2

105 9 0
                                    




Estaba de pie en medio de la oscuridad de un inmenso bosque, los árboles eran tan altos que ni siquiera podía alcanzar a ver el cielo. sin embargo sabia que era de noche por la ausencia de la luz del día. Iba descalza, no me había dado cuenta de ello hasta que la húmeda tierra comenzó a colarse entre cada pliegue de los dedos de mis pies.
El frío comenzaba a quemarme la piel, solo un camisón blanco parecía cubrir mi desnudez. 
¿Cómo había llegado ahí?.

A cada paso mis pies parecían pesar mas, me costaba caminar y eso comenzaba a crear desesperación en cada parte de mi cuerpo.

—No luches. Será en vano y solo te cansaras por nada.

Mi pulso se acelero con fuerza al escuchar una masculina voz provenir de la inmensa oscuridad, sin embargo no podía ver a nadie.
Aquello solo hizo aterrarme aun mas.

—Es una pena. No sabes lo mucho que me gustan las pelirrojas, aunque admito que disfrutare el acabar contigo.

Frente a mis ojos, una sombra salía entre los árboles. Era un hombre alto y con piel pálida, casi traslucida. A pesar de que estaba oscuro, sus ojos verdes eran claramente notorios.
Con un par de pasos quedó frente a mí.

Una sonrisa se formo en su rostro, enarcando su ceja izquierda. Podía sentir su burla hacia mi. Disfrutaba de mi miedo.

—¿Quién eres?

—Si te dijera quien soy, no lo creerías. Así que primero tendré que demostrarte lo que hago para que entiendas el por que de tu sacrificio.

—¿Mi sacrificio? ¿A que te refieres?

—Olivia. Cállate, joder. Solo te diré que tienes algo que quiero. Te prometo que no será la ultima vez que nos veamos pero si seré lo ultimo que veras. -  No supe que en momento mi cuerpo comenzó a temblar tanto, pero presa del pánico no salió sonido alguno de mi boca, lo único que podía escuchar era mi pesada respiración. Aquel extraño acorto mas la distancia, posando una de sus manos en mi mejilla. Su toque quemaba mi piel, era como tocar directamente el fuego.
Mi cuerpo ya no reaccionaba en absoluto, solo lagrimas salían de mis ojos.

—Aun no es momento de que llores. ¡Maldita sea! Los humanos siempre son tan sentimentales. Tú eres la prueba viviente de por que son la peor creación de Dios. -Su enojo era totalmente evidente, paso ambas manos por sus cabellos tirando de estos. Estaba segura que  en cualquier instante me soltaría un golpe en la cara.

—Me perteneces, Liv. Y dale gracias a tu maldito linaje. No eres un humano cualquiera y créeme que vas a desear tanto haberlo sido. - una sonrisa cínica se formó en su rostro.

—Me llamo Leviatán y ni siquiera tu Dios podrá salvarte.




Salte abruptamente y entonces caí en el suelo de mi habitación.
En ese instante pude darme cuenta que solo había sido un sueño. Mi frente estaba empapada en sudor y parecía ser bastante tarde. No recordaba siquiera en que momento y como se había quedado dormida, apenas recordaba como había llegado a casa.
Mi corazón aun latía con fuerza.

El reloj en mi mesita de noche indicaban las 3 de la mañana, aun llevaba el vestido rosa pálido que había usado para ir a la iglesia, por lo que decidi que lo mejor era ponerme la pijama. En cuanto amaneciera del todo, llamaría a Wade y me disculparía por mi abrupta ausencia.

Seguramente había sido una pesadilla. Una horrible pesadilla, aun así decidí hacer una oración antes de dormir de nuevo.
Orarle a Dios siempre me traía paz.


-

-

-

-

-

-

Hola! Espero les este gustando mucho la historia, quizá los primeros capítulos les parezcan algo estáticos, pero necesito que sepan el contexto de las cosas. Sus votos y comentarios me ayudarían muchísimo. Gracias!

Devil came to me || Timothée Chalamet Donde viven las historias. Descúbrelo ahora