luego de eso, la semana que sus padres pasaron fuera y nuestros celos se sincronizaron, seguimos entregándonos amor cuerpo a cuerpo, desnudando nuestra alma y juntando nuestros lobos para el resto de nuestras vidas.

Soy una AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora