El celo
Al fin había llegado mi cumpleaños número dieciséis. Ciertamente no estaba emocionada, pero mi papá si, por ende había organizado una pequeña reunión con algunos familiares y amigos. Realmente eso tampoco me entusiasmada, no le daba mucha importancia al hecho compartir socialmente algo tan sencillo cómo "dejar de ser una cachorra y convertirme en una Alfa de verdad", –según mis padres–. A mí solo me importaba que podría pasar toda la noche con mi mejor amiga.
Luego de aquel incidente –si así se le puede decir– de hace cuatro años, mis padres fueron a casa de Mónica y hablaron con sus padres, quedando todo mágicamente resuelto. La verdad nunca nos quisieron decir sobre qué hablaron y el porqué ahora ya podíamos estar juntas, aún así no le dimos importancia a los detalles, con tal de poder estar una al lado de la otra, todo estaba bien.
—Isa —escuché a mi padre través de la puerta— ¿Ya estás lista?
—Ya casi —respondí de inmediato.
Me di un último vistazo en el espejo, acomodé mi corbatín y sonreí satisfecha. Llevaba un traje a la medida de color negro, junto con unos mocasines de plataforma, mis rulos estaba recogido en un tomate –haciéndole honor a mi color de cabello– con algunos mechones sueltos en la parte delantera.
Abrí la puerta y me encontré con mi padre alfa, me miraba con una gran sonrisa y ojos cristalizados
—¿Cuando creciste tanto, mi cachorrita? —se acercó a mí y me abrazó, dejándome impregnada con su aroma a tabaco— Aún recuerdo cuando aún jugábamos en el patio de la casa a cazar grillos.
Reí ante su comenté y también lo marque con mi aroma, siendo el mío más fuerte y opacando el suyo. Al darse cuenta soltó una corta risa.
—Tu papá nunca se equivoco, definitivamente saliste igual a mí —sacudió mi cabello con dulzura.
Me alejé de inmediato y gruñí en protesta, había durado horas sentada en la peluquería para que él viniera a arruinar mi peinado fácilmente. Él solo se reía y negaba con la cabeza.
—Ya bajemos —rode los ojos.
Él me tendió del brazo y caminamos lentamente, bajando escalón por escalón mientras todos aplaudían, también podía escuchar sus lobos aullar felices porque oficialmente me unia a la manada. Al estar en sala, mi padre me entregó a mi papá omega y este cantando un rezo a la luna, me bendijo. La algarabía no demoró en llegar y brindamos con vino, mientras mis padres me ponían la tiara correspondiente que representaba a la manada.
Seguido de eso, los invitados se acercaron felicitándome. Ya cuando solo faltaban unos cuantos más me estaba irritando por tanto contacto físico, solo esperaba que para terminar con esta tortura llegará Mónica y cerrará con está tediosa práctica. Pero cuando ya no había nadie frente a mí, pude verla siendo distraída insistentemente por uno de mis primos alfas, esté en específico no tenía muy buena reputación cuando hablábamos de omegas, era el prototipo de alfa idiota en su mayor resplandor.
Sentí mi cuerpo tensarse y mi lobo arañar dentro de mi. Rápidamente llegue a donde estaban y abrace a la castaña por la cintura.
—Oh, alfa —dijo risueña al percatarse que la acerque posesivamente a mi cuerpo— ¡Felicidades!
Me dio un corto beso en la mejilla, muy cerca de mis labios y el alfa a su lado –que había quedado totalmente ignorado– bufó. Sonreí con suficiencia mientras seguía mirando de mala gana a aquel rubió oxigenado.
—Ah si, felicidades, primita —dijo entre dientes para luego sonreír falsamente— Adiós, Mónica.
Solté un gruñido inconscientemente y éste se fue de inmediato.
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Soy una Alfa
ContoSer una Alfa hembra nunca fue fácil. •Historia corta. (Publicada el 12/03/22) (Editada el 15/12/23) •Portada hecha por mí. •Historia 100% mía, todos los derechos de autor son reservados. •NO se aceptan COPIAS ni ADAPTACIONES sin mi AUTORIZACIÓN.