CAPÍTULO II: "YO NO ESTOY ENCANTADO."

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A paso rápido me dirigí hacia el helicóptero, el señor Smith con las manos en sus bolsillos y la mirada ágil dirigida hacia mí me sonrío antes de tenderme una bolsa de deporte de tela negra.

- Buenos días Kayla, por tu cara creo que has tenido una buena mañana.- se burló él, mirando mis ojeras.- ¿Qué tal has dormido?

Recogí la bolsa sin contestar a su pregunta mientras  bufaba cansada de sus bromas.

- No estoy de humor. 

-¿Y cuando lo estás? - siguió él.

Mis ojos se dirigieron a los dos hombres parados frente al helicóptero.

- ¿Son ellos ?- Pregunté colgando me la bolsa al hombro e ignorando nuevamente sus comentarios.

Samuel asintió y empujándome levemente con su mano me acercó hacia la pareja que esperaba pacientemente a que acabaran de cargar parte del equipaje.

-Kayla, él es Cio Blaks.- Presento el señor Smith al que reconocí como Cio por su cara de niño. Esté me sonrió de lado acercando una mano en señal de saludo buscando que yo se la apretara de vuelta, cosa que no sucedió ya que yo no la acepte e ignore mirando de reojo como su sonrisa solo se hacía más larga a medida que la retiraba, acompañando el gesto con un guiño

-¿Qué pasa guapa? Aquí tu hacker de confianza.

-O prepuber también. - Susurre mirándolo detenidamente.

Su pelo castaño se mantenía desordenado, eso hacia que su cara se viese más juvenil. Sus ojos color miel igual a lo de la foto tenían un cierto brillo, desprendían alegría y cierta curiosidad. Era un par de centímetros más alto que yo y unas pequeñas pecas adornaban sus mejillas redondas. 

- Me sacas tres años, no te hagas la interesante.- Bufo subiendo al helicóptero.

- El niño se ha enfadado.- susurré hacia Smith.

Este me ignoró  tanto a mi como al adolescente para mirar al pelinegro plantado a su lado.

- Y él es Adriel Gibson.- El pelinegro me miró brevemente y asintió con la cabeza sin importarle mucho mi presencia ahí.

En el caso del pelinegro su foto no hacía justicia a tenerlo de frente. Era tremendamente atractivo. Me sacaba tranquilamente una cabeza. Su pelo era exageradamente oscuro, tanto que se podía confundir tranquilamente con el fondo de la oscura pista de aterrizaje. Tenia una mandíbula marcada y unos hombros anchos, si Samuel no me hubiera dicho nada de su pasado militar podría haberlo adivinado por su postura corporal, rígido y firme. Como si esperará a que entrara un comandante para saludar.

- Encantada.- Dije mirando sus ojos, profundamente verdes. Espesos y serios  como un fronoso bosque.

- Yo no estoy encantado.- Siguiendo al castaño se adentro en el helicóptero. Manteniendo su postura firme y despidiéndose de Samuel que le sonrío divertido y, al parecer, encantado con su comportamiento.

- Gilipollas...-Susurré mirando a Smith- Espero que valga la pena.

Subí al helicóptero para sentarme en uno de los asientos traseros junto a Cio, que parecía estar jugando a un juego de marcianitos en su móvil. Rodé los ojos poniéndome los cascos que permiten comunicarnos dentro del aparato volador además de evitar quedarnos sordos.

El conductor llegó sentándose delante y colocándoselos también. Antes de arrancar nos miró a los tres.

- Les dejaré en las afueras de Porto, hay una casa en la parte superior de la ciudad, está lo suficientemente cerca para tener comunicación pero también lo suficientemente lejos para considerarla un piso franco. 

Asentí sin darle más importancia mientras él arrancaba iniciando el trayecto.

Saque de la bolsa negra el informe de misión repasando los puntos calientes, donde se había visto a miembros de Goliat actuar.

Un dedo tocando mi pelo detuvo mi tarea.

Mi larga coleta de caballo estaba enrollada entre los dedos de Cio que me miraba divertido.

- Estarías más guapa de rubia.- Sonrió de lado antes de soltar mi pelo.

- Como vuelvas a tocarme te arranco la mano. - Dije con voz calmada y bajando mi mirada de nuevo al informe.

Lo escuche reír antes de apoyarse en él asiento delantero, donde Adriel miraba por la ventana.

- ¿Tú qué dices amigo?- Inclinó la cabeza hacia un lado.- ¿Qué te parece más sexy una rubia o una pelirroja?

Este inclinó más la cabeza hasta la ventanilla ignorando a su compañero.

- Coincido contigo las pelirrojas son calientes. - Río auto contestando su pregunta y mirándome de nuevo.- Ponte de pelirroja.

Volví a ignorarlo dirigiendo mi atención a Adriel.

- ¿Qué eres exactamente? Se que pertenecías al equipo militar pero que pintas tu aquí.

Dirigió por primera vez su mirada a mi.

- Para empezar evitar que té maten. 

Sonreí.

Este tío no sabe con quién habla.

- Creo que yo soy capaz de evitar que me maten perfectamente.- Indignada volví la vista al informe. 

- Tu informe no decía eso. 

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